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Cuadro de texto: 400 Años de la Presencia de la Bendita Imagen de 
la Virgen de la Caridad del Cobre en Cuba.

 

¡Corazón Inmaculado de María!, vela por Cuba, invoca la misericordia de tu Divino Hijo, para que ilumine las inteligencias de los que gobiernan, a fin de que vean claramente el recto camino de la verdad.

¡Virgen poderosa! Ahuyenta al enemigo de la Cuba Católica. Defiende la integridad de la fe en las familias, dirige sus pasos para que superen toda crisis, vacilación, y cansancio.

¡Virgen Santísima! Haz que reine en Cuba un constante empeño por llevar una vida cristiana. Muéstrate, Madre, indulgente con tu querida Cuba, que siempre fue nación mariana de raíz profunda.

¡Inmaculado Corazón de María! Infunde la virtud en todos los cubanos, para que reine la fe, la honestidad y la paz. Amén.

 

“¡Ave María!  Fue la ultima invocación salida de los labios de San Maximiliano María Kolbe mientras ofrecía su brazo al que lo mataba con una inyección de ácido fénico. Es conmovedor constatar que acudir humilde y confiadamente a la Virgen es siempre fuente de valor y serenidad … Renovemos nuestra confianza en aquella que desde el cielo vela con amor materno sobre nosotros en todo momento. Esto es lo que decimos en la oración familiar del avemaría, pidiéndole que ruegue por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.”

Benedicto XVI -13 de Agosto del 2008.

Ave María.

“La Caridad nos une.- 2010”

Por Dr. Jesús José Hernández Cabrera.

 

 

El alma no se enaltece a base de palabras.

Ellas no siempre satisfacen.

Porque en el silencio hay mucho amor

Donde existe el amor ha de manifestarse.

 

Desde el 30 de agosto del 2008 en la Basílica “Santuario Nacional del Cobre”, cientos de fieles, venidos de todas partes de Cuba, e incluso de la diáspora cubana se reunieron ante la madre común de los cubanos, en su casa del amor, en una solemne eucaristía televisada para el pueblo de Cuba, que desde los hogares también compartimos el mismo sentir. Se daba la apertura del trienio preparatorio para la celebración de los cuatrocientos años del hallazgo de la imagen pese a la mañana lluviosa y la llegada del devastador huracán Gustav que durante toda la semana había mantenido en tensión al pueblo de Cuba.

Monseñor Dionisio García, quien concelebró con casi todos los obispos cubanos, le pidió a la Virgen “un corazón que se conmueva ante el sufrimiento de los demás, que nos lleve a darnos cuenta que todos somos hermanos, que todos juntos, sin exclusiones debemos buscar un futuro prometedor y luminoso para nuestra Patria y para cada cubano. Ayúdanos Madre a entender que por encima de toda deferencia está la Caridad que es la única fuerza que nos puede unir”.(1)

El Cardenal Jaime Ortega Alamino en su homilía posterior a la procesión en el -Santuario Diocesano de la Caridad de La Habana recordó: “Por María tenemos que llegar a Jesús”, “Para que conozcamos de verdad a Cristo, tenemos que hallarnos en los brazos de la Virgen y como ella colocarnos a los pies de la cruz cuando llegan los momentos difíciles de nuestra vida”.(2)

Muchos pueblos de Cuba, sobretodo la región oriental que había preparado su fiesta patronal vieron frustrados sus planes por la lluvia, sin embargo, María enseñó que otro tipo de caridad era necesaria y que se hizo presente en las calles ante todos los damnificados.

Matanzas, afectada por las intensas lluvias también cambió sus planes y se hizo eco de ayudar a los hermanos necesitados.

No quisiera hacer una repetición en este trabajo de datos históricos que me parecen están completos en el afiche que la Conferencia de Obispos Católicos Cubanos ha editado para repartir a los hogares que lo acepten con el objetivo de entronizar a la Virgen y que forma parte de la misión con motivo del 400 Aniversario de la aparición de la imagen (3), pero se hace necesario puntualizar algunos detalles que preferimos sean los historiadores los que profundicen en los mismos.

Dentro de los antecedentes se sabe que desde 1509 aparecen las primeras referencias sobre la devoción mariana en los pobladores primitivos de lo que después sería la nación cubana en la descubierta nación así como el trabajo de los primeros misioneros a pesar del choque de las dos culturas.

En cuanto a su aparición se cita 1612, sin embargo, en el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC) (4) y documentos del Papa Juan Pablo II se cita el año 1608 (5). Se sabe que por los estudios del profesor Leví Marrero todo concuerda con el año 1612. (6)

Respetando al etnólogo e historiador Don Fernando Ortiz (7) sobre sus estudios de antropología y etnografía en su obra “La Virgen de la Caridad del Cobre, historia y etnografía” cita el año 1628 habiendo comenzado el poético misterio del hallazgo en sus profundas indagaciones sobre este tema.

También la respetada Dra. Olga Portuondo Zúñiga, en su libro “La Virgen de la Caridad del Cobre, símbolo de cubanía”(8) y “El Cobre, Santuario Nacional” (9) hace referencia al año 1613.

Lo importante no son los años, sino reconocer que la imagen acompaña al pueblo de Cuba y ante otros símbolos patrios como el escudo y la bandera, ella ha constituido el signo más autóctono que habla de cubanía.

Así pasa con su origen y procedencia, citado también por los anteriores y que ha sido una incógnita y Monseñor Carlos Manuel de Céspedes nos hace reflexionar sobre este aspecto y refiere “…quizás nunca encuentre respuesta contundente a mis preguntas acerca de Nuestra Señora de la Caridad, lo cual no me afecta mucho; pues todos tienen que ver con la imagen, o sea lo más accidental. No con la Virgen María, nuestra Señora, la Madre de Dios, ni con la advocación de la Caridad. El amor, y esto sí me importa mucho: que por los caminos que quizás solo Dios conoce y que nosotros no llegaremos a discernir con certeza la Virgen María nos acompaña desde los inicios de nuestra historia con ese título, el de la Caridad; el más hermoso y rico posible en el ámbito de los contenidos de la fe cristiana y le pido a Dios, Nuestro Señor, por intersección de Ella, que Ella misma nos contagie con su advocación española, y cubana, pero que nunca se nos pierdan del horizonte ni el amor a Dios ni el amor a todos nuestros hermanos que son todas las personas que nos encontramos en el camino de la vida”.(10)

Se cita 1613 en el afiche su traslado al Cobre por apariciones y desapariciones que la imagen tenía, estando siempre ligada a las minas cobreras.

Lo más importante es que el 1 de abril de 1687, cuando Juan Moreno, con 85 años, casado, antiguo capitán y aún esclavo del Rey; era el único testigo del milagroso hallazgo y ante el cura beneficiado Don Juan Ortiz Montejo de la Cámara, el Notario Mayor público Antonio González de Villorroel; Juan Moreno así como el ermitaño Mateos de Olivera daban fe mediante un documento que se envió y se conserva en el Consejo de Indias de Sevilla, estando cuidado en el legajo de Santo Domingo 363 año 1687.

Algo significativo como hilo conductor de la historia y rebeldía de nuestro pueblo fue que en 1799 los esclavos cobreros fueron libres, esto es citado también por los historiadores mencionados. (6 – 9)

En las luchas de la independencia aparecerá ella como la estrella, la compañera de combate, historia muy parecida a todas las “marías mestizas” (11) que dan origen posterior a 1531 en el continente amerindio bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego, tema este fascinante que nos demuestra la idiosincrasia y la mariología latinoamericana de la cual nuestra Patria no fue una excepción. Así indios que esculpen la imagen, apariciones a caciques, navegantes o a una mujer religiosa María Ramos se abren como un abanico de azahares que les dice a todos: María la única, a los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los devuelve con las manos vacías. (Lc. 2, 53)

La mayor riqueza: que su hijo sea conocido y ser ella solo la estrella en el largo y difícil camino de la evangelización, pero presente con el pueblo por ella escogido.

Ortiz conserva en sus artículos “El mambí y el arzobispo” (no se señala fecha ni la fuente) escrito por el periodista e historiador Alberto Plochet que me atrajo poderosamente la atención la historia de que en el año 1899, estando el país ocupado e intervenido por el gobierno norteamericano, un grupo de malhechores compuesto por un español y otro cubano sustrajeron la imagen, destrozándola bestialmente para robar sus sacros atributos, así como el cáliz, candelabros de oro viejo y al niño. También se conoció como el robo de La Caridad del Cobre. Afirman que ostentaba un diamante en la frente como estrella. La comarca la buscó, encontrando al fin la cabeza de la imagen ultrajada.(7)

Se cita que el jefe de la policía secreta, Sr. Gutiérrez la guardó y en septiembre de ese mismo año se restauró y fue llevada en procesión a su Santuario como desagravio. Todos estos elementos son detallados minuciosamente por Fernando Ortiz. (7) (pg. 173 – 222)

El Dr. Eusebio Leal Splenger destaca en el prólogo del referido libro de Don Fernando Ortiz: “Restaurada la imagen y una vez restituida a su lugar original, ella ha sido - desde su imperturbable mirada – la Señora de aquellas serranías, donde en 1927 se levantó su Santuario. Allí, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre lleva bordado en sus áureos vestidos el escudo de la nación cubana; sin embargo, al pie de su peana de plata, no está la canoa con los tres juanes. Quizás la explicación de ello sea que la isla entera es su canoa; un inmenso tronco de caoba, cedro, caguairaín… en el que navegamos todos los cubanos gracias a su amparo virginal”. (12) Al terminar este libro mi esposa, viendo la preocupación que esto me había causado me remitió a lo dicho por Monseñor Céspedes.

Al comienzo de la República o pseudorepública como se quiera entender fueron precisamente los mambises los que pidieron al Papa Benedicto XV, en 1915 que la imagen de la Caridad fuera proclamada Patrona de Cuba y el 10 de mayo de 1916 el Papa concedió tal petición.

El 8 de septiembre de 1927, el Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Valentín Zubizarreta bendijo el nuevo y actual Santuario Nacional.

En el año 1936, en el primer Congreso Eucarístico de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba por el Papa Pío XI, llegó la orden de la coronación canónica de la Virgen y el Niño.

En el año 1952, en que ocurren cambios sociales y políticos que marcarían a partir de entonces a la nación cubana trayendo dolor y sufrimiento, con motivo de celebrar el 50 Aniversario de la República de Cuba; la Virgen Mambisa, por primera vez salió de su Santuario y visitó todos los rincones de la patria Cubana; nuevamente se vería en ella un faro de luz esperanzador en las virtudes teologales necesarias para un pueblo. Como uno de sus himnos proclama.

En 1959, con el triunfo del proceso revolucionario cubano, viajó a La Habana, traída por Monseñor Pérez Serantes y su altar fue la antigua Plaza Cívica (hoy, Plaza de la Revolución). Toda vestida de blanco como un símbolo de paz ante el momento histórico que se vivía. Ropaje que se conserva en la Iglesia de La Caridad de La Habana. (6)

La voz inconfundible de Consuelo Vidal, desde muchos meses antes proclamaba: “Toda Cuba a sus pies” y los hogares de católicos y gente sencilla pusieron en sus puertas las propagandas del congreso a celebrar 28 y 29 de noviembre.

Un frente frío inesperado, antorcha que iluminaban la noche habanera, la presencia de casi todos los dignatarios de la naciente Revolución se dieron cita y la voz del Papa Juan XXIII, hoy beato, saludaba al pueblo de Cuba por tan gran acontecimiento.

En 1977, el Papa Pablo VI, conocedor de lo que el Santuario representaba para Cuba, las confrontaciones Iglesia - Estado, le concedió el título de Basílica Menor y el Cardenal Gantin trajo tal nominación con un saludo para todos los cubanos. Cuba y África se unían ante la imagen bendita. (6)

Sería injusto dejar de mencionar al desaparecido Comandante Juan Almeida Bosque, quien siempre se ocupó con esmero del cuidado de ese templo mariano como consta en los agradecimientos de la jerarquía católica cubana.

Un factor relevante para la Iglesia Católica y para el mundo fue el 16 de octubre de 1978, el Cardenal Karol Wotyla fue elegido Papa, Juan Pablo II le dijo al pueblo: “…en esta hora que me hace temblar no puedo menos que dirigir con filiar devoción mi mente a la Virgen María, que siempre vive y actúa en el misterio de Cristo y de la Iglesia” y así comenzó sus visitas por el mundo a partir de 1979 y en especial a los santuarios marianos. (13 – 18)

Al escribir Lumen Gentium (13, 17, 18), documento del Vaticano II, insistió que María fue la mujer que avanzó en la peregrinación de la fe y se mantuvo en íntima unión con el hijo desde la cruz, junto a la cual, no sin designio divino se mantuvo erguida, sufriendo profundamente con su Unigénito, asociándose con entraña de madre a su sacrificio, contribuyendo amorosamente a la inmolación de la víctima que ella misma había engendrado y finalmente fue dada por el mismo Cristo Jesús, agonizante en la cruz, como Madre al discípulo con estas palabras: “Mujer, he ahí a tu hijo”.(13, 14, 16, 18)

En octubre de 1993, ante las visita de los Obispos Cubanos a Roma, por la incomprensión de la profética pastoral “El Amor todo lo espera”, después de saludar al pueblo de Cuba en la presencia de ellos exhortó: “Con la Virgen de la Caridad del Cobre pediremos al Señor que renueve el corazón de todos los cubanos, tan cercanos siempre al corazón del Papa, para que sigan trabajando por la justicia y la concordia en un clima de confianza mutua, amor fraterno y paz”. Varias veces interpeló: “Sigan trabajando, pero acuérdense de la Virgen.” (5)

Consideré necesario esta pequeña introducción sobre la personalidad de Juan Pablo II ya que considero que su visita en el año 1998 marcó un hito importante para la nación cubana, no solo para los católicos, sino para todos aquellos abiertos a escuchar su mensaje y en la cual la presencia de la Virgen de la Caridad estuvo presente en todas sus homilías en su inolvidable visita pastoral del 21 al 25 de enero.

Por tercera vez la imagen sale de su Santuario; esta vez a la Plaza Antonio Maceo para así ser coronada oficialmente por el Papa Juan Pablo II ante la presencia del Ministro de las FAR Gral. de Ejército Raúl Castro Ruz (hoy, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros).

El Papa coronó a la Virgen y al Niño y además puso en las manos de ella un rosario de oro, como anuncio de lo que en el año 2000 adicionaría a los misterios tradicionales: los misterios luminosos.

Un discurso inaugural de bienvenida al Papa por el entonces Arzobispo de Santiago de Cuba Monseñor Pedro Meurice Stiu (19), que rompió con los moldes de los demás Obispos Católicos Cubanos y que de primera intención, el autor, que se considera diplomático pensó era demasiado atrevido; pero después se dio cuenta que puso ante el papa Juan Pablo II, en la región indómita de nuestra historia todo el devenir vivido por nuestro pueblo en los últimos años. Alguien tenía que ser profeta y en este caso Monseñor Meurice tocó un tema que mostraba las heridas del pueblo. (19)

Sin romper el hilo conductor del tema, que es “La Caridad nos une”, Monseñor le aseguró al Papa: “Toda Cuba ha aprendido a mirar en la pequeñez de la imagen de esta Virgen bendita que será coronada hoy por su Santidad, que la grandeza no está en las dimensiones de las cosas y las estructuras, sino en la estatura moral del espíritu humano.” Y en otra parte recordó: “… es la Virgen mestiza como nuestro pueblo. Ella es la esperanza de todos los cubanos, ella es la Madre cuyo manto tiene cobijos para todos los cubanos sin distinción de razas, credo, opción política o lugar donde viva”. (19)

Juan Pablo II hizo gala de ser un buen conocedor de la historia del pueblo cuando exhortó: “La historia cubana está jalonada de maravillosas muestras de amor a su patrona, a cuyos pies están los humildes nativos, dos indios y un moreno. Simbolizan la rica pluralidad de este pueblo: El Cobre, donde está su Santuario fue el primer lugar de Cuba donde se conquistó la libertad para los esclavos. Con el dosel del altar familiar, Céspedes confeccionó la bandera y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la libertad, los mambises cubanos llevaban sobre el pecho la medalla y la medida de su bendita imagen. (20)

El primer acto de Cuba Libre tuvo lugar cuando el General Calixto García pidió una misa de acción de gracias y así un sinfín de datos históricos…” y terminó saludando a todos los cubanos diciéndoles: “Desde aquí me dirijo para enviar un saludo a los hijos de Cuba que en cualquier parte del mundo veneran a la Virgen de la Caridad. Y al coronar la imagen simbólicamente pido por toda Cuba.” (20)

¿Por qué coronar una imagen?. Porque María se designa como Reina y Patrona de Cuba. En su corona lleva implícito todo el cariño, respeto, veneración de un pueblo que la aclama en un Reino al estilo de su hijo. En el momento decisivo de su fe reafirmó su sí al pie de la cruz, “En que no quiso contarle al mundo su dolor, sino proclamar con fuerza su esperanza” (4).

Benedicto XVI, en su encíclica Spe Salvi nos dice: “El reino de Jesús era distinto de cómo lo habían podido imaginar los hombres. Este “Reino”, comenzó en aquella hora y ya nunca tendrá fin. Por eso Tú permaneces con los discípulos como Madre suya, como Madre de la Esperanza, Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra enséñanos a querer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino, Estrella del mar brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino.” (21)

El Papa Juan Pablo II en su emotivo discurso destacó los dos aspectos principales de la Iglesia: encarnar la fe y su misión profética. Insistió: “Los laicos cubanos, salvaguardando su propia identidad para poder ser sal y fermento en medio de la sociedad de la que forman parte tiene el deber y el derecho de participar en el debate público, en igualdad de oportunidades y en actitud de diálogo y reconciliación… fomentando y no buscando la gloria o los bienes materiales, usando sus bienes para el servicio de los más pobres e imitando la sencillez de la vida de Cristo”. (20, 22)

Bastarían dos textos claves en los cuales la Iglesia Católica Cubana ha dejado todo su trabajo sobre la Doctrina Social de su magisterio: “La voz de la Iglesia en Cuba” (que recoge 100 documentos episcopales desde 1914 – 1994 en la cual demuestra que nunca ha estado alejada del pueblo, desde la etapa republicana hasta los momentos convulsos y desafiantes de la historia patria) (23) y el Documento Final del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC – 1986); que fue el reclamo de los católicos cubanos, de los que decidimos quedarnos en esta tierra, que sin perder la identidad de lo que somos construimos un futuro mejor. “A los pies de la Virgen María, la Madre de Jesucristo y en especial en su advocación de la Caridad se le pidió ser instrumento que contribuyamos ser más y mejor al bien de todo nuestro pueblo cubano”, “Los cubanos, por nuestro carácter de construir cualquier cosa en común y en común vamos a construir este camino del Espíritu”, “No tenemos ni la primera ni la última palabra, pero creemos que existe una primera y una última palabra de todo y esperamos en aquel que la tiene: el Señor” (4).

Los Obispos Católicos Cubanos, en fecha 15 de agosto del 2009 emitieron un mensaje a los hermanos cubanos en ocasión de los 400 años del hallazgo y presencia de la imagen de la Virgen de la Caridad entre nosotros y se recordó: “María es la primera creyente discípula, mujer– madre, fuerte, humilde y sencilla, de fe orante comprometida, atenta a las necesidades de los demás, que busca siempre cumplir con la voluntad de Dios”. (24). El referido mensaje no es sólo para el pueblo católico, sino también para los hermanos evangélicos con los que compartimos la revelación de Dios en la Santa Biblia, y cuando se hace una mesurada lectura de la misma “…aparece Ella en el plan salvífico, pues su hijo Jesús se encarnó por obra del Espíritu Santo y ese mismo espíritu, como Jesús nos enseñó permite llamarle a Dios, Abba”. (24)

Considero que María es la más fiel representación de los pobres de Yavé, creyó en su palabra y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, que vino a su propia casa y no lo recibieron, nacido sin unión física de la carne, sino nacido de Dios. (Cfr Jn. 1, 11 – 14)

Por eso Pablo, en la Carta a los Gálatas, uno de los más antiguos documentos neo-testamentarios nos enseña: “llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió a su hijo, nacido de una mujer y fue sometido a la ley, con el fin de rescatar a los que estaban sometidos a la ley, para que llegáramos a ser hijos adoptivos de Dios… y llamarlo Abba, o sea, Papito”. (Gal. 4, 4 – 7). No fue necesario decir los nombres de los incluidos en este plan salvífico.

En el documento se miró también “a los hermanos que tienen una religiosidad popular, quizás sólo sacramentalista, bautizo de los hijos, orar por los difuntos, acudir a una misa, a una fiesta patronal y ofrecer sus dones: flores, velas, plegarias; implorando ante Ella, Jesús y los Santos”. (4)

La música cubana ha hecho la razón de ser de María de la Caridad, como es “Evocación” del Trío Matamoros, en que sin una teología piden lo que es necesario: la Madre; también la lírica cubana desde Ernesto Lecuona con su “Plegaria a la Virgen del Cobre” para una soprano ligera o los himnos de la década del ´50 de Rofolls o de Vicente García así como habaneras, sones, baladas por muchos de la diáspora y de los que permanecieron en Cuba que hicieron canciones dedicadas a la Madre de Dios y como un reclamo a lo que somos Celada y Rodríguez en “Virgen Mambisa” nos recuerdan la obligación de ser todos hermanos o el Padre Catasús, que pide sembrar siempre el amor. (22)

Los Obispos Cubanos también tuvieron presente “a los hermanos que han hecho de la Virgen de la Caridad uno de sus principales Orishas”. Oshun, Reina de la Sensualidad, dominio de la maternidad, dueña de los ríos y los palmares, atributos que no tienen que ver nada con la realidad de María, sin embargo, en los últimos tiempos de distensión este sincretismo no ocultado por Celina González se han hecho eco Adalberto Álvarez, los Van Van por citar algunos que estoy seguro que la Madre los acoge con cariño, pues no es menos cierto que es parte de lo místico, folclórico en que convergen para de un modo llamarla en sus lenguajes la Madre de los cubanos. (22

Por último, el mensaje convoca con respeto y apertura a los que no tienen fe no convicción religiosa, “pero que sepan reconocer al menos que ella es símbolo de la nación cubana”(24). Sería loable que conocieran la presencia humanizadora de María en nuestra historia pasada, presente y la que hoy se construye e invitamos a conocer los valores que como mujer – madre puede sembrar en nuestro pueblo cubano por su mediación: fidelidad, fortaleza, espíritu de servicio y por qué no, la hermandad de ser todos hijos de este pueblo que la reconoce como su patrona.

El que ora en el salón de Los Milagros, siente la experiencia del Monte Tabor, ¡…qué bien se está aquí…!. Es la casa de la Madre, es Cuba, es nuestra historia pasada, presente y futura. Los que lucharon por la libertad de Cuba en todo momento, los que fueron a misiones internacionalistas y hasta el cosmos, los deportistas, los emigrantes, los que han perdido su vida en el mar, en fin donde quiera que ha estado un cubano sienten la presencia maternal de María. Como en México, le dijo a Juan Diego: “No temas, soy tu Madre. Ven a mi regazo”; a nosotros, en una tabla, nos señaló “Soy la virgen de la Caridad”. Considero que forma una parte imprescindible de un contexto histórico social de culto mariano que ha pasado de generación en generación de cubanos que sostienen que desde el siglo XVII la referida imagen está en el oriente cubano, en las minas del Cobre, en las alturas de la Sierra Maestra, en su camerín giratorio es como si mirara a los de aquí y a los de allá.

La Iglesia cubana ha preparado un programa trienal cuyo lema es “A Jesús por María; la Caridad nos une”. Es una oportunidad, un tiempo de gracia que Dios brinda a los hombres de buena voluntad que no se debe desperdiciar en el cual lo hemos tomado como una misión.

Epílogo

Considero necesario el motivo de participar en este Concurso primeramente por ser cubano católico y haber tenido la oportunidad de haber asistido al Congreso Católico Nacional en 1959 en mi condición de aspirante de la Juventud Católica, asociación que todo joven de mi generación la veía como un compromiso con la Iglesia y con Cuba y haber estado en su Santuario en cuatro oportunidades.

Por haber tenido una madre y unas tías que desde pequeño, sin haber tenido una fe de mucho compromiso me enseñaron que la Virgen María era la Madre del Niño Jesús, que tenía muchos nombres pero era la misma. Un singular respeto por La Caridad y la Virgen de El Carmen desde niño se apoderó de mí.

En mi adolescencia los cambios del Vaticano II, la beca con sus dificultades de aquellos tiempos y un sacerdote muy preclaro, aún entre nosotros, aprendí que María no era sólo para pedirle algo o simplemente venerarla sino que Ella era confianza, seguridad, cariño y nunca separada de Jesús. Que su tiempo fuerte eran Adviento, Cuaresma y la Pascua en que se realzaba su figura de Madre de la Iglesia.

Tuve momentos de sombras, de temores, creo que como todo cubano, pero quizás por la oración sencilla de mi mamá por lo que le enseñó a mis hijas sentí siempre una especial protección maternal que me hacía siempre mirar a Jesús. Juan Pablo II dejó a la Iglesia una mariología cristocéntrica siguiendo las enseñanzas de San Luis María Grignon de Monfort, y demostró que María no puede estar separada del misterio salvífico de Cristo y de la Iglesia de la cual Ella forma parte también, es por eso que durante el trabajo me he apoyado tanto en su magisterio. Estoy convencido que si todos los cubanos nos unimos pidiéndole a la Madre común que interceda por nosotros obrará al igual que en Cana de Galilea y le dirá a su hijo: “… es necesario que le des vino, pero un vino de amor, comprensión, paz, reconciliación y perdón que todos necesitan”. También le dirá: “… intercede por ellos, que desde hace 400 años nos honran a ti y a mí por medio de lo que ha representado esta imagen para Cuba”.

                                                                               

Comentarios a: hjcabreramtz@infomed.sld.cu  

 

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Salesman, E. “El libro de la Virgen: por si quieres amar más”. Edit. San Pablo, Ecuador, 2005.

Valentini, A. “Il Magnificat, genere literario, strutture esegesi”. Edit. Burgos, Bologna, 1986.

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuadro de texto: Sitio oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba  con motivo del 400 aniversario del hallazgo de la bendita imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre.

www.virgendelacaridaddelcobre.org

“Enséñanos, María, a creer, a esperar y a amar contigo; indícanos el camino que conduce a la paz, el camino hacia el reino de Jesús. Tu estrella de esperanza, con conmoción nos esperas en la luz sin ocaso de la patria eterna, brilla sobre nosotros y guíanos en los acontecimientos de cada día, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.”

Benedicto XVI. 8 de diciembre del 2007.