ACERTADAS MEDIDAS Y OPINIONES .

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Esta página es obra de La Sociedad Pro Misa Latina -Una Voce Cuba-

TODOS  LOS DERECHOS RESERVADOS.

El Tabernáculo en el centro.

 

Monseñor Daniel R. Jenny, Obispo de Peoria (USA), ha determinado que, en un plazo de cinco años, el Tabernáculo deberá estar en el centro de todas las parroquias y capillas de la diócesis. Presentamos la traducción de la carta y las directivas.

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1º de abril de 2010
Jueves Santo

 

Queridos sacerdotes, diáconos, religiosos y fieles de la diócesis de Peoria,

 

La Misa, por supuesto, es nuestro acto de culto más importante – la misma fuente y cumbre de todo lo que hacemos como Iglesia. Una profunda reverencia hacia el Sacramento reservado está intrínsecamente relacionada con la Liturgia Eucarística.

 

El Sacramento reservado debe, por lo tanto, ser tratado con el mayor respeto posible porque, en todo tiempo, al Santísimo Sacramento en el Tabernáculo, como en la Liturgia Eucarística, se le debe dar el culto llamado “latría”, que es la adoración dada al Dios Todopoderoso. Este deliberado honor es incomparablemente mayor que la reverencia que damos a los sacramentales, las imágenes sagradas, el baptisterio, los Santos Óleos, o el Cirio pascual. El Sacramento es reservado no sólo para que la Eucaristía pueda ser llevada a los moribundos o a los que no pueden asistir a Misa sino también como el corazón y el lugar de la oración y devoción de una parroquia.

 

En nuestra tradición católica tenemos un número de ritos con los que rodeamos el Tabernáculo. Cuando entramos o salimos de la Iglesia nos signamos con agua bendita, hacemos genuflexión hacia el Tabernáculo, nos preparamos para la Misa o damos gracias después de la Misa, concientemente en la presencia del Santísimo Sacramento. En las oraciones y devociones, durante la Liturgia de las Horas, en cualquier oración privada que tiene lugar en una Iglesia católica, oramos verdaderamente ante Cristo Resucitado sustancial y realmente presente en el Sacramento reservado en el Tabernáculo.

 

Estas convicciones católicas centrales y sus ramificaciones arquitectónicas han sido recientemente afirmadas por muchos obispos en los Estados Unidos. Como obispo de esta diócesis, estoy también convencido que el lugar donde ubicamos el Tabernáculo – y nuestra reverencia ritual hacia el Sacramento reservado – es tan importante para la continua catequesis eucarística como lo es toda nuestra predicación y enseñanza. Con Jesús verdaderamente Presente en el Santísimo Sacramento en el centro físico de nuestros lugares de culto, ¿cómo no va Él a transformarse más firmemente en el centro de nuestra vida espiritual?

 

Después de consultar con mi consejo presbiteral, pido, por tanto, que en aquellas pocas iglesias parroquiales y capillas donde el Tabernáculo no está en el centro en la parte posterior del santuario, que estos espacios sean rediseñados de tal forma que el Sacramento reservado quede ubicado en el centro. En algunos casos, este cambio puede ser fácilmente logrado, pero dadas las limitaciones financieras y de diseño, los planes para el rediseño pueden ser enviados a la oficina de Culto Divino en cualquier momento de los próximos cinco años. Las comunidades monásticas cuyas capillas están abiertas a los fieles como oratorios semipúblicos pueden también pedir una dispensa de esta regulación general según las normas de su tradición litúrgica particular. Pueden existir también capillas muy pequeñas en las que el cambio podría ser imposible. Estos pedidos deberán ser enviados por escrito a mi oficina.

 

Quisiera recordar a todos en nuestra diócesis que en la Misa, en conformidad con la Instrucción General del Misal Romano, el Tabernáculo debe ser reverenciado sólo al comienzo y al final de la liturgia, o cuando el Sacramento es tomado de o llevado nuevamente al Tabernáculo. En todos los demás momentos de la liturgia ha de reverenciarse al Altar del Sacrificio.

 

Es mi convicción que la Liturgia Eucarística y la devoción eucarística no están nunca en competición la una con la otra, sino que informan y fortalecen nuestro culto y reverencia. Que todos en nuestra diócesis crezcamos en un mayor amor y aprecio por el don de la Eucaristía.

 

Sinceramente en Cristo,

 

Rev. Daniel R. Jenky, C.S.C.

OBISPO DE PEORIA

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Fuente: The Catholic Post

 

Obispo de Peoria

Tomamos esta información del Padre Z. En esta oportunidad tenemos la carta que enviara el Monseñor John M. D’Arcy, Obispo de Fort Wayne-South Bend, en referencia a la ubicación que debe darse al Tabernáculo en su Diócesis. Vayamos al grano:

 

A los Sacerdotes, Diáconos, Religiosos y a Todos los Fieles,

 

La presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento es el centro de nuestra Fe, y de la vida devocional de nuestro pueblo católico.

 

En años recientes, la ubicación del Tabernáculo en nuestras iglesias se ha convertido en una fuente de controversia. Esto no debería se rasí. La Eucaristía, sea que nos refiramos a su celebración, o al lugar de su reserva, debe siempre ser un medio de unidad y comunión, nunca de división.

 

La ubicación del tabernáculo en nuestra iglesia debe reflejar nuestra Fe en la presencia real de Cristo, y siempre debe ser guiado por los documentos de la Iglesia.

 

Mi experiencia es que nuestro pueblo, con su instinto de Fe, siempre ha deseado que el Tabernáculo sea central y visible. A menudo encuentran confuso cuando el Tabernáculo en sus iglesias no está visible o central.

 

De acuerdo a mi responsabilidad de fomentar la vida devocional de nuestro pueblo,he solicitado a nuestra Oficina de Culto que prepara normas para la ubicación del Tabernáculo en esta diócesis. Estas normas fueron presentadas al Consejo de Presbíteros, a la Comisión de Liturgia, y al Comité de Atre y Ambiente. Consecuentemente, se prepararon refinamientos y mejoras al documento.

 

Estas normas son promulgadas para la Diócesis de Fort Wayne–South Bend, el 14 de Junio de 2009, Fiesta del Corpus Christi, el Cuerpo y la Sangre del Señor. Las mismas entrarán en vigencia el 4 de Agosto de 2009, Fiesta de San Juan María Vianney, el patrono de los sacerdotes, en cuyo honor el Santo Padre Benedicto XVI ha dedicado este año.

 

Animo a todos los sacerdotes a seguir estas normas cuidadosa y completamente, y mas importante aún, a promover la devoción al Santísimo Sacramento.

 

Con los mejores deseos y oraciones en nuestro Señor,

Reverendo John M. D’Arcy

Obispo de Fort Wayne-South Bend

El Crucifijo en el centro del altar

 

 

Continuamos ofreciendo las profundizaciones de la Oficina para las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice. En esta ocasión, el artículo dedicado al crucifijo en el centro del altar.

 

 

El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, en el n. 218, hace la pregunta: “¿Qué es la liturgia?”; y responde:

 

“La liturgia es la celebración del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio Pascual. Mediante el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo, se manifiesta y realiza en ella, a través de signos, la santificación de los hombres; y el Cuerpo Místico de Cristo, esto es la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público que se debe a Dios”.

 

A partir de esta definición, se comprende que en el centro de la acción litúrgica de la Iglesia está Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, y su Misterio pascual de Pasión, Muerte y Resurrección. La celebración litúrgica debe ser transparencia celebrativa de esta verdad teológica. Desde hace muchos siglos, el signo elegido por la Iglesia para la orientación del corazón y del cuerpo durante la liturgia es la representación de Jesús crucificado.

 

La centralidad del crucifijo en la celebración del culto divino se resaltaba mucho más en el pasado, cuando estaba vigente la costumbre de que tanto el sacerdote como los fieles se dirigieran durante la celebración eucarística hacia el crucifijo, puesto en el centro, sobre el altar, que normalmente estaba adosado a la pared. Por la actual costumbre de celebrar “hacia el pueblo”, con frecuencia el crucifijo es hoy colocado a un lado del altar, perdiendo de este modo la posición central.

 

El entonces teólogo y cardenal Joseph Ratzinger subrayó en varias ocasiones que, también durante la celebración “hacia el pueblo”, el crucifijo debería mantener su posición central, siendo por otro lado imposible pensar que la representación del Señor crucificado – que expresa su sacrificio y, por lo tanto, el significado más importante de la Eucaristía – pueda ser de alguna manera una molestia. Siendo Papa, Benedicto XVI, en el prefacio al primer volumen de sus Gesammelte Schriften, se ha dicho feliz por el hecho de que cada vez más se está abriendo camino la propuesta que él había hecho en su célebre ensayo Introducción al espíritu de la liturgia. Tal propuesta consistía en la sugerencia de “no proceder a nuevas transformaciones sino poner simplemente la cruz en el centro del altar, hacia la cual pueden mirar juntos el sacerdote y los fieles, para dejarse así conducir hacia el Señor, al cual todos juntos oramos”.

 

El crucifijo en el centro del altar recuerda muchos espléndidos significados de la sagrada liturgia, que pueden resumirse refiriendo el n. 618 del Catecismo de la Iglesia Católica, un pasaje que concluye con una bella cita de santa Rosa de Lima:

 

“La Cruz es el único sacrificio de Cristo «único mediador entre Dios y los hombres» (1 Tm 2,5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, «se ha unido en cierto modo con todo hombre» (GS 22,2), él «ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual» (GS 22,5). El llama a sus discípulos a «tomar su cruz y a seguirle» (Mt 16,24) porque él «sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas» (1 P 2, 21). Él quiere, en efecto, asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10,39; Jn 21,18-19; Col 1,24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35): «Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo» (Sta. Rosa de Lima, Vida)”.

 

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Fuente: Oficina para las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice

 

 

TESTIMONIO DE UN SACERDOTE


01/12/10. El reverendo Richard Simon, Párroco de Saint Lambert, en Skoikie, Illinois, EE.UU. ha oficiado una sola Misa ad orientem. Por ello ha tenido que enfrentarse a la ignorancia y a la virulencia de algunos de sus feligreses. Su testimonio lo ha plasmado en un triste pero interesantísimo artículo (que tienen en los enlaces en inglés y en francés). Analiza la tradición de la orientación sagrada en el culto sinagogal y en las diferentes liturgias cristianas, recuerda que ni una sola línea del Concilio Vaticano II prevé el cambio de orientación. Aún más, recuerda que la Ordenación General del Misal Romano especifica los seis momentos en que el celebrante debe VOLVERSE al pueblo -es decir conserva la orientación antigua- y califica por ello de "gran misterio de nuestro tiempo" el movimiento de los altares en el post-concilio.

 

 

 

Lamenta haber oficiado ad orientem, no por las críticas, sino por no poder continuar la que califica como una de las experiencias más bellas de su sacerdocio: "Nadie puede imaginar lo que es decir nosotros y nuestro Padre, a la cabeza de una asamblea íntegramente orientada en la misma dirección, en una expresión física de unidad... realicé hasta que punto hacía parte de una misma familia en la fe... (Ahora) desgraciadamente cada vez que oficie la Misa mirando a los fieles, y que ellos me miren oyendo Misa, pensaré lo que tendría que ser, lo que debería haber sido la Misa".

Reverend know-it-all (en inglés) / Fides et Ratio (en francés)

Mons. Slattery denuncia la hermenéutica de la discontinuidad

 Mass_Bishop Slattery_CCChapel_2010

 

 

La revista Eastern Oklahoma Catholic ha publicado la primera parte de un discurso pronunciado por Mons. Slattery, obispo de Tulsa, con ocasión del inicio del año académico del Thomas Aquinas College.En esta primera parte, el obispo norteamericano habla de la liturgia y la hermenéutica de la discontinuidad. En la edición de noviembre se publicará la segunda parte del discurso, que habla acerca de cómo la nueva traducción al inglés del Misal Romano “ofrece la oportunidad para un nuevo comienzo de una adecuada reforma litúgica”. Ofrecemos nuestra traducción de los extractos seleccionados por el blog The New Liturgical Movement.

 

Todo esto conduce a una importante consideración acerca de la necesidad de recibir de la Iglesia la Liturgia en lugar de tener que inventarla nuevamente domingo tras domingo, o que nuestros grupos de liturgia tengan que improvisar como aplicados zapateros. Lo más importante que podemos hacer para fomentar una liturgia auténtica, lo más importante que podemos hacer para implementar la visión del Concilio Vaticano II, es regresar a la noción de una liturgia recibida, una liturgia que nos llega ordenada y organizada apropiadamente, sin la necesidad de nuestra creatividad o ingenio para ser celebrada satisfactoriamente.

 

 

[...]

 

Al tratar de articular el sentido de pérdida y dislocación que acompañó el abrupto quiebre litúrgico que tuvo lugar en nuestras celebraciones litúrgicas en los años ’60, me siento atraído por el análisis de la situación del Cardenal Joseph Ratzinger. El Cardenal Ratzinger, ahora Su Santidad el Papa Benedicto XVI, describió el principio que legitimó este quiebre en nuestra tradición litúrgica como una hermenéutica o perspectiva de discontinuidad. Aquellos que aceptan esto – y su número aún es legión – muestran un primordial disgusto por todo lo que nos viene de la pasada generación.

 

Aceptada por liturgistas y profesores de seminarios, y desafortunadamente fomentada por sacerdotes, párrocos y obispos, esta hermenéutica requería un completo corte con todo lo que no fuese moderno o fuese incapaz de ser recreado en un estilo moderno. Esto era así, incluso si requería que la Iglesia renunciase a su antiguo patrimonio litúrgico y a mucho de su vocabulario teológico.

 

De este modo, los vasos sagrados y los ornamentos fueron descartados con fervor revolucionario, reemplazados con diseños nuevos y a menudo de mala calidad. Gestos antiquísimos como las genuflexiones y plegarias rituales como la acción de gracias antes y después de las comidas se convirtieron en fuente de escarnio y ocasión de burla. Aunque estos gestos y oraciones habían ofrecido a generaciones de católicos una forma concreta de expresar su fe, la hermenéutica de la discontinuidad demandó su remoción y la marginalización de aquellos que sostenían el antiguo modo de hacer las cosas.

 

Ámbito tras ámbito, el rico patrimonio del pasado fue descartado, no por ser incapaz de expresar o articular la enseñanza de la Iglesia, sino simplemente porque no era “nuevo”. Tenía que ser desmoronado para que pudiéramos hacerlo, recrearlo, en un estilo moderno.

"Los enemigos de la Misa antigua tienen corazones envenenados"

 

Presentamos esta noticia sobre la óptima aplicación de Summorum Pontificum y, más en general, de la visión litúrgica de Benedicto XVI, en una diócesis de Benín, país que será visitado por el Papa en noviembre del próximo año

 

El obispo Pascal N’Koué (51 años) de Natitingou, en Benín, ha celebrado la Misa antigua desde octubre de 2003 en su diócesis. Así puede leerse en su informe con ocasión del tercer aniversario del histórico Motu Proprio Summorum Pontificum.

 

Mons. N’Koué estudió en la Academia Diplomática Vaticana en Roma, a principios de los años noventa. Finalmente, fue activo como secretario de la Nunciatura en Panamá hasta su nombramiento como obispo diocesano. La ciudad de Natitingou, de 76000 habitantes, está ubicada en Benín noroccidental – no lejos de la frontera con Togo.

 

El Papa ha pedido a todos los obispos del mundo que realizasen un informe acerca de la Liturgia antigua en todas las diócesis. El autor del informe de la diócesis de Natitingou es el P. Denis Le Pivain, originario de Francia. Pertenece a la Sociedad Sacerdotal bi-ritual Totus Tuus. El informe fue publicado en el semanario de la diócesis de Natitingou.

 


Los enemigos de la Misa antigua tienen corazones envenenados

 

El informe explica que el antiguo Rito y la nueva Misa pueden existir juntos pacíficamente, y enriquecer el uno al otro. Los conflictos son generados por corazones enfermos y envenenados y por ideologías estrechas de mente. No hubo ningún inconveniente con ocasión del Motu Proprio en la diócesis de Natitingou.

 

El antiguo Rito mueve a los fieles por sí mismo

 

El informe explica que la Misa antigua es una oportunidad, especialmente para el clero joven de la diócesis.

 

El rito tradicional permite al sacerdote apreciar mejor el altar, el silencio sagrado, el misterio, las señales de la Cruz y las genuflexiones. El sacerdote también comprende mejor la celebración de cara a Dios, que el celebrante y los fieles miran juntos a la Cruz.

 

La Misa antigua permite una mejor comprensión de la nueva forma de celebrar la Eucaristía [Novus Ordo]. Muchos sacerdotes han comenzado a aprender la Misa antigua, sin ninguna presión por parte del obispo.

 

Allí donde las rúbricas de la Misa son interiorizadas, la Liturgia misma toca a los fieles con su belleza y profundidad. Entonces, ya no es necesario luchar para alcanzar el sentido del misterio, de lo santo, del culto, de la Majestad de Dios, o la participación activa en la Liturgia.

 

El antiguo Rito se corresponde con la mentalidad africana

 

El Canon Romano y los gestos litúrgicos en el Rito antiguo son más cercanos a la religiosidad y al sentir africanos – dice el informe.

 

“Es mi deseo que un día todos los sacerdotes sean capaces de celebrar en ambas formas”, explica el obispo.
Cita algunos ejemplos para el enriquecimiento del Novus Ordo. Por ejemplo, en Adiento y en Cuaresma, el sacerdote podría celebrar de cara al Señor. Esto vuelve la atención sobre el Misterio de la Cruz. El celebrante y el coro desaparecen ante la consideración de Dios. Mons. N’Koué explica que no está mandado en las rúbricas que desde el ofertorio se celebre de cara a los fieles.

 

También desea más latín en la Misa, y querría evitar instrumentos y música profanos. En su lugar, debería haber cantos gregorianos.

 

El obispo ha pedido a los sacerdotes que usen el Canon Romano los domingos y los días festivos. Esto facilitará su inculcación. Antes de dar la Comunión, el celebrante debe hacer la señal de la Cruz con la sagrada Hostia.

 

Fuente: La Buhardilla de Jerónimo