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 Benedicto XVI ha firmado y publicado el documento que liberaliza el uso del Misal Romano editado por el papa Juan XXIII en 1962. Entrevista al cardenal Darío Castrillón Hoyos, presidente de la Comisión pontificia «Ecclesia Dei»: «La primera evaluación errónea es decir que se trata de un regreso al pasado. No es así »

 

      El 7 de julio fue publicado finalmente el motu proprio Summorum pontificum de Benedicto XVI que prácticamente liberaliza el uso del Misal Romano de 1962. El motu proprio, que entrará en vigor el 14 de septiembre, establece que el Misal Romano promulgado por Pablo VI en 1970 es la expresión ordinaria de la lex orandi de la Iglesia católica de rito latino. El Misal promulgado por san Pío V y nuevamente editado por Juan XXIII ha de ser considerado como forma extraordinaria. De ninguna manera se ha de pensar en una división de la «ley de la fe», ya que se trata de «dos usos del único rito romano». Es lícito, por tanto, celebrar la misa según la edición típica del Misal Romano de 1962. Para ello, el motu proprio de Benedicto XVI indica nuevas reglas, que substituyen a las establecidas por los documentos anteriores, Quattuor abhinc annos de 1984 y Ecclesia Dei de 1988, en los que se concedía el indulto con el que se podía celebrar la misa denominada tridentina, pero sólo previa autorización del obispo local. Desde el 14 de septiembre en adelante, en cambio, ningún párroco o rector podrá impedir que en su propia iglesia se celebre la misa de san Pío V, siempre que los fieles que lo soliciten dispongan también de un sacerdote que esté dispuesto a hacerlo, sea idóneo y no tenga ningún impedimento jurídico. El motu proprio dispone además que el párroco puede conceder la licencia de usar el ritual antiguo en la administración de los sacramentos: bautismo, confesión, matrimonio y unción de los enfermos. A los ordinarios (obispos y superiores religiosos) se les concede también la facultad de celebrar con dicho ritual el sacramento de la confirmación.

 

 

 

 

 

 

 

 


     
El documento lleva adjunta una Carta dirigida a los obispos de todo el mundo en la que Benedicto XVI reafirma que «no hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum». Y recuerda que «en la historia de la liturgia hay crecimiento y progreso, pero ninguna ruptura».
     
30Días le ha pedido al cardenal Darío Castrillón Hoyos, colombiano, desde 2000 presidente de la Comisión pontificia «Ecclesia Dei» (además de prefecto de la Congregación para el Clero desde 1996 a 2006), que ilustre a nuestros lectores los contenidos más importantes del motu proprio Summorum pontificum.
     

      Eminencia, ¿cuál es el sentido de este motu proprio que liberaliza el uso del Misal llamado de san Pío V?
     
DARÍO CASTRILLÓN HOYOS: Cuando, después del Concilio Vaticano II, se dieron los cambios en la liturgia, grupos consistentes de fieles laicos y también de eclesiásticos se sintieron a disgusto porque estaban muy ligados a la liturgia en vigor desde hacía siglos. Pienso en los sacerdotes que durante cincuenta años habían celebrado la misa denominada de san Pío V y que de pronto debían celebrar otra, pienso en los fieles acostumbrados desde generaciones al viejo rito, pienso también en los niños como los monaguillos que improvisamente se sienten desorientados a la hora de ayudar a misa con el Novus ordo. Hubo, pues, malestar a varios niveles. Para unos era incluso de orden teológico, pues consideraba que el rito antiguo expresaba mejor que el nuevo el sentido del sacrificio. Otros, también por motivos culturales, recordaban con nostalgia el gregoriano y las grandes polifonías que eran un riqueza de la Iglesia latina. Y todo esto se agravaba porque quienes sentían este malestar imputaban estos cambios al Concilio, mientras que en realidad el Concilio en sí no había ni pedido ni previsto los detalles de estos cambios. La misa que celebraban los padres conciliares era la misa de san Pío V. El Concilio no había pedido la creación de un rito nuevo, sino un uso mayor de la lengua vernácula y una participación mayor de los fieles.
     
De acuerdo, este era el clima de hace cuarenta años. Pero hoy ya no está presente la generación que había manifestado ese malestar. No sólo: el clero y el pueblo se han acostumbrado al Novus ordo, y en la gran mayoría de los casos están muy bien con él…
     
CASTRILLÓN HOYOS: Exacto, la gran mayoría, si bien muchos de ellos no saben qué se ha perdido con el abandono del antiguo rito. Pero no todos se han acostumbrado al nuevo rito. Curiosamente también en las nuevas generaciones, tanto de clérigos como de laicos, parece florecer el interés y el aprecio por el rito anterior.

Y se trata de sacerdotes y fieles de a pie que a veces no tienen nada que ver con los llamados lefebvrianos. Son cuestiones de la Iglesia, que los pastores deben escuchar. Por esto Benedicto XVI, que es un gran teólogo con una sensibilidad litúrgica profunda, ha decidido promulgar el motu proprio.
     
¿Existía ya un indulto?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Sí, había un indulto, pero ya Juan Pablo II había comprendido que el indulto no había sido suficiente. En primer lugar, porque algunos sacerdotes y obispos eran reacios a aplicarlo, pero sobre todo porque los fieles que desean celebrar con el rito antiguo no deben ser considerados de segunda categoría. Se trata de fieles a los que hay que reconocer el derecho de oír una misa que ha alimentado al pueblo cristiano durante siglos, que ha alimentado la sensibilidad de santos como san Felipe Neri, don Bosco, santa Teresa de Lisieux, el beato Juan XXIII y al mismo siervo de Dios Juan Pablo II que, como decía, había comprendido el problema del indulto y, por tanto, pensaba en extender el uso del Misal de 1962. He de decir que en las reuniones con los cardenales y con los jefes de dicasterio, en las que se debatió esta disposición, las reservas eran de verdad mínimas. El papa Benedicto XVI, que ha seguido el proceso desde el principio, ha dado este paso importante ya imaginado por su gran predecesor. Se trata de una disposición petrina promulgada por amor a un tesoro litúrgico, como es la misa de san Pío V, y por amor de pastor a un considerable grupo de fieles.
     
Pero algunos exponentes del episcopado han manifestado sus reservas…
     
CASTRILLÓN HOYOS: Reservas que en mi opinión depende de dos errores. La primera evaluación errónea es decir que se trata de una vuelta al pasado. No es así. Porque nada se quita al Novus Ordo, que sigue siendo el modo ordinario de celebrar el único rito romano; mientras que los que quieran pueden celebrar la misa de san Pío V como forma extraordinaria.


     
Este es el primer error de los que no estaban de acuerdo con el motu proprio, y ¿el segundo?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Que se intenta disminuir el poder del episcopado. Pero tampoco es verdad. El Papa no ha cambiado el Código de derecho canónico. El obispo es el moderador de la liturgia en su propia diócesis. Pero a la Sede apostólica le compete ordenar la sagrada liturgia de la Iglesia universal. Y un obispo debe actuar en armonía con la Sede apostólica y debe garantizar a cada fiel sus propios derechos, incluido el de poder participar en la misa de san Pío V, como forma extraordinaria del rito.
Y, sin embargo, hay quien afirma que con este motu proprio Ratzinger «humilla el Concilio» y «hace un desaire» a sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II…
     
CASTRILLÓN HOYOS: Benedicto XVI sigue el Concilio, que no abrogó la misa de san Pío V ni pidió que se hiciera. Y sigue el Concilio que recomendó escuchar la voz y los deseos legítimos de los fieles laicos. Quienes afirman esas cosas deberían ver las miles de cartas que han llegado a Roma pidiendo la libertad de poder oír la misa a la que se sienten tan vinculados. Y no se contrapone a sus predecesores, a los que cita continuamente tanto en el motu proprio como en la carta autógrafa del Papa que acompaña su publicación. El papa Montini desde el principio concedió en algunos casos la posibilidad de celebrar la misa de san Pío V. Juan Pablo II, como dije antes, quería preparar un motu proprio semejante al que se ha publicado hoy.
     
También se ha planteado el peligro de que una pequeña minoría de fieles pueda imponer la misa de san Pío V a la parroquia.
     
CASTRILLÓN HOYOS: Es obvio que quien ha dicho esto no había leído el motu proprio. Está claro que a ningún párroco se le obligará a celebrar la misa de san Pío V. Sólo que si un grupo de fieles, con un sacerdote disponible para hacerlo, pide celebrar esta misa, el párroco o el rector de la iglesia no podrá oponerse. Claro está que si surgen dificultades será el obispo el que haga de manera tal que todo siga los cauces del respeto y diría del sentido común en armonía con el Pastor universal.
     
¿Pero no se corre el peligro con la introducción de dos formas, la ordinaria y la extraordinaria, en el rito latino de crear una confusión litúrgica en las parroquias y en las diócesis?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Si se hacen las cosas siguiendo el simple sentido común no se corre ningún peligro. Además, ya hay diócesis donde se celebra misa en varios ritos, desde el momento que viven en ellas comunidades de fieles latinos, greco-católicos ucranianos o rutenos, caldeos, etc… Pienso, por ejemplo, en algunas diócesis de los Estados Unidos, como Pittsburgh, que viven esta legítima variedad litúrgica como una riqueza, no como una tragedia. Existen asimismo parroquias donde hay ritos diferentes del rito latino, también de comunidades ortodoxas o precalcedonianas, sin que esto provoque escándalo. No veo, pues, peligros de confusión. Siempre que, lo repito, todo tenga lugar con orden y respeto recíproco.
     
Hay otros que consideran que el motu proprio va contra la unicidad del rito que querían los padres conciliares…
     
CASTRILLÓN HOYOS: Establecido que el rito romano sigue siendo único, aunque puede celebrarse de dos formas, permítame recordar que en la Iglesia latina nunca ha habido un único rito para todos. Hoy, por ejemplo, tenemos todos los ritos de la Iglesias orientales en comunión con Roma. Y también en la Iglesia latina hay otros ritos además del romano, como el ambrosiano o el mozárabe. La misma misa de san Pío V, cuando fue aprobada, no anuló todos los ritos anteriores, sino sólo aquellos que no tenían dos siglos de antigüedad por lo menos…
     
¿Abrogó alguna vez el Novus ordo la misa de san Pío V?
     
CASTRILLÓN HOYOS: El Concilio Vaticano II no lo hizo, y sucesivamente no ha habido nunca un acto positivo que lo haya establecido. Por tanto, formalmente la misa de san Pío V no ha sido nunca abrogada. Es sorprendente que aquellos que presumen de ser los intérpretes auténticos del Vaticano II den una interpretación, en campo litúrgico, tan restrictiva y poco respetuosa de la libertad de los fieles, haciendo pasar, además, este Concilio como más coercitivo incluso que el Concilio de Trento.
     
En el motu proprio no se establece un número mínimo de fieles necesario para solicitar la celebración de la misa de san Pío V. Y, sin embargo, en el pasado corrió la noticia de que se estaba pensando en un límite mínimo de treinta fieles…

 

 CASTRILLÓN HOYOS: Es la demostración evidente de que sobre este motu proprio se han contado muchas pseudo-noticias difundidas por quienes no habían leido los borradores o por quienes, de manera interesada, querían influir en su elaboración. He seguido todo el proceso que ha desembocado en la redacción final, y que yo recuerde en ningún borrador apareció nunca un límite mínimo de fieles, ni de treinta ni de veinte ni de cien.
     
¿Por qué se ha decidido presentar por adelantado, el 27 de junio, el texto del motu proprio a algunos eclesiásticos?
     
CASTRILLÓN HOYOS: El Papa no podía llamar a todos los obispos, y ha convocado a algunos prelados, por varios motivos especialmente interesados en la cuestión, representativos de todos los continentes. A ellos les presentó el texto ofreciendo la posibilidad de hacer observaciones. Todos los participantes tuvieron la posibilidad de hablar.
     
¿Salieron de este encuentro variaciones al texto que había sido preparado?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Se pidieron pequeñas variaciones lexicales, nada más, que han sido introducidas en el texto final.


     
¿Qué perspectivas puede abrir este motu proprio con los lefebvrianos?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Los seguidores de monseñor Lefebvre han pedido siempre la posibilidad de que todos los sacerdotes puedan celebrar la misa de san Pío V. Ahora esta facultad queda reconocida oficial y formalmente. Por otra parte el Papa reafirma que la misa que todos nosotros oficiamos cada día, la del Novus ordo, sigue siendo la modalidad ordinaria de celebrar el único rito romano. Y, por tanto, que no se puede negar ni el valor ni mucho menos la validez del Novus ordo. Esto debe quedar claro.
     
¿Aumentará el motu proprio la responsabilidad de «Ecclesia Dei»?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Esta Comisión fue fundada para recoger a los laicos y eclesiásticos que abandonaron el movimiento lefebvriano después de las consagraciones ilegítimas. Y de hecho luego trabajó también por un diálogo con la misma Fraternidad de san Pío X con vistas a la plena comunión. Hoy el motu proprio está dirigido a todos los fieles ligados a la misa de san Pío V, y no sólo a los que proceden, por así decir, del ambiente lefebvriano. Y esto obviamente presupone un trabajo más amplio.

 

 

 

Cardenal Luigi Poggi: “Nunca he dejado de celebrar con el Rito Tridentino”.

 

El Concilio Vaticano II no ha substituido el Rito Tridentino, sino que simplemente ha añadido otro. 

 

“Si algunos obispos o “Pastores celosos” han pensado que el Novus Ordo ha abrogado el Vetus Ordo, han cometido un grueso error”

 

“Es así, el Rito Tridentino contempla a un Dios joven y evidencia la belleza de una fe espontánea. Cómo decirlo, esta Misa contiene elementos lamentablemente descuidados en la visión racionalista del Novus Ordo: la capacidad de asombrarse, el misterio y la trascendencia.”

 

Entrevista que el reconocido periodista italiano Bruno Volpe ha realizado al Cardenal Luigi Poggi. El texto original se encuentra en Petrus.

 

El Cardenal Poggi, una vida entera al servicio de la gloriosa Tradición de la Iglesia: “Nunca he dejado de celebrar con el Rito Tridentino”

 

Ciudad del Vaticano - Tiene 91 años, pero conserva la lucidez y el entusiasmo de un jovencito. El cardenal Luigi Poggi, quien fuera Archivista y Bibliotecario de la Santa Sede, es uno de los pocos purpurados que, después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II ha continuado celebrando la Santa Misa con el Rito Tridentino en latín de San Pío V.

 

Eminencia, permítanos una provocación amigable: ¿por qué no se ha adecuado a la reforma?

 

Disculpe, pero ¿por qué me hace esta pregunta?, siempre he celebrado según el Misal de San Pío V que, es bueno recordarlo, el Concilio Vaticano II nunca ha abrogado.

 

Reformulamos la pregunta: ¿por qué ha elegido continuar con el Rito de San Pío V?

 

Así está mejor. Veamos: ninguno, y subrayo ninguno, está autorizado a cancelar la Tradición de la Iglesia, tanto menos el Concilio Vaticano II, el cual, que quede bien claro, tiene todo mi respeto. Pero, lo subrayo de nuevo, aquel Concilio no ha sustituido el Rito Tridentino, sino que simplemente ha añadido otro. Si luego algunos obispos o “Pastores celosos” han pensado que el Novus Ordo ha abrogado el Vetus Ordo, han cometido un grueso error.

 

Sabemos que de la Misa de San Pío V le gustan a usted los silencios, el mirar a Dios, a la Cruz…

 

¿Cómo podría ser de otro modo? Muchos se equivocan y analizan el problema reduciéndolo a la posición del celebrante. En ninguna parte está escrito que el sacerdote deba dirigirse hacia Oriente, sin embargo me parece que esa es la posición más correcta y teológicamente convincente. El sacerdote no es el protagonista de la Celebración Eucarística, pero habla en nombre de Cristo, por eso mira hacia la Cruz y al Sol naciente, esto es, al Verbo.

 

Introibo ad altare Dei …

Bellísima fórmula, que da plenamente la sensación y la idea de una procesión, de un devenir, de la indignidad del hombre para acercarse al Sacrificio Divino; pero especialmente me gusta subrayar la segunda parte …

 

Díganos.

“Qui laetificat juventutem meam”. No es una frase sin sentido, sino que testimonia la juventud de Dios y su inmensa misericordia; la misericordia del Padre que renueva en la fe a sus hijos donando la juventud y la frescura de los que creen. Es así, el Rito Tridentino contempla a un Dios joven y evidencia la belleza de una fe espontánea. Cómo decirlo, esta Misa contiene elementos lamentablemente descuidados en la visión racionalista del Novus Ordo: la capacidad de asombrarse, el misterio y la trascendencia.

 

Algunos estudiosos, religiosos e incluso rabinos, han hablado de rito antisemita.

 

Vea, he oído muchas inexactitudes pero, en serio, ésta supera a todas. El Rito Tridentino no quiere ofender a los judíos sino que pide simplemente la conversión. Tanto más siendo que, con extremo buen sentido, el Papa Benedicto XVI ha revisado la oración del Viernes Santo, deseando y confirmando el pedido de conversión de los judíos. A tal propósito, me permito afirmar que cada cristiano está llamado a convertir a los que no creen en Cristo. Por otro lado, ¿qué tiene de malo?

 

Cardenal Poggi, mientras tanto parece más cercana que nunca la paz oficial entre la Iglesia de Roma y los lefebvristas.

 

Espero vivamente que esto pueda suceder cuanto antes: no tiene sentido vivir separados.

 

Eminencia, a los 91 años ¿se siente joven?

 

Ciertamente. Con un Dios que “laetificat juventutem meam” ¿cómo no podría?

 

 

El cardenal Giovanni Battista Montini celebra la santa misa en la Catedral de Milán, según el rito ambrosiano, antes de la reforma conciliar, en la solemnidad del Corpus Christi, el 13 de junio de 1963

 

 

      Y, sin embargo, hay quien afirma que con este motu proprio Ratzinger «humilla el Concilio» y «hace un desaire» a sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II…
     
CASTRILLÓN HOYOS: Benedicto XVI sigue el Concilio, que no abrogó la misa de san Pío V ni pidió que se hiciera. Y sigue el Concilio que recomendó escuchar la voz y los deseos legítimos de los fieles laicos. Quienes afirman esas cosas deberían ver las miles de cartas que han llegado a Roma pidiendo la libertad de poder oír la misa a la que se sienten tan vinculados. Y no se contrapone a sus predecesores, a los que cita continuamente tanto en el motu proprio como en la carta autógrafa del Papa que acompaña su publicación. El papa Montini desde el principio concedió en algunos casos la posibilidad de celebrar la misa de san Pío V. Juan Pablo II, como dije antes, quería preparar un motu proprio semejante al que se ha publicado hoy.
     
También se ha planteado el peligro de que una pequeña minoría de fieles pueda imponer la misa de san Pío V a la parroquia.
     
CASTRILLÓN HOYOS: Es obvio que quien ha dicho esto no había leído el motu proprio. Está claro que a ningún párroco se le obligará a celebrar la misa de san Pío V. Sólo que si un grupo de fieles, con un sacerdote disponible para hacerlo, pide celebrar esta misa, el párroco o el rector de la iglesia no podrá oponerse. Claro está que si surgen dificultades será el obispo el que haga de manera tal que todo siga los cauces del respeto y diría del sentido común en armonía con el Pastor universal.
     
¿Pero no se corre el peligro con la introducción de dos formas, la ordinaria y la extraordinaria, en el rito latino de crear una confusión litúrgica en las parroquias y en las diócesis?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Si se hacen las cosas siguiendo el simple sentido común no se corre ningún peligro. Además, ya hay diócesis donde se celebra misa en varios ritos, desde el momento que viven en ellas comunidades de fieles latinos, greco-católicos ucranianos o rutenos, caldeos, etc… Pienso, por ejemplo, en algunas diócesis de los Estados Unidos, como Pittsburgh, que viven esta legítima variedad litúrgica como una riqueza, no como una tragedia. Existen asimismo parroquias donde hay ritos diferentes del rito latino, también de comunidades ortodoxas o precalcedonianas, sin que esto provoque escándalo. No veo, pues, peligros de confusión. Siempre que, lo repito, todo tenga lugar con orden y respeto recíproco.
     
Hay otros que consideran que el motu proprio va contra la unicidad del rito que querían los padres conciliares…
     
CASTRILLÓN HOYOS: Establecido que el rito romano sigue siendo único, aunque puede celebrarse de dos formas, permítame recordar que en la Iglesia latina nunca ha habido un único rito para todos. Hoy, por ejemplo, tenemos todos los ritos de la Iglesias orientales en comunión con Roma. Y también en la Iglesia latina hay otros ritos además del romano, como el ambrosiano o el mozárabe. La misma misa de san Pío V, cuando fue aprobada, no anuló todos los ritos anteriores, sino sólo aquellos que no tenían dos siglos de antigüedad por lo menos…
     
¿Abrogó alguna vez el Novus ordo la misa de san Pío V?
     
CASTRILLÓN HOYOS: El Concilio Vaticano II no lo hizo, y sucesivamente no ha habido nunca un acto positivo que lo haya establecido. Por tanto, formalmente la misa de san Pío V no ha sido nunca abrogada. Es sorprendente que aquellos que presumen de ser los intérpretes auténticos del Vaticano II den una interpretación, en campo litúrgico, tan restrictiva y poco respetuosa de la libertad de los fieles, haciendo pasar, además, este Concilio como más coercitivo incluso que el Concilio de Trento.
     
En el motu proprio no se establece un número mínimo de fieles necesario para solicitar la celebración de la misa de san Pío V. Y, sin embargo, en el pasado corrió la noticia de que se estaba pensando en un límite mínimo de treinta fieles…
     
CASTRILLÓN HOYOS: Es la demostración evidente de que sobre este motu proprio

El cardenal Ratzinger celebra la santa misa según el rito de san Pío V en el seminario de la fraternidad sacerdotal San Pedro, en Wigratzbad, Baviera, en abril de 1990

 

se han contado muchas pseudo-noticias difundidas por quienes no habían leido los borradores o por quienes, de manera interesada, querían influir en su elaboración. He seguido todo el proceso que ha desembocado en la redacción final, y que yo recuerde en ningún borrador apareció nunca un límite mínimo de fieles, ni de treinta ni de veinte ni de cien.
     
¿Por qué se ha decidido presentar por adelantado, el 27 de junio, el texto del motu proprio a algunos eclesiásticos?
     
CASTRILLÓN HOYOS: El Papa no podía llamar a todos los obispos, y ha convocado a algunos prelados, por varios motivos especialmente interesados en la cuestión, representativos de todos los continentes. A ellos les presentó el texto ofreciendo la posibilidad de hacer observaciones. Todos los participantes tuvieron la posibilidad de hablar.
     
¿Salieron de este encuentro variaciones al texto que había sido preparado?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Se pidieron pequeñas variaciones lexicales, nada más, que han sido introducidas en el texto final.
     
¿Qué perspectivas puede abrir este motu proprio con los lefebvrianos?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Los seguidores de monseñor Lefebvre han pedido siempre la posibilidad de que todos los sacerdotes puedan celebrar la misa de san Pío V. Ahora esta facultad queda reconocida oficial y formalmente. Por otra parte el Papa reafirma que la misa que todos nosotros oficiamos cada día, la del Novus ordo, sigue siendo la modalidad ordinaria de celebrar el único rito romano. Y, por tanto, que no se puede negar ni el valor ni mucho menos la validez del Novus ordo. Esto debe quedar claro.
     
¿Aumentará el motu proprio la responsabilidad de «Ecclesia Dei»?
     
CASTRILLÓN HOYOS: Esta Comisión fue fundada para recoger a los laicos y eclesiásticos que abandonaron el movimiento lefebvriano después de las consagraciones ilegítimas. Y de hecho luego trabajó también por un diálogo con la misma Fraternidad de san Pío X con vistas a la plena comunión. Hoy el motu proprio está dirigido a todos los fieles ligados a la misa de san Pío V, y no sólo a los que proceden, por así decir, del ambiente lefebvriano. Y esto obviamente presupone un trabajo más amplio.

 

Entrevistas

El P. Pío de Pietrelcina: Siempre fiel a la Misa Tradicional.

 

En 1974 se publicó una obra en italiano, titulada «Cosí parlò Padre Pio»: «Así habló el Padre Pio» (San Giovanni Rotondo, Foggia, Italia), con el imprimatur de Mons. Fanton, obispo auxiliar de Vincencia.

En este presente trabajo sacamos algunos pasajes en los que el Padre Pío hablaba de la Santa Misa:

 

 

 

 

Padre, ¿ama el Señor el Sacrificio?

Sí, porque con él regenera el mundo.

 

¿Cuánta gloria le da la Misa a Dios?

Una gloria infinita.

 

¿Qué debemos hacer durante la Santa Misa?

Compadecernos y amar.

 

Padre, ¿cómo debemos asistir a la Santa Misa?

Como asistieron la Santísima Virgen y las piadosas mujeres. Como asistió San Juan al Sacrificio Eucarístico y al Sacrificio cruento de la Cruz.

 

Padre, ¿qué beneficios recibimos al asistir a la Santa Misa?

No se pueden contar. Los veréis en el Paraíso. Cuando asistas a la Santa Misa, renueva tu fe y medita en la Víctima que se inmola por ti a la Divina Justicia, para aplacarla y hacerla propicia. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y de amor a Jesús, crucificado por tu salvación. La Virgen Dolorosa te acompañará y será tu dulce inspiración.

 

 

 

 

 

Padre, ¿qué es su Misa?

Una unión sagrada con la Pasión de Jesús. Mi responsabilidad es única en el mundo -decía llorando.

¿Qué tengo que descubrir en su Santa Misa?

Todo el Calvario.

Padre, dígame todo lo que sufre Vd. durante la Santa Misa.

Sufro todo lo que Jesús sufrió en su Pasión, aunque sin proporción, sólo en cuanto lo puede hacer una criatura humana. Y esto, a pesar de cada uno de mis faltas y por su sola bondad.

Padre, durante el Sacrificio Divino, ¿carga Vd. nuestros pecados?

No puedo dejar de hacerlo, puesto que es una parte del Santo Sacrificio.

¿El Señor le considera a Vd. como un pecador?

No lo sé, pero me temo que así es.

Yo lo he visto temblar a Vd. cuando sube las gradas del Altar. ¿Por qué? ¿Por lo que tiene que sufrir?

No por lo que tengo que sufrir, sino por lo que tengo que ofrecer.

¿En qué momento de la Misa sufre usted más?

En la Consagración y en la Comunión.

Padre, esta mañana en la Misa, al leer la historia de Esaú, que vendió su primogenitura, sus ojos se llenaron de lágrimas.

¡Te parece poco, despreciar los dones de Dios!

¿Por qué, al leer el Evangelio, lloró cuando leyó esas palabras: «Quien come mi carne y bebe mi sangre»...?

Llora conmigo de ternura.

Padre, ¿por qué llora Vd. casi siempre cuando lee el Evangelio en la Misa?

Nos parece que no tiene importancia el que un Dios le hable a sus criaturas y que ellas lo contradigan y que continuamente lo ofendan con su ingratitud e incredulidad.

Su Misa, Padre, ¿es un sacrificio cruento?

¡Hereje!

Perdón, Padre, quise decir que en la Misa el Sacrificio de Jesús no es cruento, pero que la participación de Vd. a toda la Pasión si lo es. ¿Me equivoco?

Pues no, en eso no te equivocas. Creo que seguramente tienes razón.

¿Quien le limpia la sangre durante la Santa Misa?

Nadie.

Padre, ¿por qué llora en el Ofertorio?

¿Quieres saber el secreto? Pues bien: porque es el momento en que el alma se separa de las cosas profanas.

Durante su Misa, Padre, la gente hace un poco de ruido.

Si estuvieses en el Calvario, ¿no escucharías gritos, blasfemias, ruidos y amenazas? Había un alboroto enorme.

¿No le distraen los ruidos?

Para nada.

Padre, ¿por qué sufre tanto en la Consagración?

No seas malo... (no quiero que me preguntes eso...).

Padre, ¡dígamelo! ¿Por qué sufre tanto en la Consagración?

Porque en ese momento se produce realmente una nueva y admirable destrucción y creación.

Padre, ¿por qué llora en el Altar y qué significan las palabras que dice Vd. en la Elevación? Se lo pregunto por curiosidad, pero también porque quiero repetirlas con Vd.

Los secretos de Rey supremo no pueden revelarse sin profanarlos. Me preguntas por qué lloro, pero yo no quisiera derramar esas pobres lagrimitas sino torrentes de ellas. ¿No meditas en este grandioso misterio?

Padre, ¿sufre Vd. durante la Misa la amargura de la hiel?

Sí, muy a menudo...

Padre, ¿cómo puede estarse de pie en el Altar?

Como estaba Jesús en la Cruz.

En el Altar, ¿está Vd. clavado en la Cruz como Jesús en el Calvario?

¿Y aún me lo preguntas?

¿Como se halla Vd.?

Como Jesús en el Calvario.

Padre, los verdugos acostaron la Cruz de Jesús para hundirle los clavos?

Evidentemente.

¿A Vd. también se los clavan?

¡Y de qué manera!

¿También acuestan la Cruz para Vd.?

Sí, pero no hay que tener miedo.

Padre, durante la Misa, ¿dice Vd. las siete palabras que Jesús dijo en la Cruz?

Sí, indignamente, pero también yo las digo.

Y ¿a quién le dice: «Mujer, he aquí a tu hijo»?

Se lo digo a Ella: He aquí a los hijos de Tu Hijo.

¿Sufre Vd. la sed y el abandono de Jesús?

Sí.

¿En qué momento?

Después de la Consagración.

¿Hasta qué momento?

Suele ser hasta la Comunión.

Vd. ha dicho que le avergüenza decir: «Busqué quien me consolase y no lo hallé». ¿Por qué?

Porque nuestro sufrimiento, de verdaderos culpables, no es nada en comparación del de Jesús.

¿Ante quién siente vergüenza?

Ante Dios y mi conciencia.

Los Ángeles del Señor ¿lo reconfortan en el Altar en el que se inmola Vd.?

Pues... no lo siento.

Si el consuelo no llega hasta su alma durante el Santo Sacrificio y Vd. sufre, como Jesús, el abandono total, nuestra presencia no sirve de nada.

La utilidad es para vosotros. ¿Acaso fue inútil la presencia de la Virgen Dolorosa, de San Juan y de las piadosas mujeres a los pies de Jesús agonizante?

¿Qué es la sagrada Comunión?

Es toda una misericordia interior y exterior, todo un abrazo. Pídele a Jesús que se deje sentir sensiblemente.

Cuando viene Jesús, ¿visita solamente el alma?

El ser entero.

¿Qué hace Jesús en la Comunión?

Se deleita en su criatura.

Cuando se une a Jesús en la Santa Comunión, ¿que quiere que le pidamos al Señor por Vd.?

Que sea otro Jesús, todo Jesús y siempre Jesús.

¿Sufre Vd. también en la Comunión?

Es el punto culminante.

Después de la Comunión, ¿continúan sus sufrimientos?

Sí, pero son sufrimientos de amor.

¿A quién se dirigió la última mirada de Jesús agonizante?

A su Madre.

Y Vd., ¿a quién mira?

A mis hermanos de exilio.

¿Muere Vd. en la Santa Misa?

Místicamente, en la Sagrada Comunión.

¿Es por exceso de amor o de dolor?

Por ambas cosas, pero más por amor.

Si Vd. muere en la Comunión ¿ya no está en el Altar? ¿Por qué?

Jesús muerto, seguía estando en el Calvario.

Padre, Vd. a dicho que la víctima muere en la Comunión. ¿Lo ponen a Vd. en los brazos de Nuestra Señora?

En los de San Francisco.

Padre, ¿Jesús desclava los brazos de la Cruz para descansar en Vd.?

¡Soy yo quien descansa en El!

¿Cuánto ama a Jesús?

Mi deseo es infinito, pero la verdad es que, por desgracia, tengo que decir que nada, y me da mucha pena.

Padre, ¿por qué llora Vd. al pronunciar la última frase del Evangelio de San Juan: «Y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad»?

¿Te parece poco? Si los Apóstoles, con sus ojos de carne, han visto esa gloria, ¿cómo será la que veremos en el Hijo de Dios, en Jesús, cuando se manifieste en el Cielo?

¿Qué unión tendremos entonces con Jesús?

La Eucaristía nos da una idea.

¿Asiste la Santísima Virgen a su Misa?

¿Crees que la Mamá no se interesa por su hijo?

¿Y los ángeles?

En multitudes.

¿Qué hacen?

Adoran y aman.

Padre, ¿quién está más cerca de su Altar?

Todo el Paraíso.

¿Le gustaría decir más de una Misa cada día?

Si yo pudiese, no querría bajar nunca del Altar.

Me ha dicho que Vd. trae consigo su propio Altar...

Sí, porque se realizan estas palabras del Apóstol: «Llevo en mi cuerpo las señales del Señor Jesús» (Gal. 6, 17), «estoy crucificado con Cristo» (Gal. 2, 19) y «castigo mi cuerpo y lo esclavizo» (I Cor. 9, 27).

¡En ese caso, no me equivoco cuando digo que estoy viendo a Jesús Crucificado!

(No contesta).

Padre, ¿se acuerda Vd. de mí durante la Santa Misa?

Durante toda la Misa, desde el principio al fin, me acuerdo de tí.

La Misa del Padre Pío en sus primeros años duraba más de dos horas. Siempre fue un éxtasis de amor y de dolor. Su rostro se veía enteramente concentrado en Dios y lleno de lágrimas. Un día, al confesarme, le pregunté sobre este gran misterio:

Padre, quiero hacerle una pregunta.

Dime, hijo.

Padre, quisiera preguntarle qué es la Misa.

¿Por qué me preguntas eso?

Para oírla mejor, Padre.

Hijo, te puedo decir lo que es mi Misa.

Pues eso es lo que quiero saber, Padre.

Hijo mío, estamos siempre en la cruz y la Misa es una continua agonía.

 

 

Tradición Católica de noviembre de 1998

 

 

“Sería más fácil que la tierra se rigiera sin el sol, que sin la santa Misa”.

 

Conquistados por la Forma Extraordinaria

 

 

Presentamos la traducción de la sección dedicada a la Liturgia de una entrevista concedida por el P. Alessandro M. Apollonio, rector del Seminario teológico de los Franciscanos de la Inmaculada, al sitio web Paix Liturgique.

 

La vocación de un Seminario es dar sacerdotes a la Santa Iglesia. Este año, ocho de vuestros hermanos serán ordenados en Florencia, en la Fiesta de la Anunciación, el 25 de marzo. El año pasado, la ceremonia tuvo lugar en Tarquinia y, por primera vez e la historia de vuestro instituto, el Sacramento del Orden fue conferido a cinco de vuestros hermanos según la Forma Extraordinaria del Rito Romano. Monseñor Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica, ofició la Misa. Este año, el Cardenal Rodé, otro prelado de la Curia, Prefecto de la Congregación para los Institutos de

 

Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, será el celebrante. Una vez más, la Misa Pontifical será según la forma antigua: ¿podemos concluir que la Forma Extraordinaria del Rito Romano se ha convertido ahora en el modo ordinario de vuestras ordenaciones al sacerdocio?

 

Sí, en cuanto el Papa lo permite, en el sentido de ser la forma preferida, no la exclusiva.

 

¿Y eso que significa?

 

Permitidme interpretar el pensamiento de nuestro Superior, el Padre Manelli. Dado que la Forma Extraordinaria es la forma litúrgica más cercana a nuestra espiritualidad, en cuanto el Papa lo permita, preferiremos el antiguo Rito para nuestras ordenaciones. Por supuesto, si mañana tenemos que ordenar algunos hermanos directamente en África o en los Estados Unidos y el obispo prefiere celebrar según el Novus Ordo, las ordenaciones serán según la liturgia moderna en su forma más solemne.

 

¿Qué es lo que hace a vuestra espiritualidad particularmente cercana al Rito antiguo?

 

Nuestra espiritualidad franciscana y mariana está caracterizada por ser teocéntrica, cristocéntrica y mariocéntrica. Dios, el Dios-Hombre y la Corredentora Inmaculada son centrales a nuestra vocación. Y, en sus dimensiones sacrificial y mística, la liturgia tradicional responde realmente en manera adecuada a nuestra espiritualidad. Sólo hay salvación en Dios hecho Hombre en el seno de la Virgen, muerto en la Cruz y Resucitado, y la liturgia milenaria de la Iglesia nos recuerda constantemente esto, incluso en sus detalles más imperceptibles.

 

Si los hermanos entran en el sacerdocio por medio del antiguo Rito, parecería natural que pudieran disfrutar de sus tesoros cada día: ¿Cuál es vuestra posición acerca del breviario, por ejemplo? ¿Pueden vuestros sacerdotes usar el tradicional?

 

Es así, para acompañar el crecimiento espiritual de cada sacerdote y de nuestra familia religiosa en su conjunto, el breviario tradicional es una herramienta valiosa. Tanto que en el seminario, para todas nuestras funciones en coro, es ahora el que usamos. Para la recitación personal, o en la misión, los hermanos pueden, no obstante, usar el breviario de Pablo VI.

 

¿Cuánto habéis avanzado en la implementación del motu proprio Summorum Pontificum en vuestras casas?

 

En Italia, la Forma Extraordinaria es la forma de nuestras Misas conventuales, recomendada por el Padre Fundador, tanto para los hermanos como para las hermanas, y se está celebrando cada vez más en nuestras ceremonias públicas también en las parroquias donde tenemos el consentimiento del obispo. En el extranjero, las cosas se hacen según las necesidades locales. Por ejemplo, en los Estados Unidos, en orden a evitar prudentemente cualquier tipo de confusión, las cosas se desarrollan a un paso más lento que en Italia. Sin embargo, desde Brasil hasta Filipinas, la Forma Extraordinaria conquista más y más las almas de nuestros hermanos y hermanas franciscanos de la Inmaculada.

 

 

Fuente: The New Liturgical Movement

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

JUSTICIA A MONSEÑOR BARTOLUCCI.

21/08/09. Uno de los nuevos cardenales es Monseñor Domenico Bartolucci. Nombrado por el Papa Pío XII Maestro de Capilla perpetuo de la Capilla Sixtina, pero defenestrado en 1997 por el infausto arzobispo Piero Marini, Monseñor Bartolucci ve ahora premiados sus sufrimientos con su ascensión al cardenalato. Recordamos que este ilustre músico nonagenario no ha dejado nunca de oficiar la Misa tradicional desde su ordenación y, por contra, jamás ofició el Novus Ordo. Estamos, pues, ante un nuevo cardenal cien por cien tradicional.

-Monseñor Domenico Bartolucci será elevado al Cardenalato por Benedicto XVI pero por su edad no entrará al próximo cónclave

 

-Jamás celebró la Misa reformada por Pablo VI y critica los abusos litúrgicos y el movimiento modernista en la Iglesia

 

Mons. Domenico Bartolucci, actualmente de 93 años, fue nombrado por Pío XII Maestro “ad vitam” de la Capilla Sixtina, y fue alejado del cargo en 1997, concedió una entrevista publicada -hace un año- por el blog La Buhardilla de Jerónimo. Bartolucci ha sido recientemente designado Cardenal, nacido en Borgo San Lorenzo de Florencia, Italia, el 7 de mayo de 1917. Pero además es músico y prelado de honor, habiendo recibido la ordenación presbiterial en Florencia en 1939.

 

 

La designación de Mons. Domenico Bartolucci como Cardenal es una clara señal de lo que pide el Papa: Tradición y Liturgia unida a la Teología y la Doctrina, descartando los abusos litúrgicos y las “modas teológicas” que afectan a la eternidad de la Iglesia.

 

La Misa de Siempre

 

En dicha entrevista, preguntado sobre la publicación del Motu Proprio “Summorum Pontificum”, respondió que la “Misa de siempre… yo siempre la he celebrado ininterrumpidamente, a partir de mi ordenación… tendría dificultad, en cambio, no habiéndola dicho nunca, en celebrar la Misa del rito moderno”.

 

Mons. Domenico Bartolucci ahora es Cardenal. Efectivamente, se trata de un Cardenal que jamás ha dicho la Misa de la Reforma Litúrgica efectuada con posterioridad al Concilio Vaticano II.

 

El Cardenal reconoce que la Misa de San Pío V nunca fue abolida: “Son las palabras del Santo Padre, aún si algunos fingen no entenderlas y si muchos en el pasado han sostenido lo contrario”.

 

Criticas de los denigradores

 

Acerca de la crítica efectuada por “los denigradores de la Misa antigua” al afirmar que esta no es “participada”, Bartolucci respondió entonces: “¡No digamos disparates! He conocido la participación de los tiempos antiguos tanto en Roma, en la Basílica, como en el mundo, como aquí abajo en el Mugello, en esta parroquia de este bello pueblo, un templo poblado de gente llena de fe y de piedad. El Domingo, en las vísperas, el sacerdote habría podido limitarse a entonar el “Deus in adiutorium meum intende” y luego ponerse a dormir sobre el asiento… los campesinos habrían continuado solos y los jefes de familia habrían pensado en entonar las antífonas”.

 

Acerca del “actual estilo litúrgico”, en que muchos consideran que es lícito bailar y cantar alegremente cuando se produce la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo en la Misa, que se difunde en muchos movimientos actuales, el Cardenal respondió: “uno se pregunta si esta gente leyó alguna vez el Evangelio; Nuestro Señor mismo lloró sobre Lázaro y su muerte. Aquí, con este sentimentalismo insípido, no se respeta ni siquiera el dolor de una madre. Yo les habría mostrado cómo asistía el pueblo a una Misa de difuntos, con qué compunción y devoción se entonaba aquel magnífico y tremendo “Dies Irae”.”

 

Sobre la crítica de que “la gente no entendía”, pregunta Mons. Bartolucci “¿han leído alguna vez a San Pablo: “no importa saber más allá de lo necesario”, “es necesario amar el conocimiento ‘ad sobrietatem’”. De aquí a algunos años se intentará entender la transubstanciación como se explica un teorema de matemática. ¡Pero si ni siquiera el sacerdote puede comprender hasta el fondo tal misterio!”

 

Liturgia y Teología

 

El Cardenal detalló que los liturgistas no pueden escindir la Liturgia de la Teología, y que hubo una moda en que “todos hablaban, todos “renovaban”, todos pontificaban, en la estela del sentimentalismo, de reformas. Y las voces que se levantaban en defensa de la Tradición bimilenaria de la Iglesia eran hábilmente calladas. Se inventó una especie de “liturgia del pueblo”… cuando escuchaba estas frases, me venían en mente las palabras de mi profesor del seminario que decía: “la liturgia es del clero para el pueblo”, ella desciende de Dios y no sale desde abajo... Las jóvenes generaciones de sacerdotes son, tal vez, mejores que las que las han precedido… están llenos de buenos sentimientos pero les falta formación”.

 

Acerca del Seminario, expresó que se debe querer el Seminario. “Una retórica tonta dio la imagen de que el seminario arruina al sacerdote, de que los seminaristas, alejados del mundo, permanecen encerrados en sí mismos y distantes de la gente. Todas fantasías para disipar una riqueza formativa plurisecular y para remplazarla luego con nada”.

 

Además definió claramente: “defender el rito antiguo no es ser del pasado sino ser “de siempre”. Vea, se comete un error cuando a la Misa tradicional se la llama “Misa de San Pío V” o “Tridentina”, como si fuese la Misa de una época particular: es nuestra Misa, la romana, es universal en los tiempos y en los lugares, una única lengua desde la Oceanía hasta el Ártico... Una vez estábamos reunidos en compañía de un Obispo, cuyo nombre no recuerdo, en una pequeña iglesia del Mugello, y llegó la noticia de la repentina muerte de un hermano nuestro, propusimos celebrar enseguida una Misa pero nos dimos cuenta de que sólo había misales antiguos. El Obispo rechazó categóricamente celebrar. No lo olvidaré nunca y reitero que la continuidad de la liturgia implica que, salvo minucias, se pueda celebrar hoy con aquel viejo misal polvoriento tomado de un estante y que hace cuatro siglos sirvió a un predecesor mío en el sacerdocio”.

 

Señala que el Novus Ordo Missae tiene deficiencias evidentes

 

El Cardenal además se opone terminantemente a una “reforma de la reforma” y señala que el hecho de que "el nuevo rito tenga deficiencias es ya una evidencia para todos", además de que el Papa ha dicho y escrito varias veces que se debería “mirar al antiguo” rito. Y concluye: “Dios nos guarde de la tentación de los líos híbridos; la Liturgia, con la “ele” mayúscula, es la que nos viene de los siglos, ella es la referencia, no se la debe corromper con compromisos “a Dio spiacenti e a l’inimici sui” [que desagradan a Dios y a sus enemigos].”

 

Sin embargo, también afirmó que “cuando se renuncia a la perennidad de la tradición para hundirse en el tiempo, se está condenado al cambiar de las modas”.

 

Relató una anécdota aleccionadora: “Me viene a la mente la Reforma de Semana Santa de los años cincuenta, hecha con una cierta prisa bajo un Pío XII ya cansado. Y bien, sólo algunos años después, bajo el pontificado de Juan XXIII (quien, más allá de lo que se diga, en liturgia era de un tradicionalismo convencido y conmovedor), me llegó una llamada de Mons. Dante, ceremoniero del Papa, que me pedía preparar el “Vexilla Regis” para la inminente celebración del Viernes Santo. Respondí: “pero lo han abolido”. Se me respondió: “el Papa lo quiere”. En pocas horas, organicé las repeticiones de canto y, con gran alegría, cantamos de nuevo lo que la Iglesia había cantado por siglos en aquel día. ¡Todo esto para decir que, cuando se hacen desgarros en el tejido litúrgico, esos agujeros son difíciles de cubrir y se ven! Nuestra liturgia plurisecular debemos contemplarla con veneración y recordar que, en el afán de “mejorarla”, corremos el riesgo de hacerle sólo daños”.

 

Música y Liturgia

 

Acerca de la música en la liturgia, denunció que “el melindroso cecilianismo, al cual ciertamente Perosi no fue ajeno, introdujo con sus aires pegadizos un sentimentalismo romántico nuevo, que nada tenía que ver con aquella densidad elocuente y sólida de Palestrina. Ciertas extravagancias de Solesmes habían cultivado un gregoriano susurrado, fruto también de aquella pseudo restauración medievalizante que tanta suerte tuvo en el siglo XIX. Cundía la idea de la oportunidad de una recuperación arqueológica, tanto en música como en liturgia, de un pasado lejano del cual nos separaban los así llamados “siglos oscuros” del Concilio de Trento… Arqueologismo, en resumen, que no tiene nada que ver con la Tradición y que quiere restaurar lo que tal vez nunca ha existido. Un poco como ciertas iglesias restauradas en estilo “pseudo-románico” por Viollet-le-Duc. Por lo tanto, entre un arqueologismo que quería remitirse al pasado apostólico, prescindiendo de los siglos que nos separan de ellos, y un romanticismo sentimental, que desprecia la Teología y la Doctrina en una exaltación del “estado de ánimo”, se preparó el terreno para aquella actitud de suficiencia respecto a lo que la Iglesia y nuestros Padres nos habían transmitido”.

 

Sobre el canto gregoriano, el Cardenal aclaró que “es modal, no tonal; es libre, no ritmado, no es “uno, dos tres, uno dos tres”; no se debía despreciar el modo de cantar de nuestras catedrales para sustituirlo con un susurro pseudo-monástico y afectado. No se interpreta un canto del Medioevo con teorías de hoy, sino que se lo toma como ha llegado hasta nosotros; además, el gregoriano sabía ser también canto de pueblo, cantando con fuerza nuestro pueblo expresaba su fe”.

 

Mons. Bartolucci denunció al final de la entrevista: “veo el persistir de una ceguera, casi una complacencia por todo lo que es vulgar, grosero, de mal gusto e incluso doctrinalmente temerario… El problema litúrgico es serio, no se debe escuchar a aquellas voces que no aman a la Iglesia y que se lanzan contra el Papa. Y si se quiere sanar al enfermo, hay que recordar que el médico piadoso hace la llaga purulenta”.

 

Fuente: Diario Pregón de la Plata

El estado de la liturgia católica, la reforma y los nuevos proyectos: habla el Prefecto de Culto Divino

Presentamos nuestra traducción de una extraordinaria entrevista que Andrea Tornielli ha realizado al Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

 

La liturgia católica vive “una cierta crisis” y Benedicto XVI quiere dar vida a un nuevo movimiento litúrgico, que vuelva a traer más sacralidad y silencio en la Misa, y más atención a la belleza en el canto, en la música y en el arte sacro.

 

El cardenal Antonio Cañizares Llovera, 65 años, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, que cuando era obispo en España era llamado “el pequeño Ratzinger”, es el hombre al cual el Papa ha confiado esta tarea. En esta entrevista a Il Giornale, el “ministro” de la liturgia de Benedicto XVI revela y explica programas y proyectos.

 

Como cardenal, Joseph Ratzinger había lamentado un cierto apresuramiento en la reforma litúrgica post-conciliar. ¿Cuál es su opinión?

 

La reforma litúrgica ha sido realizada con mucha prisa. Había óptimas intenciones y el deseo de aplicar el Vaticano II. Pero ha habido precipitación. No se ha dado tiempo y espacio suficiente para acoger e interiorizar las enseñanzas del Concilio; de golpe se cambió el modo de celebrar.

 

 

Recuerdo bien la mentalidad entonces difundida: era necesario cambiar, crear algo nuevo. Aquello que habíamos recibido, la tradición, era vista como un obstáculo. La reforma fue entendida como obra humana, muchos pensaban que la Iglesia era obra de nuestras manos y no de Dios. La renovación litúrgica fue vista como una investigación de laboratorio, fruto de la imaginación y de la creatividad, la palabra de mágica de entonces.

 

Como cardenal, Ratzinger había auspiciado una “reforma de la reforma” litúrgica, palabras actualmente impronunciables incluso en el Vaticano. Sin embargo, parece evidente que Benedicto XVI la desearía. ¿Puede hablar de ella?

 

No sé si se puede, o si conviene, hablar de “reforma de la reforma”. Lo que veo absolutamente necesario y urgente, según lo que desea el Papa, es dar vida a un nuevo, claro y vigoroso movimiento litúrgico en toda la Iglesia. Porque, como explica Benedicto XVI en el primer volumen de su Opera Omnia, en la relación con la liturgia se decide el destino de la fe y de la Iglesia. Cristo está presente en la Iglesia a través de los sacramentos. Dios es el sujeto de la liturgia, no nosotros. La liturgia no es una acción del hombre sino que es acción de Dios.

 

El Papa, más que con las decisiones bajadas de lo alto, habla con el ejemplo: ¿cómo leer los cambios por él introducidos en las celebraciones papales?

 

Ante todo, no debe haber ninguna duda sobre la bondad de la renovación litúrgica conciliar, que ha traído grandes beneficios en la vida de la Iglesia, como la participación más consciente y activa de los fieles y la presencia enriquecida de la Sagrada Escritura. Pero más allá de estos y otros beneficios, no han faltado sombras, surgidas en los años sucesivos al Vaticano II: la liturgia, esto es un hecho, ha sido “herida” por deformaciones arbitrarias, provocadas también por la secularización que por desgracia golpea también dentro de la Iglesia. En consecuencia, en muchas celebraciones no se pone ya en el centro a Dios sino al hombre y su protagonismo, su acción creativa, el rol principal dado a la asamblea. La renovación conciliar ha sido entendida como una ruptura y no como un desarrollo orgánico de la tradición. Debemos reavivar el espíritu de la liturgia y para esto son significativos los gestos introducidos en las liturgias del Papa: la orientación de la acción litúrgica, la cruz en el centro del altar, la comunión de rodillas, el canto gregoriano, el espacio para el silencio, la belleza en el arte sagrado. Es también necesario y urgente promover la adoración eucarística: frente a la presencia real del Señor no se puede más que estar en adoración.

 

Cuando se habla de una recuperación de la dimensión de lo sagrado está siempre quien presenta todo esto como un simple retorno al pasado, fruto de nostalgia. ¿Cómo responde?

 

La pérdida del sentido de lo sagrado, del Misterio, de Dios, es una de las pérdidas más graves de consecuencias para un verdadero humanismo. Quien piensa que reavivar, recuperar y reforzar el espíritu de la liturgia, y la verdad de la celebración, es un simple retorno a un pasado superado, ignora la verdad de las cosas. Poner la liturgia en el centro de la vida de la Iglesia no es para nada nostálgico sino que, por el contrario, es la garantía de estar en camino hacia el futuro.

 

¿Cómo juzga el estado de la liturgia católica en el mundo?

 

Frente al riesgo de la rutina, frente a algunas confusiones, a la pobreza y a la banalidad del canto y de la música sagrada, se puede decir que hay una cierta crisis. Por eso es urgente un nuevo movimiento litúrgico. Benedicto XVI, indicando el ejemplo de San Francisco de Asís, muy devoto del Santísimo Sacramento, explicó que el verdadero reformador es alguien que obedece a la fe: no se mueve de modo arbitrario y no se arroga ninguna discrecionalidad sobre el rito. No es el dueño sino el custodio del tesoro instituido por el Señor y confiado a nosotros. El Papa, por lo tanto, pide a nuestra Congregación promover una renovación conforme al Vaticano II, en sintonía con la tradición litúrgica de la Iglesia, sin olvidar la norma conciliar que prescribe no introducir innovaciones sino cuando lo requiere una verdadera y comprobada utilidad para la Iglesia, con la advertencia de que las nuevas formas, en todo caso, deben surgir orgánicamente de las ya existentes.

 

¿Qué intentáis hacer como Congregación?

 

Debemos considerar la renovación litúrgica según la hermenéutica de la continuidad en la reforma indicada por Benedicto XVI para leer el Concilio. Y para hacer esto es necesario superar la tendencia a “congelar” el estado actual de la reforma post-conciliar, en un modo que no hace justicia al desarrollo orgánico de la liturgia de la Iglesia.

 

Estamos intentando llevar adelante un gran empeño en la formación de sacerdotes, seminaristas, consagrados y fieles laicos para favorecer la comprensión del verdadero significado de las celebraciones de la Iglesia. Esto requiere una adecuada y amplia instrucción, vigilancia y fidelidad en los ritos y una auténtica educación para vivirlos plenamente. Este empeño será acompañado por la revisión y por la actualización de los textos introductorios a las diversas celebraciones (prenotanda). Somos también conscientes de que dar impulso a este movimiento no será posible sin una renovación de la pastoral de la iniciación cristiana.

 

Una perspectiva que debería ser aplicada también al arte y a la música…

 

El nuevo movimiento litúrgico deberá hacer descubrir la belleza de la liturgia. Por eso, abriremos una nueva sección de nuestra Congregación dedicada a “Arte y música sacra” al servicio de la liturgia. Esto nos llevará a ofrecer cuanto antes criterios y orientaciones para el arte, el canto y la música sacras. Como también pensamos ofrecer lo antes posible criterios y orientaciones para la predicación.

 

En las iglesias desaparecen los reclinatorios, la Misa a veces es todavía un espacio abierto a la creatividad, se cortan incluso las partes más sagradas del canon: ¿cómo invertir esta tendencia?

 

La vigilancia de la Iglesia es fundamental y no debe ser considerada como algo inquisitorio o represivo sino como un servicio. En todo caso, debemos hacer a todos conscientes de la exigencia no sólo de los derechos de los fieles sino también del “derecho de Dios”.

 

Existe también el riesgo opuesto, es decir, el de creer que la sacralidad de la liturgia depende de la riqueza de los ornamentos: una posición fruto de esteticismo que parece ignorar el corazón de la liturgia…

 

La belleza es fundamental pero es algo muy distinto de un esteticismo vacío, formalista y estéril, en el cual a veces se cae. Existe el riesgo de creer que la belleza y la sacralizad de la liturgia dependen de la riqueza o de la antigüedad de los ornamentos. Se requiere una buena formación y una buena catequesis basada en el Catecismo de la Iglesia Católica, evitando también el riesgo opuesto, el de la banalización, y actuando con decisión y energía cuando se recurre a usanzas que han tenido su sentido en el pasado pero actualmente no lo tienen o no ayudan de ningún modo a la verdad de la celebración.

 

¿Puede dar alguna indicación concreta sobre qué podría cambiar en la liturgia?

 

Más que pensar en cambios, debemos comprometernos en reavivar y promover un nuevo movimiento litúrgico, siguiendo la enseñanza de Benedicto XVI, y reavivar el sentido de lo sagrado y del Misterio, poniendo a Dios en el centro de todo. Debemos dar impulso a la adoración eucarística, renovar y mejorar el canto litúrgico, cultivar el silencio, dar más espacio a la meditación. De esto surgirán los cambios…

 

Fuente: Il Giornale