+ Ad Maiorem Dei Gloriam +

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La forma de comulgar

 

 

La Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice ha publicado en la Web de la Santa Sede una serie de profundizaciones litúrgicas.  Ofrecemos a continuación una de ellas  sobre la forma de comulgar de rodillas y en la boca. La traducción ha sido realizada por la web “La Buhardilla de Jerónimo”. Ojalá, en  muchas Iglesias, se vuelvan a rehabilitar los comulgatorios para que todos aquellos que desean recibir  a Jesucristo Sacramentado, según la norma universal de la Iglesia,  puedan hacerlo.

 

“La más antigua práctica de distribución de la Comunión fue, muy probablemente, la de dar la Comunión a los fieles en la palma de la mano. Sin embargo, la historia de la Iglesia evidencia también el proceso, iniciado tempranamente, de transformación de esta práctica. Desde la época de los Padres, nace y se consolida una tendencia a restringir cada vez más la distribución de la Comunión en la mano y a favorecer la distribución en la lengua. El motivo de esta preferencia es doble: por una parte, evitar al máximo la dispersión de los fragmentos eucarísticos; por otra, favorecer el crecimiento de la devoción de los fieles hacia la presencia real de Cristo en el sacramento.

 

 

 

 

 

A la costumbre de recibir la Comunión sólo sobre la lengua hace referencia también santo Tomás de Aquino, el cual afirma que la distribución del Cuerpo del Señor pertenece sólo al sacerdote ordenado. Esto, por diversos motivos, entre los cuales el Doctor Angélico cita también el respeto hacia el sacramento, que “no es tocado por nada que no esté consagrado: y, por eso, están consagrados el corporal, el cáliz, y también las manos del sacerdote, para poder tocar este sacramento. A ningún otro, por lo tanto, le es permitido tocarlo, fuera de casos de necesidad: si, por ejemplo, estuviera por caer al suelo u otras contingencias similares” (Summa Theologiae, III, 82, 3).

 

 

 

 

 

 

A lo largo de los siglos, la Iglesia siempre ha tratado de caracterizar el momento de la Comunión con sacralidad y suma dignidad, esforzándose constantemente por desarrollar de la mejor manera gestos externos que favorecieran la compresión del gran misterio sacramental. En su atento amor pastoral, la Iglesia contribuye a que los fieles puedan recibir la Eucaristía con las debidas disposiciones, entre las cuales figura el comprender y considerar interiormente la presencia real de Aquel que se va a recibir (cf. Catecismo de san Pío X, nn. 628 e 636). Entre los signos de devoción propios de los que comulgan, la Iglesia de Occidente estableció también el estar de rodillas. Una célebre expresión de san Agustín, retomada en el n. 66 de la Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI, enseña: “Nadie come de esta carne [el Cuerpo eucarístico] sin antes adorarla [...], pecaríamos si no la adoráramos” (Enarrationes in Psalmos, 98,9). Estar de rodillas indica y favorece esta necesaria adoración previa a la recepción de Cristo eucarístico.

 

 

 

 

 

 

 

En esta perspectiva, el entonces cardenal Ratzinger había asegurado que “la Comunión alcanza su profundidad sólo cuando es sostenida y comprendida por la adoración” (Introducción al espíritu de la liturgia). Por eso, él consideraba que “la práctica de arrodillarse para la santa Comunión tiene a su favor siglos de tradición y es un signo de adoración particularmente expresivo, del todo apropiado a la luz de la verdadera, real y sustancial presencia de Nuestro Señor Jesucristo bajo las especies consagradas” (cit. en la Carta This Congregation de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, del 1° julio de 2002).

 

Juan Pablo II, en su última encíclica, Ecclesia de Eucaristia, escribió en el n. 61: “Al dar a la Eucaristía todo el relieve que merece, y poniendo todo esmero en no infravalorar ninguna de sus dimensiones o exigencias, somos realmente conscientes de la magnitud de este don. A ello nos invita una tradición incesante que, desde los primeros siglos, ha sido testigo de una comunidad cristiana celosa en custodiar este «tesoro». [...] No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque «en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación»”. En continuidad con la enseñanza de su Predecesor, a partir de la solemnidad del Corpus Domini del 2008, el Santo Padre Benedicto XVI comenzó a distribuir a los fieles el Cuerpo del Señor, directamente en la lengua y estando arrodillados.”

Remedio de la Peste, comulgar de rodillas

Desde el blog argentino "Página Católica"

 

Niegan la Comunión a los Fieles en la Argentina

(Grave abuso del poder eclesiástico en plena Pandemia)

 

Dicen que la peste se ha abatido sobre la Ciudad de la Santísima Trinidad y el resto del país cuya bandera lleva los colores del mando y túnica de la Inmaculada Concepción y abraza en su seno al Sol que nace de lo alto (oriens ex alto - Lc 1, 78).

 

Quizá por eso la Providencia haya establecido que no sea una peste "en regla", como la que conocieron otros siglos cristianos en que el llanto cubría las ciudades y los campos. Incluso hay estadísticas sobre las que se podría concluir que es más benigna que la gripe común, puesto que el índice de mortandad del nuevo virus H1N1 sería más bajo que el de aquélla, si bien es cierto que se encarniza con los más jóvenes y que alrededor de un tercio de los fallecidos no pertenecían a grupos de riesgo.

 

La Iglesia siempre se ha ocupado de los enfermos y, de manera especial, en tiempos difíciles. Vienen a nuestra memoria tantos santos, sacerdotes, religiosos y laicos que han ofrecido sus vidas socorriendo a sus hermanos. Cuando en 1854 el cólera asolaba la ciudad de Turín, y ya eran pocos los que podían ayudar a las víctimas, San Juan Bosco pidió a sus jóvenes que se involucraran diciéndoles: "Os aseguro que ninguno de vosotros se verá afectado si evitan todo pecado mortal".

 

 

 

 

 

Contrariamente, con toda humildad y pesar lo decimos, creemos que la actitud de muchos de nuestros pastores frente a la presente crisis, es lamentable. Sabemos por experiencia que no es fácil evitar el pecado pero: ¿No se muestra miedo en exceso? ¿No es esto falta de Caridad? ¿No es acaso un flagrante abuso de poder?

 

Porque ha de saberse que muchos sacerdotes están negando la Sagrada Comunión a los fieles que no desean recibirla en la mano, so capa de que hacerlo en la boca es menos higiénico.

Hay falta de Fe; porque el Sacramento de la Salud, en el que Jesucristo se hace presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, no puede ser agente de enfermedad, aunque conserve los accidentes del pan y del vino. Los historiadores registran lo contrario: nunca se ha sabido que la Santa Misa haya sido foco de la peste, sino que es el remedio de ella. Siglos de comunión en la boca no han causado ninguna peste; pocos años de comunión en la mano infinidad de profanaciones que quizá merezcan el castigo de una peste, sólo evitada por la infinita misericordia de Dios.

 

Hay también falta de razón. Porque, se verá a poco que se piense, que la mano de los fieles estará mucho más contaminada a la hora de comulgar que la del sacerdote que administra el sacramento. Ese mismo fiel que viajó hasta la iglesia quizá en subterráneo o en microómnibus o en su propio coche; que toco el picaporte de alguna puerta antes de llegar; que saludó a un amigo; que se apoyó en el pasamanos al subir una escalera; que tocó dinero para ponerlo en la colecta. Su mano, pues, estará indudablemente más contaminada que la del celebrante que las ha purificado antes de subir al altar y vuelve a hacerlo en el Ofertorio. Se dirá que puede tocar la boca de los fieles al momento de depositar la Sagrada Forma sobre la lengua. Lo cual es tan cierto como que puede tocar la mano, en el mismo trance.

 

La posición ideal para el caso es la comunión de rodillas, no solamente porque es la prescripta por la Iglesia desde la más remota antigüedad, no solamente porque con ella se cumple siempre el mandado de adorar antes de comulgar, no solamente porque "ante el nombre de Jesús, ha de doblarse toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los abismos"; no solamente porque en tiempos de grave crisis se ha de impetrar de rodillas a la Divina Majestad de Dios el remedio, sino, porque puesto en el trance de tener que optar por lo más higiénico, es ésta la manera perfecta de prevenir supuestos inconvenientes: el fiel colocado por debajo del sacerdote, con su cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, con la boca debidamente abierta y la lengua dignamente afuera. Así, cualquier persona medianamente inteligente y entrenada puede colocar la Forma sin tocar nada. El saber y la experiencia de siglos sin antibióticos ni antivirales pero con mucha fe, eso indica.

 

Pero en lugar de volver a la tradición, el progresismo modernista que indudablemente está detrás de la radicalización de esta medida, niega el sacramento en tiempos de aflicción, mostrando una falta de caridad extrema y cometiendo grave abuso litúrgico. Si se consideró que había que cambiar algo por las presentes circunstancias, se podría al menos dar la comunión en la mano y en la boca en filas separadas. De modo que los que quisieran arriesgarse a los ojos de este mundo incrédulo, habrían podido recibir el Sacramento, sin que "sus manos sin consagrar toquen la sagradas especies", lo cual está prohibido por la legislación Universal de la Iglesia y se hace mediante un indulto, cuya aplicación ha sido incorrecta en la mayoría de los casos.

 

Sepa Roma y el mundo católico que aquí en la Argentina, con la aprobación tácita o expresa de numerosos obispos, se está dejando sin comunión a muchos fieles que resisten; mientras otros ya han sido violentados en sus convicciones más íntimas. Y esto en época de tal crisis (supuesta o real, no hacemos juicio) que en algunos lugares ya se ha dispensado del precepto dominical y se está hablando de la cancelación de la Misa. ¡Habráse visto imprudencia mayor! ¡Cesar el Santo Sacrificio justamente cuando es más necesario!

 

Frente a ellos querido fiel que con toda razón te niegas a tocar con tus indignas manos el Augusto Sacramento, busca otro lugar. Si no lo encuentras, comulga espiritualmente y reza para que la Gloriosa Madre del Redentor nos consiga el pronto fin, no sólo de la peste material, sino fundamentalmente de la peste del progresismo modernista que desde hace años están asolando la Iglesia en la Argentina.

20/04/09. Declaraciones del Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto para el Culto Divino, al diario ABC: "La comunión de rodillas significa respeto a Dios, es el corazón del hombre que se postra ante quien le ama hasta el extremo. Esto son signos, no es cambiar por cambiar, es buscar todo el sentido y superar la secularización de nuestro mundo. Uno de los objetivos de nuestras congregaciones es llevar a cabo en estos años una grandísima campaña de formación litúrgica".

HUMILLADAS
Un artículo de Rafael Ordóñez. Editado en
Una Voce Málaga

En la última de las reuniones que celebramos cada primer lunes de mes, no festivo, en el Grupo de Oración y Reflexión sobre la Liturgia Tradicional, San Gregorio Magno de Málaga, recibimos la visita de un nutrido grupo de mujeres que habían sabido de nuestra andadura y querían conocer más.
En seguida saltaron las chispas de empatía y allí fue que se abrieron los corazones y supimos de ellas. Las historias que contaron fueron las de un peregrinar por las iglesias de nuestra ciudad a la búsqueda de una celebración de la Santa Misa, Novus Ordo, que no fuese una exhibición personal del celebrante, un conjunto de actuaciones chirriantes, con frecuencia alejadas en su fondo y en su forma del Ordo Missae prescrito por Roma. Pero no fue esto lo más impactante de la visita de estas mujeres. Lo peor estaba por venir. Y fue cuando contaron el interminable vía crucis personal que habían pasado tratando de recibir la Sagrada Comunión de rodillas y en la boca. Negaciones, desplantes y vejaciones sin paliativos.
Dice la quinta acepción del Diccionario que vejar es hacer padecer a alguien. ¡Y vaya si es padecer quedarse de rodillas en el suelo, sola ante el presbiterio, despreciada y sin recibir el Cuerpo del Señor! Opino que un sacerdote que hace eso se convierte, ipso facto, en un sacerdote indigno, además de un infractor del Código de Derecho Canónico en su canon 912. Parece ser que en algún caso, la intervención personal del señor Obispo ha paliado estas humillaciones. Porque esto es lo que han sido estas mujeres católicas de Málaga: humilladas. Que Dios no se lo tenga en cuenta a estos ministros y que a ellas sí les compute estos actos de adoración y unción ante Su Sacratísimo Cuerpo. Al fin y al cabo, estas malagueñas no hacían más que lo que hicieron la multitud de personajes que a lo largo del Evangelio quedaban rendidos ante la divinidad del Señor Jesús; nada más verle se postraban ante Él. O lo que es lo mismo, según nuestro diccionario, se arrodillaban ante Él, en señal de respeto, veneración o ruego. Cuánto agradecimiento debemos a estas bravas y muy católicas mujeres malagueñas.

 

Comentario: Felicitaciones al Dr. Rafael Ordóñez por su magnífica pluma y a estas santas mujeres por su valor, amor a Jesús sacramentado y fidelidad a la Fe Católica, al reconocer a la presencia real de Dios Ntro. Sr. en este Sacramento, tributándole el culto que le es grato y debido. Necesitamos muchos ejemplos así.

SAN AGUSTÍN: "NADIE COMA DE ESTA CARNE SIN ANTES ADORARLA"

 

"Cada uno ha de vivir y expresar que es consciente de encontrarse en toda celebración ante la majestad infinita de Dios, que llega a nosotros de manera humilde en los signos sacramentales(...)

Recibir la Eucaristía significa adorar al que recibimos. Precisamente así, y sólo así, nos hacemos una sola cosa con Él y, en cierto modo, pregustamos anticipadamente la belleza de la liturgia celestial".

-Sacramentum Caritatis-

En la Santa Misa del Corpus Christi, celebrada en San Juan de Letrán, el Vicario de Cristo distribuyó la Sagrada Comunión a los fieles, quienes la recibieron de manos del Papa arrodillándose en el reclinatorio.

En distintas ocasiones la Sagrada Congregación del Culto divino ha recordado que la práxis de recibir la Sagrada Comunión de rodillas no ha sido abolida por la Iglesia. Los fieles tienen derecho a recibir la Sagrada Comunión arrodillados. Las Conferencias episcopales de los distintos países puden permitir recibir de pie, pero en ningún caso puden prohibir recibir de rodillas. Así lo ha manifestado reiteradamente la Sagrada Congregación. La norma es tan clara que no cabe lugar a equívocos.

En el uso ordinario se puede comulgar tanto de pie como de rodillas y asiste a los fieles el derecho de elegir la forma de hacerlo. En el uso extraordinario se comulga siempre de rodillas, excepto en el caso de impedimento físico, por enfermedad, o por razones de edad, etc.

Sin embargo, en el uso ordinario a menudo no se facilita el que los fieles puedan ejercitar este derecho que les asiste. Siempre que se distribuye la Sagrada Comunión debería hacerse en el comulgatorio, y allí donde no lo hay se debe disponer un reclinatorio para que los fieles que lo deseen no se vean impedidos de poder recibir al Señor estando arrodillados. La negativa a usar esta medida tan sencilla puede ser signo de una actitud despótica y de una carga ideológica negativa y para nada coherente con la misión sacerdotal.

La rapidez no es un argumento válido en cuestiones litúrgicas. ¿Por qué han de verse obligados los fieles a arrodillarse en el suelo en medio de una fila? ¿En nombre de quién se les priva de manifestar su adoración al Señor antes de recibirlo, utilizando un gesto que es coherente con la tradición multisecular de la Iglesia y reconocido como un derecho por la Sede Apostólica?

A los que opinan que no hay que hacerse problema por esto, les sugerimos que efectivamente no hay porque hacerse problema, por lo cual a partir de ahora que se arrodillen todos para recibir la Sagrada Comunión. ¿Hay problema?

 

Santo Tomás: "A nadie le esta permitido tocarle"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Santo Tomás de Aquino, figura máxima teológica en la Iglesia, en donde es basada toda la doctrina y fundamentada, en la Suma teológica - Parte III a - Cuestión 82 , hablando sobre la distribución de la Eucaristía dice:

 

" Corresponde al sacerdote la administración del cuerpo de Cristo por tres razones. Primera, porque, como acabamos de decir , consagra in persona Christi. Ahora bien, de la misma manera que fue el mismo Cristo quien consagró su cuerpo en la cena, así fue él mismo quien se lo dio a comer a los otros. Por lo que corresponde al sacerdote no solamente la consagración del cuerpo de Cristo, sino también su distribución.
Segunda, porque el sacerdote es intermediario entre Dios y el pueblo (Heb 5,1). Por lo que, de la misma manera que le corresponde a él ofrecer a Dios los
dones del pueblo, así a él le corresponde también entregar al pueblo los dones santos de Dios.
Tercera, porque por respeto a este sacramento ninguna cosa lo toca que no sea consagrada, por lo tanto los corporales como el cáliz se consagran, lo mismo que las manos del sacerdote, para poder tocar este sacramento. Por eso, a nadie le está permitido tocarle, fuera de un caso de necesidad, como si, por ej., se cayese al suelo o cualquier otro caso semejante. "

 

Santo Tomás nos deja claro en estos párrafos, que las manos del bautizado no pueden tocar la Eucaristía, porque eso es un privilegio otorgado únicamente a los sacerdotes.

Uno de los frutos de la comunión en la mano, es quitar esta diferencia que hay entre el sacerdocio ministerial y el común de todo bautizado y es lo que busco Lutero, cuando en sus "liturgias" pidió a sus "ministros" que dieran la comunión en la mano por dos cosas" para quitar la superstición de la Presencia Real y la diferencia que hay entre el sacerdote y el fiel"( luego tocaremos este mas a fondo en otra publicación, sobre la comunión en la mano y Lutero)

Esta doctrina Tomista siempre ha sido confirmada por la Iglesia, resaltando la división que hay entre los fieles y el sacerdote, el Vaticano II deja claro esta diferencia :

"El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico se ordena el uno para el otro, aunque cada cual participa de forma peculiar del sacerdocio de Cristo. Su diferencia es esencial no solo gradual. Porque el sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee, modela y dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo: los fieles, en cambio, en virtud del sacerdocio real, participan en la oblación de la eucaristía, en la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad operante." (LUMEN GENTIUM )

Para aquellos que apoyan la comunión en la mano y en nombre del Concilio Vaticano II, introducen abusos en la liturgia y doctrinas modernistas. Demostramos que el Santo Concilio Ecuménico aprobado por la Santa Sede, deja claro que entre los laicos y los sacerdotes hay una gran línea divisoria y una dignidad mas alta con un llamado especial del Señor.

Volvemos a recordar las palabras del Sirvo de Dios y Magno Juan Pablo II:

"Tocar las Sagradas Especies y distribuirlas con sus propias manos es un privilegio de los ordenados"(Dominicae Cenae,11).

 

"Recibamos a Jesús de rodillas, con respeto y en la boca" Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne.

 Trozo de la homilía del Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne

 

Domingo XXV del Tiempo Ordinario

Domingo, 20 de setiembre de 2009

Basílica Catedral de Lima


Recibamos a Jesús de rodillas, con respeto y en la boca

Todos los que nos acercamos a saludar al Santo Padre, hacemos una genuflexión, no porque es Dios, es el representante de Cristo, ¡por respeto! Para saludar a los reyes, a los presidentes, hay un protocolo, y te dicen, espere, haga una inclinación, él se va a acercar. Jesús, humilde, escondido en el pan, no te pide muchas cosas; pero nosotros pastores, encargados de cuidarlos a ustedes, ¡sí les decimos!: el modo más respetuoso es de rodillas y en la boca; porque así cuidamos de no coger su cuerpo con las
manos sucias, el que no se caiga la hostia. Y nos ponemos de rodillas, en señal de humildad, ¡me doblego delante de mi Dios!
Y así voy aprendiendo, quién es Él: lo respeto, lo cuido, lo quiero y me quedo después de la comunión hablando con Él, ¡está en mí, me está visitando!, es el que me va a ayudar a lo largo del día, ¡es Cristo!
Hermanos, a veces, parecería que no comemos del cuerpo de Cristo, a veces parecería que es una especie de costumbre, todo el mundo se levanta a comer la hostia ¡qué pena!, ¡y
qué mal ejemplo se da en algunos templos! Hay que educar a todos los hijos de Dios en el respeto y en la dignidad que merece recibir el cuerpo de Cristo. Y esto tiene que entrar por los ojos, no puede cualquiera acercarse a repartir la comunión, porque el sacerdote tiene flojera, o porque toda la Iglesia quiere comulgar, ¡sin estar preparado!
Va siendo hora de que ese amor a Jesús Eucaristía recupere el respeto y la reverencia que merece, y como Pastor de la Arquidiócesis estoy repitiéndolo y lo voy a seguir haciendo porque el amor a Jesús
es el centro de nuestra vida cristiana. Este no es un convite, no es una invitación social en que la paz es una especie de juerga ¡No!, ¡es la paz de Dios y basta un gesto! Es el cuerpo de Cristo y hay que mostrar la reverencia y el respeto, te juegas el alma, porque si las cosas más importantes las descuidamos llega un momento que uno pregunta ¿para qué ir a misa? ¿para qué rezar, si esto es puro teatro? Y, ¡así lo dicen los enemigos de la fe!
Por eso, esta belleza de la Eucaristía, las luces, las
personas, los cantos, el altar, ¡no es riqueza!, es la elegancia con que preparamos la casa de Dios para su venida. Creo, hermanos, que esta Ciudad Eucarística que es Lima, en esta Gran Misión, nos estamos proponiendo y lo estamos logrando con enorme gozo, más de setenta capillas en que el Santísimo está expuesto, donde la gente puede ir a cualquier hora del día a saludar a Jesús, y a recordar que te acompaña, que te escucha, que te ayuda.
Nos dice el Papa de la belleza de esta sabiduría, “Porque no sacar de ese manantial del amor de
Dios la sabiduría del corazón”. Vamos a pedírselo, queridos amigos, para que la verdad, como nos ha dicho el Evangelio de hoy: “El que acoge a un niño, como este en mi nombre, me acoge; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”. Es decir, esa fe adulta, a veces esconde la soberbia de quien quiere hacer lo que le da la gana. Jesús le pide la fe del niño: humildad, sencillez, transparencia, amor.
Vamos a pedirle a nuestra madre, ¡Madre mía, danos un corazón sencillo, limpio, que se conmueva
ante la belleza! Que delante de Dios seamos gente sencilla, ¡no contestataria! ¡No esos sabihondos! ¡Niños delante de Dios!, que quiere decir enamorados de la Eucaristía. Así sea.

 
Tomado de :http://www.arzobispadodelima.org/

Que los Obispos y demás prelados cubanos y de otros países lo tomen como ejemplo.

Comunión en la mano y la herejía protestante.

 

La reverencia hacia este sacramento ha llevado a una serie de signos de devoción que se observa universalmente en toda la Iglesia de Occidente y Oriente.
Donde quiera que la herejía protestante triunfó, muchos o todos estos signos de reverencia fueron prohibidos porque, lógicamente, en el contexto de esta herejía, el pan y el vino no son más que símbolos del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En sí mismos siguen siendo el pan y el vino, no es diferente y no más santo que el pan y el vino utilizado fuera de la Comunión.

Los católicos fueron acusados de
"adoración de pan", que, a los protestantes presunta, constituye la idolatría. Algunas sectas suprimido todos los signos de reverencia que se le ofreció al Santísimo Sacramento en la Iglesia Católica.

El primer Libro de Oración protestante fue impuesto al pueblo Inglés en 1549. Se mantuvo la práctica de arrodillarse y recibir la Comunión en la lengua. Este fue uno de varios detalles en el Libro de Oración de 1549 que provocó el descontento de los reformadores más radicales, en particular, Martín Bucero, un alemán que ejerció una considerable influencia en la obra litúrgica de Thomas Cranmer, principal autor del Libro de
Oración Común anglicano. En su crítica del libro de la Oración de 1549, Bucer escribió:

No tengo ninguna duda de que el uso de no poner estos sacramentos en las manos de los fieles se ha introducido de una superstición doble: en primer lugar, el falso honor del que se desea mostrar a este sacramento, y en segundo lugar, la arrogancia de los malvados sacerdotes que reclaman mayor la santidad que las demás persona, en virtud del aceite de la consagración.

Bucero decidió que "como todas las supersticiones de los romanos contra Cristo ha de ser aborrecida, , se recordó," el sacramento debe colocarse en manos de los laicos :

En buena forma de que los hombres fácilmente se presentarán hasta el punto de recepción de todos los símbolos sagrados en la mano, la conformidad en la recepción se mantendrá, y habrá precauciones contra todos los abusos furtiva de los sacramentos. Porque, aunque por un tiempo de concesión se puede hacer a aquellos cuya fe es débil, dándoles los sacramentos en la boca cuando lo deseen, pero pronto deben configurarse con el resto de la Iglesia y tomar los sacramentos en la mano.

Cuando la edición revisada del Libro de Oración Anglicana fue publicado en 1552, no sólo tenía el "Negra Rúbrica" ha añadido, la práctica de la Comunión en la mano se introdujo. Así, desde la época de la Reforma, la colocación de la Santa Cena en la mano del comulgante adquirido una nueva significación. Significó el rechazo de la creencia católica de que hay una diferencia en esencia entre Pan eucarístico y el pan común o una diferencia en esencia entre un sacerdote y un laico
La recepción del Santísimo Sacramento en la lengua por los laicos es testimonio de su creencia en
el sacerdocio y la presencia real, la recepción del Sacramento en la mano como los protestantes es testimonio de rechazo a estas creencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-No, no sólo es cuestión de formas. ¿Qué significa comulgar en la boca? ¿Qué significa hacer una genuflexión ante el Santísimo? ¿Qué significa ponerse de rodillas durante la consagración en la misa? Significa adoración, significa reconocimiento de la presencia real de Jesucristo en la eucaristía; significa respeto y actitud de fe de un hombre que se postra ante Dios porque sabe que todo viene de Él y nos sentimos anonadados, asombrados, ante la maravilla de Dios, su bondad y su misericordia. Por eso no da la mismo poner la mano y comulgar de cualquier manera que hacerlo con respeto; no da lo mismo comulgar de rodillas que de pie, porque todos esos signos indican una actitud profunda. A lo que tenemos que llegar es a esa actitud profunda del hombre que se postra ante Dios, y eso es lo que quiere el Papa.

 

La recepción de la Sagrada Comunión en la boca y de rodillas no es capricho de los católicos tradicionalistas, es la acción consecuente de quién se sabe de cara a Dios, de quien se sabe criatura y en consecuencia indigno pecador.