+ Ad Maiorem Dei Gloriam +

Esta página es obra de La Sociedad Pro Misa Latina -Una Voce Cuba-

TODOS  LOS DERECHOS RESERVADOS.

Padre José María Alba Cereceda S.I.

Un sacerdote excepcional.

¡Por Cristo, por María, por España! Siempre, siempre más...
Padre Alba, ¡ruega por nosotros!

Homilía del Padre José María Serra mCR el día 21 de enero de 2002 en la Misa funeral celebrada en Castellón de la Plana por el eterno descanso del padre José María Alba Cereceda S.J.

Queridos hermanos:

Estamos celebrando la acción sacerdotal de Jesucristo, que hoy ofrecemos por el alma de nuestro Padre José María Alba, cuando hace diez días que fue llamado por Dios para reunirse con Él.

"Ángel", en hebreo, quiere decir mensajero. Es el nombre con que se designa al que es enviado como apóstol, a favor de los que se han de salvar. Además, Jesucristo dijo que nuestros ángeles están siempre en la presencia de Dios, viendo el rostro de Dios. Por otro lado, los ángeles son modelo insigne de humildad porque, trabajando por la salvación de los elegidos, lo hacen siempre desde la sombra, sin darse a conocer; inspirándonos, empujándonos al bien, pero sin aparecer visiblemente. Así, nos parece tantas veces que hemos tenido una feliz ocurrencia cuando no ha sido sino una inspiración angélica.

Hace veintisiete o veintiocho años que conocí al Padre Alba. Hace algunos menos que la Providencia se dignó llamarme a Su servicio, y el Padre Alba me acogió en la Escuela Apostólica de la Sociedad Misionera. Entonces, alguien de mi familia -que yo no sabía que conociese al Padre- (porque con el Padre Alba siempre ha pasado así: de pronto aparece alguien que inesperada e imprevisiblemente le conoce y te cuenta alguna cosa edificante sobre él) me dijo: "¡Ah! El Padre Alba es un ángel!"

Y tenía razón mi pariente. Porque el Padre Alba ha sido un apóstol; como los ángeles, enviados como mensajeros para completar el número de los elegidos. Un apóstol que trabajó en campos donde no podía esperar un lucimiento pastoral: en los barrios marginales de Barcelona, donde la revolución de unos incitaba al ateísmo, y donde la despreocupación pastoral de otros contribuía a que el pueblo se convirtiera en campo abonado para el crecimiento del odio marxista. Así nació la Asociación de la Inmaculada y San Luis Gonzaga.

Pero, con miras mucho más amplias, su apostolado se dirige no sólo a aquéllos a quienes el clero abandonaba, sino al clero mismo. Entonces se funda la Asociación de sacerdotes y religiosos de San Antonio María Claret y, después, la Hermandad Sacerdotal Española, para reconstruir aquello que eran las causas mismas que debían evitar la destrucción de la Iglesia. Por ello también, cultiva el apostolado intelectual de aquellos cuyos ángeles están en el cielo viendo el rostro de Dios; y se dedica a los jóvenes en el colegio. Primero, un colegio en Barcelona y después el colegio de Sentmenat. A menudo le oímos decir que el apostolado más importante es el científico; y ello porque evangeliza aquello más característico de la racionalidad humana: su inteligencia. Es entonces cuando el hombre, con razones iluminadas desde la Fe, se hace testigo de Cristo ante la sociedad y ante el mundo. Nuestro Padre manifestó la verdad ante todos, costara lo que costara; fue el hombre del consejo seguro, de la dirección espiritual recta.

Y fue, a semejanza de los ángeles, un hombre de humildad proverbial. Se ha dicho que el mundo necesita "secundadores". Porque no hacen falta tanto ideas grandes cuanto hombres que estén dispuestos a sostenerlas, sacrificarse por ellas, hacerlas crecer. Y, por no apuntarse a lo más, el Padre se mostraba a sí mismo como un secundador. Secundador del P. Piulachs, secundador de la obra del Colegio, secundador del obispo Guerra Campos,... Por su humildad. Porque todo lo que conozco -la Asociación, la Unión Seglar, el Colegio,...-, todo lo había fundado él. Todo era obra de él como inspirador y promotor y alma. Pero, por humildad, siempre lo atribuía a alguien otro.

Su gran obra fue la Sociedad Misionera de Cristo Rey, que recopila sus tres notas más personales: apostolado, ciencia y virtud. Porque es Sociedad Misionera, es decir, apostólica, en el apostolado más necesario, el de la misión. ¡Cuántas veces nos decía que no tenemos que ser tropas de ocupación, sino tropas de conquista! No conformarnos con mantener lo que nuestros antepasados consiguieron, sino conseguir nuevas conquistas para Cristo.

Sociedad Misionera, y de Cristo Rey. Se muestra aquí la luz de la Fe, la formación de las inteligencias bajo el Reinado de Cristo, el Señor. Hace muy poco, en una conferencia, Monseñor Darío Castrillón, prefecto de la Congregación para el Clero -con el cual, precisamente, se había entrevistado el Padre Alba recientemente- hablaba de la urgencia de recuperar la Doctrina sobre Cristo Rey. Y subrayaba, justamente, algo que el Padre Alba había destacado siempre: Cristo no es un Rey cósmico, en el sentido de que no es Rey del Universo, tal como reza el título castellano de la Misa. Cristo es Rex universorum. Ahora bien, Rex universorum significa justamente Rey de todas las cosas. Por eso, Monseñor Castrillón denuncia que un reinado cósmico es absolutamente ineficaz y falso. El sentido de la fiesta y del título de Cristo Rey es el Reinado Social: todas las instituciones y todas las asociaciones, que conforman y edifican una nación, una patria, tienen que estar bajo el dominio de Cristo Rey. Por eso, el mensaje más original y propio del Padre es hoy tan urgente y tan necesario; y es la verdadera herencia que tenemos que conservar y hacer crecer.

El Padre fue un ángel para muchos de nosotros; un verdadero ángel de la guarda que nos llevó al verdadero amor a la Iglesia y al verdadero conocimiento de aquello que la Esposa de Cristo enseña: al verdadero Magisterio de la Iglesia; más allá de las modas de los teólogos. Por eso le pedimos hoy todos nosotros -vosotros, que le conocisteis de modo particular llevados por vuestra devoción a la Cruz del Bartolo, que él siempre tanto animó y fomentó-, le pedimos que nos dé parte de la Caridad de su apostolado; de la Fe de su doctrina, de su pensamiento, de su fidelidad al Magisterio perenne de la Iglesia; y de su humildad, fundamentada en la Esperanza de que, como amigos de Cristo Rey, también un día, como él, todos nosotros participaremos en el gozo de nuestro Señor. Que así sea.

AMAR LA TRADICIÓN

Escribo esta consideración en la fiesta de los Mártires de la Tradición, el 10 de marzo, la vieja fiesta familiar de la Tradición Española, que venera a cuantos murieron y lucharon por mantener la tradición católica de España. Todos debemos amar la Tradición, y si preciso fuera, morir en su defensa. Esa actitud tradicional de nuestra vida religiosa, nos ha de diferenciar de toda otra actitud que aun llamándose católica, vive de espaldas a la tradición católica, y se entrega a un utópico modernismo sin raíces tradicionales.

La Iglesia es nuestra Madre, la Iglesia que, además de Una, Santa, Católica y Apostólica, es toda Ella Tradicional. La Iglesia es el Reino de Jesucristo en la tierra que se va transmitiendo en tradición viva de generación en generación. Sus enseñanzas no son innovaciones para cada época de la Humanidad, con diferentes posiciones, para cada pueblo, para cada color, de la historia humana. Nuestra fe de hoy, la fe de la Iglesia, hoy como ayer, enseña a todos los hombres, es la misma fe de San Pedro y San Pablo, la misma fe de los circos romanos, de las catacumbas, la misma fe que predicaron San Metodio, San Columbano, San Francisco Javier, el beato Diego de San Vítores, y los obispos y sacerdotes mártires de la persecución religiosa en España en 1936. La doctrina de la Iglesia no está sujeta a modificaciones, a incrementos de verdades que Ella enseña. Nada tiene que ver con el aumento de los contenidos científicos. Que hacen a las ciencias humanas cada vez más dilatadas, más evolucionadas, en el contenido de sus verdades científicas, abandonadas unas en el hoy, y que se consideraron tal vez intangibles en el ayer. No hay evolución, no hay cambio, sino la enseñanza de una misma fe, de la misma sabiduría, de la misma doctrina de salvación.

En medio de un mundo cambiante, con paso efímero de pueblos, civilizaciones, culturas e imperios, la Iglesia permanece siempre coherente consigo misma desde el primer día hasta la más actual modernidad. Los cambios que algunos dicen se han dado en Ella no son más que falsos enfoques de su realidad sobrenatural, porque de hecho las diferentes dimensiones de la cultura y de la evolución humana en todas sus variantes y complejos aspectos, son los que iluminan la Iglesia con su misma luz. Al reflejar esa luz, las cosas de los hombres toman colores y formas diferentes. Pero son las cosas de los hombres las que cambian, porque la luz es siempre la misma. Como la luz del sol ilumina cada nuevo día, cielos y tierras, que aparecen siempre renovados, la luz de la Iglesia ilumina todos los amaneceres humanos y todas las mutaciones de todos los siglos, siempre con su misma luz que penetra hasta los más recónditos entresijos de las creaciones de los hombres. Las circunstancias y las obras humanas cambian; pero la luz de la Iglesia no cambia al iluminarlas todas con su claridad.

La Iglesia es Tradición, amor al tesoro de los siglos, amor a todas las palabras que a lo largo de los siglos ha ido pronunciando la Iglesia para enseñar su doctrina de salvación. No "modernizar", no "acomodar" la Iglesia a las cambiantes situaciones. El esfuerzo de los hijos de la Iglesia se ha de situar en acomodar la cultura, el trabajo, la civilización del momento a las enseñanzas permanentes de la Iglesia y a su Magisterio tradicional. Novedades, no gracias. Tradición viva, sí.

 Padre José María Alba Cereceda, SJ

 

FRENTE A MALICIA, MILICIA

 


La multitud de los bienaventurados del Cielo, consti­tuyen la llamada Iglesia Triunfante, así como los que sufren las penas purificativas del Purgatorio forman la Iglesia Purgante. Queda para los que peregrinamos sobre la tierra camino de la patria celestial, y constituimos la masa del pueblo de Dios peregrino, la masa de bauti­zados que por la puerta del bautismo entramos a formar parte de la Iglesia, el nombre de IGLESIA MILITANTE. La vida del hombre sobre la tierra, nos dice el libro de Job, es milicia, es lucha y es combate. La vida del cristiano en medio del mundo, rodeado de
los peligros que pueden perder su alma, es una milicia y una lucha sin tregua. Por eso la única actitud del cristiano, es una actitud militante. Como el soldado con el arma al brazo está alerta custodiando su puesto, para prevenir toda acometida del enemigo, así el cristiano, con las armas espirituales, ha de estar siempre en actitud militante, sin abandonarse al reposo suicida de creer que la paz se gana por sí misma y no es fruto de una conquista diaria, de un esfuerzo de milicia.

Hay un falso pacifismo que llama a la inoperancia y a la
laxitud. Ese falso pacifismo es el preludio de una gran derrota. Mientras Baltasar celebraba con banquetes y delicias la grandeza de Babilonia, los persas dirigidos por Ciro asaltaban sus murallas y arrasaban la gran ciudad. Mientras el ejército filisteo dormía, los aguerridos soldados de Gedeón se avalanzaron sobre ellos y alcanzaron, desde a su exiguo número, una resonante victoria.

No hay paz posible con el enemigo perpetuo, el que ha empeñado toda su ciencia y su poder en destruirnos hasta el final de nuestra vida. Por eso S. Pedro nos recomienda que velemos siempre en la oración, porque el de­monio
, como un león rugiente, anda dando vueltas a nues­tro alrededor, espiando a ver a quien puede devorar. No hay más paz que la que nos viene de Dios. La paz que se consigue con el vencimiento de nuestros enemigos, el mundo, el demonio y la carne, por el único camino de la oración, los sacramentos y la mortificación.

La vida cristiana no es para cobardes, para los que quieren pactar con sus enemigos, y ganar una paz falsa, la paz del derrotado y del esclavo. Con las armas de la fe, con las armas de la oración, con las
armas de la huida de las ocasiones, en permanente estado de milicia, venceremos bajo la bandera de nuestro sumo Rey y Capitán Jesucristo. Él nos dijo: "No temáis, Yo he vencido al mundo". Todos a luchar detrás de Jesucristo en este año 1.978 el gran combate de nuestra fidelidad a Él hasta el fin.

Padre José Mª Alba Cereceda S.I. +
Enero de 1978

ORACIÓN Y ACCIÓN

 

La cuaresma que comienza nos llama a la penitencia y a la oración. Vamos a meditar tres minutos en ello. Dejando a un lado los juicios de valor, de los sucesos vividos los pasados días por la acción militar sobre el Parlamento y el Gobierno de la nación, todos vosotros, los jóvenes, os habéis admirdo y os ha seducido la decisión valiente y arriesgada del teniente Coronel Tejero, que impávido y fiel a su ideal, arrostró todas las consecuencias de una acción que a lo largo de todo su proceso no tendría titubeos ni vuelta atrás. De los labios de todos los jóvenes se ha escuchado la expresión unánime: ¡Qué tío! ¡Ése si que es un hombre de una pieza!

Pues bien, sin disminuir un ápice su categoría humana, militar y patriotica, y la admiración que levanta entre los jóvenes toda acción dificulosa y ardua al servicio de un ideal, me gustaría que reflexionarais en estas palabras de Donoso Cortés escritas al hablar de las soluciones fundamentales de los problemas políticos y sociales: "Si pudiéramos penetrar los secretos de Dios y de la Historia, nos habíamos de asombrar al ver los prodigiosos efectos de la oración, aún en las
cosas humanas. Para que la sociedad humana esté en reposo es necesario cierto equilibrio entre las oraciones y las acciones, entre la vida contemplativa y la activa. La clave de los grandes trastornos que padecemos, está quizá en el rompimiento de este equilibrio. Mi convicción en este punto es tan firme, que creo que si hubiera una sola hora de un solo día en que la tierra no enviara al cielo oración alguna, ese día y esa hora serían el último día y la última hora del Universo".

Hay que estar preparados para la acción. Hay que estar dispuestos para
la entrega total. Pero no hay que olvidar que la luz y la fuerza de toda acción vienen en la oración. Orar por España. Orar por la Iglesia. Orar por la salvación de todos los hombres. Ser hombres de oración. Y recordar en la acción, antes de toda acción y en la preparación de toda actividad exterior lo que nos enseña el Salmo: "Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la contruyen". Lo que refriéndose a Espana dijo taxativamente la Madre Maravillas: "España se salvará por la oración". Vivamos así toda la Cuaresma que ha de culminar en la Semana Santa y en los Ejercicios Espirituales. Hacernos hombre de oración para ser de verdad hombre de acción por la causa de Dios.

P. José María Alba Cereceda, S.J
1981

 

31 DE JULIO: SAN IGNACIO

 

 

En el día de San Ignacio, insigne español, paradigma del combatiente cristiano, mitad monje mitad soldado, traemos la oración a Santa María Reina que recitó el padre José María Alba Cereceda S.I., a los pies del Moncayo donde forjó su vocación sacerdotal.

SÚPLICA ANTE LA VIRGEN DE VERUELA

Ante el Moncayo blanco que al cielo sube erguido
está tu humilde trono de piedra y soledad
cercado de colinas y crestas militares,
hayedos, encinares y tierras de labrar.

Azules horizontes en las cumbres lejanas,
noches limpias, profundas, con estrellas sin fin,
marco espléndido y único de Virgen coronada,
Madre de juventudes que enseñaste a vivir.

Vivir para la gloria, la gloria de tu Hijo,
y extender por el mundo los campos del amor,
rotos los diques secos de humanos egoísmos,
sembrar hombro con hombro el Reino del Señor.

¿Qué torbellino ciego de odios y rencores,
de infamantes políticas, de traiciones a
Ti
ha dispersado el ímpetu de los jóvenes ríos,
ha hecho yermo su paso, vano, incoloro, gris?

¡Oh Virgen de Veruela que fuiste Capitana
de aquella Compañía dispuesta a bien luchar,
hoy solitaria y lejos, distante de esta hora
de la moda burguesa y el cómodo yantar!

¡Oh Virgen de Veruela, diminuta en tu Alcázar,
que aquellos caballeros que quisiste formar,
mientras el frío azota los chopos del camino,
vuelvan su rostro al viento, dispuestos a empezar!

Dejen atrás lo viejo, cadáver insepulto
de mentiras actuales, modernas y de ayer.
Vivan nueva aventura de Compañía nueva,
pobre, graciosa, humilde, de verdad en su
ser.

¡Oh virgen de Veruela, Reina desde de tu Alcázar
que enseñaste a tus hijos bravura y santa guerra,
haz que con las cruces que ungieron nuestros votos
volvamos con Ignacio a conquistar la tierra!

Y si por felonías farisaicas, hipócritas,
el humo del infierno ya envolvió tus majadas,
¡concédenos la sangre martirial que redima,
y que en manos de santos brillen cruces de espadas!


Padre José María Alba Cereceda S.I.

¿QUÉ HACER? ALGO MUY CONCRETO Y EFICAZ

REZAR EL ROSARIO CON AMOR Y CON DEVOCIÓN

San Juan Eudes, gran apóstol y devoto del Corazón Inmaculado de María escribía así en el siglo XVII: "Yo cedo gustosamente a todos la delantera en espíritu y talento, en ciencia y en todo lo demás, pero no sabría soportar que alguno me aventajare en el respeto, en la confianza y en el amor a la Madre de Dios".

Ese ha de ser el grito de toda la familia de AVE MARÍA. Los primeros en el sacrificio por la Virgen Santísima. Los primeros en propagar su devoción acendrada. Ahora, en el mes dedicado al Rosario, una vez más debemos insistir
en lo que la Santísima Virgen dijo a san Antonio María Claret: "Antonio, en el Rosario está cifrada la salvación de tu Patria".

Frente a la artillería satánica que está hundiendo nuestra pobre España en el materialismo más brutal y en la inmoralidad, con el desprecio de los mandamientos, ¿qué hacer?, se preguntan miles de almas buenas, desconcertadas ante el silencio de pastores y dirigentes de la sociedad. ¿Qué hacer cuando se contemplan los crímenes espantosos de la ETA? ¿Qué hacer cuando se venden en España cincuenta millares de ejemplares de revistas pornográficas? ¿Qué hacer ante el abominable infanticidio del aborto, la permisividad de las autoridades, la destrucción de la familia por el divorcio, la siembra de odio entre los españoles por obra
de los separatismos y de las fracciones políticas?

Nada y mucho. Al demonio no se le combate con asambleas, con manifestaciones, con encuestas, con lazos por las calles. La lucha de estos últimos tiempos es un combate espiritual. Solamente los cruzados que lleven el rosario en su manos y recen el Rosario con el sentido pedido por la Virgen a san Antonio María Claret, con el mismo fervor que nos enseñó el beato padre Pío, darán respuesta adecuada a los males que esclavizan nuestra Patria.

Es evidente que no se deben dejar por pereza todas las acciones y obras
buenas, tendentes a atajar los terribles males que nos aquejan. Pero el alma de todo ha de ser el Rosario. Si no hay Rosario, todo es inútil.

¡Devotos de María a lo san Juan Eudes: Rosario en mano para que venga el triunfo del Corazón Inmaculado de María!

Padre José María Alba Cereceda S.J.

DOS EMPRESAS DECISIVAS


La entrada en el nuevo milenio no es para el católico un simple cambio de fechas de calendario. Es la agobiante reflexión de que a los dos mil años de nuestra Redención solamente una pequeña parte de la Humanidad conoce a Cristo, invoca a María. La mayoría de los seis mil millones que pueblan la tierra está fuera de la Iglesia. Espantosa realidad.

En estos dos milenios ha habido santidad, heroísmo, apostolado, generosidad misionera a raudales. Las más preclaras inteligencias, los más grandes corazones han estado al servicio de Cristo Rey. Europa fue la cuna de la Cristiandad. Desde ella
se extendió la fe cristiana hasta donde ha llegado hoy. Pero al mismo tiempo Satanás ha ido trabajando para envenenar las inteligencias, crear falsas religiones, corromper las costumbres. Mas no ha parado aquí. Han sido los hijos de la Santa Iglesia los que, igual que nuestro Señor Jesucristo en el desierto –y especialmente en los últimos siglos–, han sufrido a lo largo de las generaciones humanas las tentaciones de las riquezas, de las divisiones, del poder mundano, de la pérdida de la identidad sobrenatural. De hecho, en el siglo XX, aparentemente las fuerzas del infierno han conseguido que se haya reducido más y más la minoría de los que siguen fielmente a nuestro Señor Jesucristo.

En este ambiente de descristianización, el Papa ha convocado frente al nuevo milenio, a los obispos de los cinco continentes, para espolear a toda la Iglesia a dos empresas decisivas: la unión de todos los cristianos con Roma y la nueva evangelización del mundo. Concretamente en el último sínodo de los obispos, que ha sido el de los de Europa, se ha puesto en carne viva el hecho del paganismo ambiental, la apostasía, la invasión de las sectas y de las falsas religiones, sobre
todo del islamismo, que llenan el vacío que ha producido la pérdida de la fe. Es vital detener esta marcha suicida, es preciso recobrar la identidad católica y lanzarse de nuevo a la conquista de los hombres para Cristo Rey. Éste es el grito del Papa que, como un nuevo Urbano II, nos convoca a una cruzada más difícil aún que la de los siglos gloriosos de la no menos gloriosa edad de fe, que fue la Edad Media.

La respuesta es muy sencilla, en medio de lo arduo de la tarea. Hemos de ponernos todos bajo la protección
de la Santísima Virgen, consagrar nuestras personas, nuestras familias, nuestros trabajos, nuestra Patria, la Iglesia y el mundo al Corazón Inmaculado de María. Sería precioso a los ojos de Dios que todos los lectores de AVE MARÍA empleáramos la fórmula de la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María que escribió el Papa Pío XII, incluyendo especialmente la consagración de Rusia, según los deseos de la Virgen.

El milenio empieza con graves amenazas para nuestra fe en todo el mundo, fruto de tantas décadas de materialismo e impiedad. No temamos, sin embargo. En medio de la tempestad en que
vivimos y que se aproxima con mayor violencia, miremos a la Estrella, e invoquemos a María. Ella vencerá una vez más a la serpiente infernal seductora de las naciones, e instauraurá, tras la purificación, el reinado de su Corazón Inmaculado. María nos llama a vivir como cristianos auténticos, dispuestos a morir por la salvación de nuestros prójimos. Testigos de Cristo hasta la muerte. Eso han de ser los hijos de la Virgen que Ella ha congregado en nuestra AVE MARÍA. Que Cristo reine en nuestras familias, en nuestra patria, en una cristiandad de pueblos de toda la tierra, bajo el amor de la Virgen Santísima.

Que el fuego que vino a traer a la tierra nuestro Señor Jesucristo nos devore. Que el mundo sea de Cristo.Y si ello exige el derramamiento martirial de nuestra sangre, dichosos seremos si, de la mano de María subimos al Calvario. La nueva era será de Cristo. Esa es nuestra oración. FIAT! FIAT!

José María Alba Cereceda S.J.

Ave María, Enero 2000

UNA LUZ DE DIOS - Recordando al Padre Alba.


"Y la Luz luce en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron" Jo, I, I-5 "Apareció un hombre, enviado de Dios, que se llamaba Juan" Jo, I, 1-5

Hubo un tiempo en que las tinieblas llenaron mi entendimiento, voluntad y corazón. La oscuridad se presentaba con amplia sonrisa, prometedora de grandes dones e inmensa felicidad. Éste fue el mayor motivo por el que su verdadera esencia pasaba desapercibida para mí. Y ella lo sabía verdaderamente. Así, la vida deviene en círculo cerrado en el que se cree vivir por uno y para uno, sin que se pueda ver más allá. Y en lo más hondo de esa sinrazón, el príncipe de este mundo emite su aguda carcajada, imposible de advertir para quien, como yo, se encontraba atrapado en
mitad de su principado, con sus falsas diversiones, sus equivocados ideales. ¡Cuántos errores en la juventud! ¡Cuánta desesperación e impotencia de los padres, cuya misión de guardia se veía frustrada por el ímpetu irresponsable de quien no ama ni deja que le amen!

Pero también hubo un tiempo –como lo habrá siempre- en que la Divina Providencia inspiró, a modo de estrellas permanentes y brillantes en la oscuridad de la noche, centinelas de Dios: luchadores natos, guardianes y defensores de la Santa Fe Católica; instrumentos en manos del Creador para propagar sus santas obras entre los hombres, en mitad
de las tinieblas; rescatadores de las almas de aquellos que se encuentran en manos del perverso "ángel de luz". En definitiva, caballeros contemporáneos, actores directos e inmediatos en los nobles combates de la Fe. Por ellos, como agentes del Señor, las cadenas se logran romper y la libertad para el pleno servicio a Cristo, alcanzar. Los que estaban cautivos debido al pecado, logran escapar; los que se encuentran bajo el dolor, se sienten aliviados; quiénes navegan sin rumbo, encuentran dirección. ¡Bravos paladines de la Fe, de los que cabe afirmar, quién como ellos!

Y de todos, una santa espada,
un robusto escudo, una venerable palabra... un halcón en las cotas más altas del amor a Cristo y a la Virgen Santísima: nuestro queridísimo y reverendísimo Padre José María Alba Cereceda, de la Compañía de Jesús.

Cristo quiso, en su infinita y bondadosa Divina Providencia, que fuera el Padre José María, directamente y mediante una de sus obras, el Colegio Corazón Inmaculado de María, el que me enseñara a conocer a un Dios que el mundo maquillaba, ignoraba y apartaba de su racionalista realidad, y de la que un servidor formaba parte.

El Padre Alba fue espada para mí, al
rasgar el velo de mi ceguera con su paciencia, descubriendo yo, así, la Verdad; fue escudo para mi, cuando, aún apartado del mal, las tentaciones asaltaban el alma poco entrenada todavía en los nobles combates de la Fe; fue palabra para mí, cuando, con sus consejos, acertaba, al seguirlos, encontrar el camino más próximo a Cristo... fue halcón para mí cuando, desde mi adolescencia y hasta más allá de su muerte, le he ido descubriendo como gigante autoridad y supremo ejemplo de obediencia, apartado y lejos de la vanidad del mundo, del diablo y de sus obras; le he ido descubriendo como hombre de Dios infatigable en la conquista de las almas de los hombres para Dios, lanzándose, para ello, desde los cielos de la gracia hasta los corazones de todos nosotros; escalador y peregrino incansable de las cimas de la santidad. ¡Cristo nos envía santos y nosotros conocemos y penetramos, gracias a ello, hondamente, en nuestra pequeñez! La pequeñez y el sabernos nada para, luego, con y en Cristo, mediando su Santísima Madre, serlo todo ¡Qué dicha la mía al ser testigo de un santo!

El Padre Alba no ha muerto, ni morirá jamás. Tan sólo ha finalizado
su vuelo y se ha reunido de forma absoluta, íntima y definitiva con Dios, Nuestro Señor. Sencillamente sé que el Padre está todavía más cerca de mí y de todos nosotros, porque ahora más le quiero y más le pido para que interceda ante el Altísimo. Así, el halcón de Dios descansa ya en las más altas cumbres.

Y por ello, hoy, como ayer, y por siempre, puedo afirmar con rotundidad y sin temor a equivocarme, que hubo un tiempo en que apareció un hombre, enviado de Dios, que se llamaba José María.

Jaime López Arboledas
Ex alumno y profesor del Colegio Corazón Inmaculado de María

Abogado

 

 

REY EN LA CRUZ, EN EL ALTAR, EN LA PATRIA

 

En la Solemnidad del Corpus Christi, Cristo Jesús, en Tí la Patria espera gloria, buscando con intenso ardor. Guíala Tú, bendice su bandera, dando a su faz magnífico esplendor. Salve Divino foco de amor. Salva a tu pueblo español, escucha su clamor.

¡Salva al pueblo español Divino Corazón!

 

 

No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.

 

¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido;

muéveme ver tu cuerpo tan herido;

muévenme tus afrentas y tu muerte.

 

Muéveme en fin, tu amor, y en tal manera

que aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno, te temiera.

 

No me tienes que dar porque te quiera,

pues aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.

 

 

A Jesús escondido en el Santísimo Sacramento -Santa Faustina-

 

Yo te adoro, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Yo te adoro por todos los trabajos de tus manos, que tu me revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia, O Señor.

 

Tu has esparcido tanta belleza sobre la tierra y esta me habla de tu belleza, aunque estas cosas hermosas son apenas una reflexión vaga de ti, belleza incompresible.

 

Y aunque Tu te has escondido y has escondido tu belleza, mis ojos, iluminados por la fe, te alcanzan y mi alma te reconoce como su creador, su mas altísimo bien, y mi corazón está completamente sumergido en oración y adoración.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Oración por la Patria -Padre José María Alba Cereceda S.J.

 

Divino Corazón de Jesús: Ante la vista de tantos males como presenciamos en nuestra Patria, como merecido castigo de nuestros públicos pecados, recurrimos a Vos, suplicando vuestra misericordia a favor de este pueblo de vuestra predilección. Acordaos de vuestra promesa de reinar en España y con más veneración que en otros partes. Que vuestro reinado de amor se establezca ya en nuestra querida España. Que prenda aquí con mayor fuerza ese fuego divino y de aquí se comunique por todo el mundo. Sea vuestro Divino Corazón, la victoriosa bandera que presida nuestras justas ansias de restauración tradicional y misionera y nos dé la victoria contra todos los enemigos de Dios y de la Patria. ¡Virgen del Pilar, Inmaculada Reina de España, acelerad el Reinado del Corazón de vuestro Hijo! Amén.