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-Carta de un obispo al Preparatorio del Concilio Vaticano II

 

Siguiendo instrucciones del Papa Juan XXIII, el cardenal Doménico Tardini envío cartas a todos los obispos del mundo solicitando sugerencias sobre los temas a tratar en el segundo concilio universal a celebrarse en el Vaticano.

Una de las respuestas más significativas --fechada el 22 de agosto de 1959-- fue enviada por el obispo
Geraldo de Proença Sigaud, titular de la sede de Jacarezinho en Brasil, que por su contenido fundamental y profético transcribimos íntegra a continuación:


Eminentísimo Señor,

Le escribo esta carta en obediencia a su petición del 18 de junio, en la que solicita mi opinión sobre qué temas deberían tratarse en el Concilio Ecuménico próximo a realizarse. Ofrezco a usted, humilde y modestamente, ciertos puntos que son para mí muy importantes, pero sin intención de acusar a nadie, ni de criticar a mis superiores.

 

No presentaré cuestiones jurídicas o dogmáticas ya que sin duda otros obispos lo habrán hecho con anterioridad.
Me limitaré a plantear algunos temas prácticos que son fundamentales para el futuro de la Iglesia, y para los cuales pido atentamente su consideración.


Mirando objetivamente la vida Católica en mi país y en otras partes del mundo puedo ver, ciertamente, muchas cosas que son signos de vida y fuentes del consuelo para toda alma amante de la Iglesia de Jesucristo. Pero veo también ciertos signos que son causa de grandísima alarma. Y son tan graves, que en mi opinión deberían ser tomadas en consideración por la comisión Pontificia antepreparatoria del Concilio Ecuménico; y, posteriormente, por el Concilio mismo también.


Puedo observar que los principios y el espíritu de lo que llamamos La Revolución están penetrando en el clero, así como también en el pueblo cristiano; de la misma manera que en el pasado los principios, la doctrina, el espíritu, y el amor al paganismo penetraron en la sociedad medieval con el Renacimiento.
Muchos clérigos ya no perciben los errores de La Revolución ni se oponen a ellos. Otros aman a La Revolución con idealismo. La propagan y colaboran con ella. Persiguen y calumnian a los adversarios de La Revolución, y obstaculizan su apostolado. Demasiados pastores guardan silencio. Otros asimilan
los errores y el espíritu de La Revolución y promueven este espíritu abiertamente, o encubiertamente, de la misma manera que otros pastores lo hicieron en la época del jansenismo. Aquellos que luchan contra estos errores son perseguidos por sus colegas, y se les etiqueta como "integristas".
Salen los seminaristas de los seminarios llenos de ideales revolucionarios, aún de aquellos de la santa ciudad de Roma misma. Se llaman a sí mismos "maritainistas", "discípulos de Teilhard de Chardin", "socialistas católicos" y "evolucionistas". Un sacerdote que combate a La Revolución rara vez es nombrado obispo; pero los que la apoyan frecuentemente
los son.
En mi opinión la Iglesia debería organizar un combate sistemático contra La Revolución en el mundo entero. Yo no se si esto se hará, pero es la forma sistemática de actuar de los revolucionarios mismos. Como ejemplo de esta forma sistemática y organizada de actuar en el mundo entero, tenemos el renacimiento uniforme y simultáneo de los partidos demócrata cristianos alrededor del mundo inmediatamente después de terminada la Segunda Guerra Mundial. El veneno penetra en todas las naciones. La gente llama a reuniones, crean la "internacional" y usan el mismo eslogan consistente en un "hagamos La Revolución antes
de que otros la hagan". Es gracias al consentimiento de los católicos que puede mantenerse viva La Revolución. En mi humilde opinión, si el Concilio ha de dar frutos saludables, debe tener en cuenta primero el estado actual de la Iglesia que (como lo declaró su santidad Pío XII a la juventud italiana), "está padeciendo su Viernes Santo, siendo entregada sin defensa alguna a sus enemigos". Tenemos que caer en cuenta de que hay una guerra a muerte contra la Iglesia en todas partes. Debemos reconocer al enemigo, discernir su estrategia de guerra y sus prácticas, examinar con claridad su lógica, su psicología y su dinámica, de manera que podamos entender con certeza en donde está cada batalla en esta guerra; y así, organizar e implementar nuestra oposición con sabiduría.
Nuestro Enemigo
Los últimos seis siglos, el incansable enemigo de la Iglesia Católica y de la sociedad a perseverado en el combate mortal. Ha marchado hacia adelante de manera continua y sistemática, y ha puesto de cabeza y destruido casi todo el orden católico; esto es, la Ciudad de Dios; intentando construir la Ciudad del Hombre para reemplazarla. El nombre de esta ciudad es "Revolución".
La Revolución quiere construir una
orden de vida puramente humano -- una sociedad y una humanidad carente de Dios; sin la Iglesia, sin Jesucristo nuestro Señor, sin Revelación --fundada exclusivamente en la razón humana, en la sensualidad, en la concupiscencia, y en el orgullo. Para alcanzar esto es necesario atacar las raíces, demoler y destruirlo todo y reemplazar a la Iglesia. Este enemigo se ha vuelto muy confiado porque avizora la victoria en un futuro próximo. Y a pesar de ello, muchos pastores católicos hacen burla de estas consideraciones como si fueran propias de imaginaciones desequilibradas. Actúan exactamente como los habitantes de Constantinopla los años que precedieron al desastre de la ciudad. Están cegados y no quieren ver el peligro.
Los ojos de todo el Concilio deberían volverse hacia los Francmasones. Las palabras de los soberanos pontífices que han declarado su filosofía como contraria a la Revelación, denunciándolos cómo el arma principal en la guerra contra la sociedad Católica son válidas todavía. Después de dos siglos, tenemos ante nosotros los resultados de lo que previó su santidad Clemente XII como programa de esta secta. Algunos elementos de este programa faltan por completarse, pero siguen siendo perseguidos con gran inteligencia, perversidad, energía, y lógica; y se
están completando con pasos acelerados. Ya son pocas las piedras que faltan para construir la Ciudad del Hombre. ¿Cuántos años más le serán otorgados a la Iglesia en la "reunión de los reyes de la tierra"? ¿Cuántos años más serán necesarios para imponer el "Nuevo Orden Mundial" sobre el mundo y sobre los fieles?
Quiero traer a su atención la evidencia grave que muestra la conspiración mundial contra el orden católico y su inminente victoria, a menos de que sea Dios quien salve a la Iglesia y esté preparando para nosotros un milagro por medio de nuestro esfuerzo incesante.
Se trata del billete de un dólar de los Estados Unidos de América.
¿Qué es lo que vemos si examinamos atentamente este pequeño pedazo de papel? --Dentro de un círculo del lado izquierdo vemos una pirámide del piedras cuadradas y pulimentadas que se yergue sobre un campo amplio sin cultivo. El significado de este símbolo nos lo da la inscripción latina que se traduce como: Nuevo Orden Mundial. Esta pirámide simboliza la nueva humanidad compuesta por hombres de alta estima entre los Francmasones, cuyo símbolo es la piedra pulida en la que los hombres creados por Dios son transformados por
el Gran Arquitecto del Universo. La base de la pirámide indica la fundación de este Nuevo Orden Mundial --MDCCLXXVI [1776]-- el nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica.
Los Estados Unidos son, por consiguiente, la base para está nueva humanidad masónica. Faltan aún algunas piedras, el Nuevo Orden Mundial no está todavía completo, pero casi lo está. Eventualmente el trabajo quedará completo, ya que arriba de la pirámide se simboliza "Dios". No se trata del Padre de nuestro Señor Jesucristo, del Creador y Dios justiciero, sino de un dios gnóstico, del Arquitecto representado por el ojo dentro del triángulo. Nos
encontramos de lleno dentro del dominio del dualismo maniqueo de los gnósticos que es el fundamento teológico de la secta francmasónica. Este "dios" está dando su aprobación a su empresa tal y como puede leerse arriba de la pirámide; alaba su trabajo, aprueba lo que se proyecta, y está completamente de acuerdo.
Esta alegoría es clara. Para nosotros, el "Nuevo Orden Mundial" legítimo fue fundado por Jesucristo nuestro Señor hace 1959 años. El Nuevo Orden Mundial que se proyecta fue iniciado en 1776 y es una construcción contradictoria de la naturaleza creada...
Este asunto es de una importancia vital para la Iglesia
. El orden de la masonería es el contradictorio del orden católico. Muy pronto el orden masónico abarcará a la humanidad entera. Y a pesar de ello, muchos obispos católicos y sacerdotes no lo ven, y un gran número de ellos guardan silencio.
Desde León XIII no ha habido una nueva encíclica sobre ésta secta. ¿Qué se dice de ello en las universidades y en los seminarios? ¿Qué tienen que decir al respecto de la sociología de este asunto tan grave? En el gobierno mundial y nacional de la Iglesia este problema se ignora con frecuencia. Es como si se
hubiera pactado una tregua. En los estudios y discusiones de los sacerdotes sobre el programa masón, sus métodos, su sistema de sociología, su meta, sus medios, sus prácticas y su estrategia ya no merecen mención. Lo que es más, el padre Berthelot, un jesuita francés, ha escrito un libro ¡sobre la posibilidad de cooperación entre la Iglesia y la secta! El peligro es muy agudo. Los obispos argentinos han percibido esto y han hecho un llamamiento a sus fieles para elevar una protesta. En Brasil hay señales de que la batalla está por comenzar.
Comunismo
El comunismo es el otro enemigo
de la Iglesia Católica. La secta masónica agrupa a los burgueses; y los comunistas agrupan al proletariado. El objetivo de cada uno de estos grupos es idéntico --una sociedad socialista, racionalista, sin Dios y sin Cristo. Ambos movimientos tienen una sola cabeza en común: la judería internacional
La judería internacional
1. Condenamos toda persecución de los judíos ya sea por su religión o por su raza. La Iglesia está en contra del "antisemitismo".
2. Pero la Iglesia no puede ignorar los hechos de un pasado y las afirmaciones contundentes de la judería internacional. Los jefes de está judería han conspirado por
siglos de manera metódica y por razón de un odio interminable contra lo católico y para la destrucción de dicho orden; así como para la construcción de un imperio mundial judío. Esta es la razón misma de ser de los comunistas y de la secta masónica. El dinero, los medios de difusión y la política internacional se encuentran en su casi totalidad en manos de judíos. A pesar de que los mayores capitalistas se encuentran entre los judíos, lo que debiera señalarlos cómo los mayores adversarios de los comunistas y de los rusos, el caso es que no los temen. Por el contrario, los ayudan. Los que han revelado secretos atómicos de los Estados Unidos fueron judíos (Fuchs, Golds, Gringlass y Rosenbergs). Los fundadores del comunismo fueron judíos. Han sido sus promotores, organizadores y banqueros.
Estos son los hechos, la realidad. ¿Debe esto propiciar el odio? ¡No! Pero vigilantes y con claridad debemos lanzar una oposición sistemática; a la igualmente sistemática y metodológica avanzada del "enemigo del hombre", cuya arma secreta es la hipocresía, "la levadura de los fariseos".
La Revolución
El judaísmo internacional se propone la total derrota de la cristiandad y sustituirla en el mundo entero. Sus ejércitos
principales son los masones y los comunistas. Este proceso de La Revolución se inició al final de edad media; medró con el Renacimiento pagano; dio un salto hacia adelante con la Reforma Protestante; destruyó las bases políticas y sociales de la Iglesia por medio de La Revolución Francesa; intentó la destrucción de la Santa Sede por medio de un ataque a los estados papales; vació las arcas de la Iglesia por medio de la secularización de las riquezas de las órdenes religiosas, y de las diócesis; fue la causa de todas las graves crisis con el progresar del Modernismo; y, finalmente, inventó la herramienta decisiva para borrar el nombre cristiano de la de la faz de la tierra: el comunismo.
El gran poder de La Revolución le viene de su astuta manipulación de las pasiones humanas. El comunismo ha perfeccionado la ciencia de La Revolución y su arma principal consiste en su métodos y su persistente excitar las pasiones humanas hacia el desenfreno. La Revolución hace uso de dos vicios para destruir la sociedad Católica y así construir una atea --la sensualidad y el orgullo. Estas pasiones violentas son manipuladas para alcanzar un fin preciso, y se les sujeta
a la disciplina férrea de sus dirigentes a modo de destruir totalmente la Ciudad de Dios y construir así, en su lugar, la Ciudad del Hombre. Estas pasiones ciegas aceptan la tiranía absoluta y están dispuestas a padecer la pobreza con tal de lograr construir el orden del Anticristo. Un gobierno central dirige todo el proceso con energía y gran inteligencia. Este es el dínamo humano que Satanás mismo conduce. Lo que llamamos " política de derecha" tales como el fascismo y el nazismo fueron igualmente punta lanzas contra la Iglesia de Jesucristo.
El combate católico contra el enemigo
Ciertos principios deben
tenerse en consideración:
1. La condena de doctrinas perversas es muy necesaria, pero no es suficiente. No faltaron condenas en la lucha contra el protestantismo, ni contra el jansenismo, el modernismo, y el comunismo. Con frecuencia dieron buenos resultados. Algunas llegaron demasiado tarde.
2. Lo que se necesita es una lucha organizada contra los errores, contra las fuentes del mismo y contra los promotores del error. Este tipo de combate organizado, como es propio de un ejército bien organizado y metódico, se facilita mucho hoy día gracias a los medios avanzados de comunicación con la Santa Sede. La situación,
sin embargo, es la contraria. No existe una resistencia organizada contra las ideas y las personas debido a que ni el clero, ni las órdenes religiosas, ni las escuelas, ni los laicos entran de manera sistemática en este combate.
Este combate organizado debe luchar también contra los disfraces de La Revolución, así como contra los errores y el espíritu que ella promueve.
Estos disfraces se señalan por dos características:
a) Son, en cuanto opiniones, la consecuencia lógica de los errores. Y son la manifestación psicológica de principios falsos aplicados al caso concreto.
b) El disfraz es presentado de manera tal
, que la gente mal informada no alcanza percibir la malicia subyacente en la doctrina. Aunque los fieles no alcancen a percibir la malicia subyacente en la doctrina, tienden a a conservar en estado latente los principios perversos de la misma; y poco a poco, insensiblemente, acaban penetrados por los principios y por el espíritu de La Revolución.
El Sílabus del Papa Pío IX
El Sílabus es un catálogo providencial de errores perniciosos que han llegado a nuestros días, y conserva su validez intemporal. Requiere, sin embargo, completarse:
1.- Con la inclusión de nuevos errores de nuestros días.
2.- Por medio
de una organización de resistencia práctica contra dichos errores, y contra sus defensores, tanto dentro como fuera de la Iglesia.
Me parece que este combate organizado y práctico no se ha visto. Por el contrario los defensores de estos errores y los que se encuentran influidos por el espíritu condenado por el Sílabus, son los que han sido promovidos a posiciones de responsabilidad dentro de la Iglesia. En los seminarios podemos encontrar maestros llenos de amor por La Revolución difundiendo estos errores. Los sacerdotes que permanecen neutrales en este combate son promocionados. Aquellos que luchar abiertamente contra La Revolución son
apartados de sus responsabilidades. Con frecuencia sufren persecución, y se les prohíbe hablar. Los pastores ya no echan fuera a los lobos de sus rebaños, e impiden que los perros ladren. Yo ya me encontré una monstruosidad de este tipo: "yo soy un sacerdote maritainista", "yo soy un obispo maritainista".
Los errores del socialismo deben añadirse al nuevo Sílabus. Lo mismo debe hacerse con los errores de Marc Sangnier del movimiento del Sillón. Debe hacerse lo mismo con la herejía social de Jaques Maritain; con la idolatría de la democracia; con el ídolo de la Democracia Cristiana; con los
errores en la liturgia; con los errores de un sacerdocio para los laicos del grupo de la Acción Católica; con los errores relativos a la obediencia y los votos religiosos; con los errores sobre el comunismo y sobre la propiedad, y los concernientes a la evolución universal panteísta.
La estrategia del caballo de Troya
La doctrina del mal menor
Una de las múltiples formas por las cuales La Revolución penetra de manera subrepticia en el baluarte de la Iglesia, como primera puerta, es el llamado "el mal menor". Esta táctica puede ser comparada con el famoso Caballo de Troya. La doctrina Católica
enseña que si no podemos evitar un mal mayor podemos elegir permitir un mal menor para evitar así el mal mayor, bajo la condición de no cometerlo directamente nosotros. Pero:
1.-- Los liberales creen que un mal menor es un mal pequeño al que no vale la pena combatir.
2.-- Hay muchos católicos, aún sacerdotes, que creen que un conflicto hace daño a la Iglesia, como si ella no fuera por su naturaleza misma militante. A esto se debe que permitan el mal sin combatirlo bajo pretexto de prudencia, caridad, y diplomacia apostólica.
3.-- No caen en cuenta de
que el mal -- aún un mal menor-- es siempre un mal; dado lo cual ni se esfuerzan por limitarlo, ni por suprimirlo. Conviven del diario con este "mal menor" y olvidan por consiguiente el bien mayor al que se opone. Por medio de la antítesis se olvidan de la tesis; acaban finalmente por querer ese mal como algo normal, rechazando lo que es bueno como si fuera horrible. Pongamos por ejemplo la separación entre la Iglesia y el estado; y el divorcio permitido a los católicos.
Adaptación a los no católicos
He aquí la segunda puerta secreta por la cual
el enemigo penetra dentro del baluarte católico. La fragilidad debida a la concupiscencia innata al hombre, provee ampliamente a la continua tentación de conformarnos al mundo. Tenemos que recordar continuamente, que la lucha del hombre contra la carne y contra la sangre no termina jamás; ni la lucha contra el príncipe de las tinieblas. Todos días proclamará el evangelio "abneget semetipsum". Ciertos principios deben inculcarse con fuerza de nuevo en la mente de los católicos, aún en las mentes de los sacerdotes:
1. En relación a los principios no hay compromiso permisible. Tenemos que insistir en este punto de manera
que los fieles entiendan que hay una contradicción necesaria entre el mundo y la Iglesia. Los católicos no pueden estar "al día" en un mundo pagano.
2. Aún cuando los principios se encuentren salvaguardados, las concesiones que se hacen al mundo pueden ser perniciosas a la causa Católica. Verbigracia, cuando esta concesión constituya una invitación al mal por la fragilidad de la naturaleza humana que cede ante el escándalo. Por ejemplo, alguien puede ser capaz de frecuentar un casino sin pecar; pero, para la mayoría no será posible aceptar ésta invitación sin caer en pecado.
3. Si nuestra indisposición
al compromiso irrita a nuestros adversarios, esto no es necesariamente un mal. Por el contrario, puede ser un gran bien. Esto es lo que hizo Nuestro Señor. No es posible ganar una guerra y obtener una victoria sin un conflicto doloroso. Los adversarios perciben instintivamente que cosas son favorables a la Iglesia y perjudiciales a La Revolución, y lo toman a mal. Por consiguiente, el temor de desagradar a nuestros adversarios parte del supuesto de que nuestros adversarios lo son de buena fe, y que por tanto no deben ser ofendidos. Estos católicos creen que los no católicos viven en un error meramente intelectual; de manera tal que, a partir del momento en que la fe les es presentada con gentileza quedarán convertidos instantáneamente. Creen, igualmente, que todas las discusiones son malas; y que la severidad, y la energía con las que la Iglesia defiende la fe serían un obstáculo para la conversión de las personas.
Cooperación con los no católicos
Las consecuencias de cooperar en general con los no católicos en asuntos ordinarios son serias. No hay duda de que en un caso particular, y para un propósito muy bien definido, la Iglesia pueda alcanzar algún bien de esta
cooperación. Pero, generalmente, una verdadera cooperación no es posible por razón de que los principios, el objetivo, y el espíritu se hayan demasiado contrapuestos. La resultante de estos contactos termina siendo que los no católicos aprenden poco, y que los católicos pierden mucho.
La buena fe
Muchos males entran al campamento católico por medio del mito de la buena fe. Especialmente porque muchos puestos de gran influencia son otorgados a individuos cuya lealtad a los principios de la Iglesia ni siquiera se conoce. En tiempos de paz, "nadie es malo a menos que se demuestre lo contrario". Pero, cuando la ciudad
es asaltada, no es posible fiarse de nadie para defender puntos clave a menos que su fidelidad este ampliamente probada; "nadie es bueno hasta que demuestre serlo".
Medios de corrupción
Los bailes. Me parece que los bailes en los cuales los hombres abrazan a las mujeres debería ser categóricamente condenados. De la misma manera, los bailes modernos tales como el rock-and-roll y otros bailes similares debían ser formal y universalmente prohibidos a los católicos. La Iglesia debería oponerse a las llamadas "fiestas" cuando se reducen a un exclusivo culto sensual del cuerpo.
Las modas. Por lo que se refiere
a los países de la civilización occidental se pueden dar normas objetivas de un buen vestir femenino. Lo que es más, la virtud de la modestia debe exigirse como algo necesario y fundamental para la salud moral de las naciones. Los misioneros deben ser entrenados para educar a los pueblos primitivos en la observancia de la modestia. Los trajes de baño femenino llamados "bikinis" deben ser condenados de manera contundente. Lo mismo para los trajes de baño en dos piezas y para aquellos que dejan la espalda desnuda.
Concursos de belleza. Estos concursos debieran quedar absolutamente prohibidos. Me parece que
las candidatas, los organizadores, los jueces, y todos aquellos que tan generosamente financian estos desfiles de carne humana debería ser castigados con la excomunión. Los obispos americanos niegan los sacramentos a las candidatas Católicas de estas reuniones. Este debiera ser el caso para el mundo entero, tanto por lo que a las candidatas, como por lo que a los demás participantes se refiere.
Películas. La posición de la Iglesia por lo se refiere al cine ha sido expresada en documentos pontificios. Pero en la práctica ciertos escándalos se dan:
1. Los documentales puede ser útiles para hacer progresar los
estudios y para instruir a la gente.
2. Las películas melodramáticas hechas para el disfrute y la diversión son de la misma naturaleza que las noticias y las novelas. Exitan, sin razón alguna, la imaginación y las pasiones. Estas cosas se controlan normalmente por medio de la mortificación, y generalmente son dañinas para una vida Católica porque disipan la mente.
3. El cine parroquial es en general un escándalo para los fieles.
a. Porque generalmente se presentan algunas películas inmorales o degradantes en el curso del año.
b. Porque con la asistencia frecuente al cine parroquial desarrollamos el vicio de
procurarnos placer; y de esta manera, los fieles corrompidos irán a cualquier otro cine cuando no haya cine parroquial.
c. Porque el cine disipa la vida espiritual.
4. La educación por medio del cine, como la maneja la Acción Católica, es un truco diabólico por medio del cual se lleva los fieles a ver escenas degradantes bajo pretexto de técnica y arte; como si la imaginación y la concupiscencia pudieran manejarse a voluntad, como un switch que se prende y se apaga a voluntad.
5. Ejercer un juicio prudente en el terreno de las películas es más difícil que
en el terreno de la palabra impresa. Una película exita los ojos y la imaginación con más intensidad. Una solución práctica sería la creación de un centro romano para censurar películas bajo la dirección de la Santa Sede y con autoridad universal. Aquí no sólo debería considerarse su moralidad inmediata, sino también si hay propaganda a favor de La Revolución. En este aspecto, las películas clasificadas "buenas para personas con criterio formado" deberían ser examinadas con mucha atención y riguroso criterio.
Libros. La condena de libros por la Santa Sede tiene un fuerte impacto sobre los católicos. La mayoría de
los fieles evitan estos libros. No hay duda de que son leídos por otros. Pero el sólo hecho de saber que la Iglesia ha condenado estos libros, los hace considerar que la doctrina planteada en ellos es falsa; y por consiguiente, su veneno les ocasiona un daño menor. Algunas veces estas condenas llegan tardíamente, después de que se ha causado mucho daño. Por ejemplo, la condena de Gide, el escandaloso autor francés autor de "El Inmoralista" fue tardía. Otra condena indispensable es la de Jacques Maritain. Sus errores han causado un grave daño a la Iglesia, especialmente en América Latina. El clero joven está infectado por ellas. El daño causado por los errores de la Democracia Cristiana provienen de las ideas de Maritain. Se menciona que los desórdenes políticos en América provienen de sus discípulos. Los católicos dicen que el Vaticano aprueba a Maritain porque fue el embajador francés ante la Santa Sede. Los obispos se autonombran " maritainistas". Estas doctrinas están de moda en las universidades Católicas brasileñas. A pesar de ello, Roma guarda silencio. En consecuencia, los funcionarios públicos siguen el principio siguiente: La Revolución uso de métodos perversos pero en sí misma es buena. Sumémonos a ella de manera sincera. Hagamos La Revolución antes de que los comunistas la hagan.
DIFICULTADES DENTRO DE LA IGLESIA
Hay un estancamiento en los estudios escolásticos
La reforma romana en los estudios de 1930 en nada alivió el estancamiento del escolasticismo. La atención de los estudiantes está dedicada, casi en exclusiva, a las cuestiones históricas y temporales. Las tesis para las maestrías y los doctorados versan, generalmente, sobre este o sobre aquel filósofo, o teólogo. La filosofía Católica, la teología y la sociología católicas han perdido en gran parte su impulso. Nuestros filósofos ya no valoran el pensamiento occidental. Los nuevos guías son
Sartre, Freud, Dostoyevski, etc.... Nuestros propios maestros tienen una ansía nada saludable por acomodarse a los ídolos del momento, y se dedican a leer los artículos del último "existencialista místico" etc....
El Concilio debería examinar este tema acuciosamente para volver a inyectar con un nuevo vigor la doctrina Católica ellos. Los causantes de estas desviaciones deberán ser silenciados. Los siguientes deben ser condenados: el Socialismo Cristiano, El Nominalismo, el Idealismo Kantiano, todo lo relativo a Hegel y su escuela, Sartre, la doctrina de Maritain con su insidiosa distinción en cuestiones sociológicas entre el individuo humano y la persona humana. El
evolucionismo absoluto. El positivismo filosófico y jurídico. El maniqueísmo y gnosticismo modernos que se expresan a sí mismos por medio del arte abstracto. Y la teosofía: clubes de Leones y de Rotarios, así como el Movimiento de Rearme Moral.
Para poder incrementar la influencia de la Iglesia y de su doctrina, debemos alentar la práctica de polemizar sobre temas discutibles... Ciertamente, debemos poner cuidado de que éstos sean conducidos de manera caritativa. Pero las discusiones son necesarias; y deben ser vivaces para producir un amor a la verdad. Los comunistas han investigado de manera científica está técnica de polemizar
para sus propios fines. Las personas deberían participar en disputas para adquirir el hábito de la reflexión y el amor a la doctrina.
El naturalismo pedagógico
La influencia de Jean Jacques Rousseau con su prédica del hombre naturalmente bueno es grande aún; aún entre los católicos. Un gran número de fieles tienen una idea falsa de la autoridad paterna y de la naturaleza de los niños. Creen que un niño es casi un ángel, sin concupiscencia y pasiones desordenadas. La doctrina Católica debe recordarse igualmente a nuestros religiosos que se consagran a la educación, ya que muchos errores de los
protestantes invaden actualmente nuestros claustros.
En materia sexual la inocencia debe preservarse tanto como sea posible; pero las ideas, y los principios, deben transmitirse en su integridad a los niños tan pronto como se pueda; de manera que los fieles puedan alcanzar la madurez a su debido tiempo. Se hace necesario decir algo en relación a los llamados "complejos". Bajo pretexto de evitar estos complejos, la naturaleza viciosa de los niños es abandonada a sus malas inclinaciones.
EL COMBATE CONTRARREVOLUCIONARIO
Algunos principios
La conspiración de La Revolución es a la vez orgánica y única. De la misma manera, por tanto, dicha conspiración
debe ser combatida de manera que sea, a su vez, una, y orgánica. Los fieles católicos esperan del magisterio una descripción concreta, fundamental, práctica, y orgánica de la sociedad Católica y de la sociedad contrarrevolucionaria. En esta sociedad los elementos aceptables del mundo moderno junto a los tradicionales que deben ser conservados se integran de manera orgánica.
El comunismo nos da un ejemplo claro. La dirigencia central se expresa con admirable claridad sobre todos los temas vitales, indicando si éstos concuerdan con el programa revolucionario o si le son contrarios. Lo que es más, señala el valor táctico de
cualquier cosa como favorable o contrario a La Revolución. Localizará con precisión el lugar dedicado al asunto en cuestión dentro de su sistema; así como su valor para la construcción, o para la destrucción, de La Revolución. Me parece que tenemos que crear una estrategia y una metodología Católica, junto con un centro contrarrevolucionario de resistencia a través del mundo entero, al cual se debe convocar a integrarse a todos los católicos. Habría entonces con ello la esperanza de un verdadero amanecer para un mundo mejor. Lo legítimo sería que la Santa Sede, por sí misma, dirigiera esta ofensiva. Aquellos elementos dentro de clero y del laicado que se han mostrado más capaces en el combate contrarrevolucionario deben asumir la dirección de este ejército. Deberíamos desarrollar una verdadera ciencia de la guerra contrarrevolucionaria... El combate católico contra los enemigos de la Iglesia me parece con frecuencia como la batalla de los ciegos contra los videntes. No tenemos clara la meta, el método, la dinámica, la estrategia o las armas. ¿Qué señala la sociología Católica sobre estas cosas?
LA RECONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD CATÓLICA
Esta construcción no considera la corrección de problemas parciales, sino casi una creación enteramente nueva. La mayoría
de las cosas en la vida no son ya cristianas, sino paganas. Los católicos deben saber que "esto o aquello no es compatible con una sociedad Católica". Que en este terreno, o en aquel otro la sociedad debe ser de esta manera, o de aquella otra, para ser Católica. Hay un amplio margen para esto, pero dicho margen no es infinito. El modelo ideal de una sociedad Católica debe ponerse ante nuestros ojos con tal claridad, que sepamos siempre lo que tenemos que hacer.
El poder de la Santa Sede es enorme. Si los fieles fueran reunidos y dirigidos para
este trabajo de manera enérgica, clara, y con una metodología precisa para un combate verdaderamente mundial bajo la dirección del soberano Pontífice, entonces el avance triunfal de La Revolución sufriría un alto total, y el reino del Sagrado Corazón de Jesús quedaría inaugurado "para restaurarlo todo en Cristo". Concretamente, otras soluciones serían también posibles. Pero en cada país los católicos deben ser dirigidos a soluciones prácticas que los llevaran a renunciar a otras soluciones legítimas, de tal manera que, a unísono, pueda construirse algo positivo. Ya que si los trabajadores quieren construir todas las casas posibles, terminarán por no construir absolutamente nada.
La reconstrucción de la cristiandad es de gran importancia. Lo más importante es la cimentación del reino del Sagrado Corazón de Jesús. Dios puede salvar cada alma dentro de una sociedad revolucionaria. Pero las condiciones para su salvación son las peores, y la salvación de cada alma exige un milagro. El orden cristiano, por el contrario, es la mayor gracia externa que suave y eficazmente mueve, no sólo a cada individuo, sino a multitudes enteras hacia la santidad de vida y la salvación eterna. Dentro de una sociedad revolucionaria Dios pesca almas con anzuelo. Dentro de una
sociedad cristiana las almas son atrapadas con redes. La primera sociedad es el mayor obstáculo, la segunda la mayor gracia externa.
ATACANDO AL COMUNISMO
Muchos católicos sienten la fuerte tentación de tratar con el comunismo de la misma manera como la Iglesia trató con el liberalismo hace un siglo, y aun lo sigue haciendo hoy día. Con el liberalismo la coexistencia es posible.
1. El liberalismo no le impidió a la Iglesia predicar la doctrina católica, ni la obligó a predicar la doctrina liberal.
2. El liberalismo permitió la condena de sus errores. Sin embargo, bajo los gobiernos comunistas las
cosas son diferentes.
a.- Se prohíbe a la Iglesia difundir su doctrina.
b.- Se obliga a la Iglesia a enseñar los errores del comunismo.
c.- La Iglesia se ve impedida de condenar los errores del comunismo.
La oposición del comunismo a la Iglesia Católica es esencial, radical, perpetua, y total. Cuando el comunismo hace la paz con la Iglesia, se trata de una mera tregua en una guerra total.
Las razones para esta tregua pueden ser varias:
1.- Puede tratarse de una exigencia de la política internacional.
2.- La estrategia para atacar otro país reclama de una paz ficta en
su vecino.
3.- La debilidad del comunismo en las primeras etapas pueden explicar esta tregua. (Hasta el carnicero, antes de asestar el golpe mortal sobre su víctima, se da un respiro para golpear con mayor fuerza).
La cooperación con el comunismo será siempre la ruina de la Iglesia. El comunismo es hijo de la sinagoga. Hasta que llegue la conversión de los judíos, la sinagoga judía será la "sinagoga de Satanás." Y el comunismo será el comunismo de Satanás. La labor y el rostro del Anticristo.
EL SOCIALISMO
El poder secreto del comunismo está basado en su odio a Jesucristo.
Su poder seductor, sin embargo, está fundado en la utopía socialista. El comunismo promete una sociedad de hermanos, sin autoridades, sin clases, sin pobreza, sin dolor, sin dificultades en la vida, sin Dios, y sin infierno. Promete el paraíso en esta vida. En vez de Dios, libertad; en vez de rey o padre, igualdad; en vez de propiedad y clases sociales, hermandad. Los católicos ingenuos creen fácilmente en esta utopía, pensando que puede ser bautizada. Porque dicen que la Iglesia primitiva fue socialista. Se me hace necesario que el Concilio Ecuménico pronuncie una condena severa y solemne de esta utopía. Es en realidad una tentación a nivel mundial, similar a la presentada en el paraíso: "seréis como dioses." O con estas otras palabras: "os daré todas estas cosas".
1. La vida en la tierra no pretende ser como el paraíso. Las cruces, la paciencia, y la negación de uno mismo son indispensables para obtener la finalidad que tiene la vida en la tierra. La caridad es necesaria, no sólo la justicia.
2. El verdadero paraíso socialista jamás ser alcanzado en la tierra. Cuando el hombre busca el reino de Dios y su justicia, obtendrá la felicidad terrena que Dios
en su amante providencia quiere para sus hijos aquí en la tierra. Si el hombre busca exclusivamente su propia beatitud en este mundo, si quebranta las leyes de la naturaleza humana, será empujado por Satanás hacia la peor forma de esclavitud. Los judíos prometen que su rey "gobernará con un cetro de hierro" a aquellas gentes que se sometan al yugo del socialismo. La sociedad revolucionaria será, para comenzar, un paraíso la tierra; y para terminar, un infierno en la tierra.
3. Debemos enseñar con claridad que las diferencias económicas y sociales son esenciales en la vida normal de la
sociedad. Estas diferencias no son contrarias a la justicia, aunque eso sí, no deben ser excesivas. Estas diferencias deben de ser aceptadas en caridad (para evitar el vicio de la envidia). Para un correcto ordenamiento de la sociedad las clases sociales son necesarias.
4. El socialismo forma a la gente en el odio a las beatitudes y virtudes cristianas de la humildad, caridad, pobreza, y castidad. ¿Cómo es posible que las órdenes mendicantes no prediquen de manera más insistente el ideal de la pobreza?
LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN LA VIDA SOCIAL
En muchas partes del mundo hoy día, se
está dando una intervención del estado en las vidas de los individuos y de las asociaciones que va en aumento. Esta intervención es con frecuencia necesaria, debido a la demolición de la vida comunal (corporativa) por el liberalismo.
Muchas cosas que debían de ser manejadas por la sociedad y por las asociaciones son llevadas a cabo hoy en día por el estado. La doctrina Católica debe admitir cierta intervención. Pero esto debería considerarse con toda claridad como algo extraordinario, anormal, y transitorio. Como regla general estas intervenciones deberían de abolirse tan pronto como fuera posible. Con demasiada frecuencia esperamos soluciones
de parte del estado para las dificultades, y para hacer cambios a las instituciones naturales y tradicionales. Pero, generalmente, las dificultades son fruto de la corrupción moral. La religión Católica es indispensable para la corrección de la inmoralidad. La solución a los problemas actuales no puede encontrarse en conferencias internacionales, sino mejorando la moralidad. Si Dios y Jesucristo quedaran establecidos como fundamento de la vida individual, familiar y nacional, hasta las cosas propias de la naturaleza... encontrarían su solución natural.
El mundo socialista hay una fijación que quiere imponer soluciones a la naturaleza, soluciones que fueron cocinadas por la
burocracia. Pero los seres vivientes son tan complejos, tanto física como moralmente, y la vida es tan diversa que la mente humana es incapaz de conocer todas las fuerzas que entran en juego. Es por ello que no debemos de tratar de la naturaleza humana como lo haría un herrero, sino como lo haría un jardinero.
CONCLUSIÓN
Varios sociólogos católicos hablan de una "nueva humanidad" que está pronto por nacer, como si supieran algo derivado de una ciencia esotérica o gnostica. El "dogma" de la evolución explica en parte está ciencia y diferencia. Érase una vez que el hombre fue mono
. Ahora podrá evolucionar y llegar a ser algo superior a la humana naturaleza --un superhombre. Entonces las reglas de la ley natural sufrirán un cambio, aún la ley moral, que se volverá relativa por el hecho de la ley natural cambiante. Tenemos que rechazar éstas cosas.
En mi modesta opinión, parece necesario que presentemos un programa positivo. Los católicos lo desean. Dicen: "por lo que se refiere a combatir el error, todos los católicos están unidos; pero, cuando se trata de construir positivamente, la unidad es destruida." Más allá de cualquier duda, varias organizaciones han intentado mover a los
fieles católicos a la acción en los últimos años. Pero esos movimientos tenían muchos elementos socialistas, y por ésta razón no fueron aceptados por los fieles. Tuvieron más éxito dividiendo que unificando.
Si el Concilio Ecuménico presentara un programa positivo de acción contrarrevolucionaria y de edificación cristiana, con todo lujo de detalles, y se llamará a los católicos a esta tarea, el amor al reino del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María llegaría con fuerza.
Creo que estas cosas tenían que decirse a usted en lo personal, Eminentísimo Señor. Como obispo humilde y desconocido le envío
estas notas como muestra de mi obediencia. Usted habrá de juzgar si son útiles. Me abrazo con devoción a sus vestimentas sagradas y me declaro sinceramente suyo,

                                                                                          + Geraldo de PROENÇA SIGAUD Obispo de Jacerezinho, Brazil
                                                                                 (Tomado de Angelus Press. - La Lettre aux Anciens Nº 29, du 27 Juin 1996)


Esta instantánea en el tiempo que corresponde al mundo Preconciliar, visto por la inteligencia más aguda del momento, sirve como parteaguas de dos mundos. Sirve tanto para señalar porqué la profecía alusiva de La Salette data de mediados del siglo XIX, como para explicar el largo plazo de siglo y medio para su cabal cumplimiento. La traición total al Evangelio de Jesucristo fue un fenómeno acumulativo incesante que llevó a S.S. Pío XII a hablar de "La Iglesia siendo entregada indefensa a sus enemigos como Jesús en Viernes Santo".
Era mucho lo que había antes del Concilio que no
condujera, de quedar oculto, a males mayores.
El Concilio destapó una cloaca: La Revolución madura dentro de la Iglesia, lo que en palabras de uno de sus autores --Paulo VI-- quedó asentado para la historia como "Los humos de Satánás han penetrado en la Iglesia", y los hechos lo confirman en Iberoamérica con el avance incontenible (al no haber oposición) de las sectas; y en Europa con el avance incontenible del Islam avalado por escándalos de pederastas impunes.
El papel relevante de monseñor Sigaud dentro del Concilio mismo lo señala la historia. Por algo declaraba abiertamente un cardenal que
había que sacarle de ahí ¡pero enviándolo a la luna! Y esto en tiempos en que Kennedy presentaba su proyecto del hombre a la luna, ¡no era por tanto cuestión meramente metafórica!
El parteaguas entre lo anterior, y lo posterior a La Revolución es el más viejo de los conocidos. Siempre ha habido hombres que centran su existir de la cintura para arriba, defendidos por el Espíritu Santo por medio de pastores como monseñor Sigaud ¡de aquellos que todo lo fijan, lo entienden de la cintura para abajo!
El Espíritu Medieval de aquellos que prefirieron siempre fijarse en lo
que los identificaba con los ángeles, en vez de lo otro, lo que los identificaba con las bestias del campo esta presente en Sigaud. En cada una de sus palabras, pero sobre todo, en cada una de sus metas: claras precisas y prácticas.
No se encuentra en M. Sigaud un ápice de confusión, a diferencia de aquellos que, lejos de tener metas claras, desprecian las leyes divinas por el sólo hecho de hallarles correspondencia con las propuestas por organismos humanos; condenando así lo bueno junto con lo malo, olvidados de que la justicia no se mancha con la injusticia, ni
la verdad puede ser manchada por el error.
Lo extraordinario de monseñor Sigaud, ya desde 1960 arzobispo de Diamantina, en Brazil, es la praxis que propone que no sólo no ha perdido utilidad, sino que la justifica mayormente para hoy. ¡Que diferencia!
Falleció hace diez años. Habría cumplido ya los cien. Como la lucha puede continuar tanto desde adentro como desde afuera no siguió a Castro Meyer y Lefebvre, a quienes había dirigido en el combate durante el Concilio Vaticano II, pero renunció a los 70 años en 1980 para quedar como obispo emérito de Diamantina.
Quisiéramos tener mejor información de sus
actividades de 1965 a 1999.
A buen entendedor. . . Mejor diamante por su calidad, claridad y praxis, no salió de Diamantina. Ni de ninguna otra parte durante todo el Concilio Vaticano II.

¡QUIEN COMO DIOS!

 

Luis de Guerrero Osio y Rivas

http://perfidiaconciliar.blogspot.com

 

 

“Ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde afuera, sino desde adentro; en nuestros días el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen la Iglesia”

(Encíclica Pascendi de San Pío X, del 8 de septiembre de 1907)

Concilio Vaticano II y hermenéutica de la continuidad

 

 

Han pasado cerca de 45 años desde el final del Concilio Vaticano II y, nunca como ahora, desde varias partes, está surgiendo un intenso y profundo debate sobre las enseñanzas y las implicaciones de este acontecimiento eclesial. Entre las diversas interpretaciones, los Pontífices que han tomado parte personalmente en el Concilio (como Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI) han sostenido una lectura de acuerdo a la llamada “hermenéutica de la continuidad”, según la cual el Concilio no se pone en contraste con el milenario “depositum fidei” propio de la tradición católica. Como explicó el Pontífice Benedicto XVI durante su visita a Fátima, según este tipo de lectura no hay ruptura entre modernidad y tradición.

 

Para comprender lo que el Papa ha confirmado como “hermenéutica de la continuidad”, la asociación Vera Lux organizó en San Marino un encuentro de estudio sobre el tema: “Passione della Chiesa. Amerio e altre vigili sentinelle”. El congreso parte de la obra del teólogo Romano Amerio (1905-1997) “Iota Unum. Estudio sobre las variaciones de la Iglesia Católica en el siglo XX”, para proponer una articulada investigación sobre el período post-conciliar. Intervendrán en el congreso, entre otros, don Nicola Bux, el profesor Matteo D’Amico y el padre Giovanni Cavalcoli O.P.

 

La jornada de estudios será presidida, y concluida con una reflexión sobre la figura de Benedicto XVI, por monseñor Luigi Negri, obispo de San Marino-Montefeltro. Considerando el gran interés que está naciendo en torno al Congreso, Zenit ha realizado algunas preguntas a Mons. Negri.

 

¿Usted conoció personalmente a Amerio?

 

Conocí personalmente a Romano Amerio porque recibí de él una sugerencia muy precisa para orientar mis estudios de filosofía sobre la personalidad de Tomás Campanella, a quien él dedicó una consistente parte de su actividad de estudio y de enseñanza. Le debo el redescubrimiento de este gran autor que normalmente la historiografía laicista hace pasar como uno de los precursores de la revuelta moderna contra la tradición católica y que, en cambio, es un singular testigo de un catolicismo que ciertamente reconquista a partir de más de una falla frente a una mentalidad laicista. Este es el motivo de gran gratitud que tengo hacia Amerio, quien, por otro lado, ha sido por décadas profesor en el Liceo Cantonal de Zurich, uno de los puntos de mayor impacto cultural no sólo para el Cantón del Tesino sino también para buena parte de Italia.

 

La discusión sobre la hermenéutica del Concilio Vaticano II, sobre la que Amerio ha reflexionado y escrito mucho, es de gran actualidad. En el famoso volumen – “Iota Unum” -, traducido a varias lenguas, Romano Amerio habla de lo que sucedió en el Concilio Vaticano II y de la crisis post conciliar, indicando aquellas fisuras en la solidez de la fe que todavía hoy hieren a la Iglesia. ¿Podría ilustrarnos el sentido y la razón de este análisis crítico?

 

La lectura desapasionada, a tantos años de distancia, del libro “Iota Unum”, es la demostración de que Amerio había intuido cómo se estaba operando una fractura entre la tradición y un cierto modo de interpretar el Concilio Vaticano II. Por lo tanto, representa un testimonio inteligente y vivido hasta el fondo, expresado no sin sufrimiento por esta fractura que se estaba delineando y en la cual la interpretación “modernista” o, como le gustaba decir a él, “neotérica” del Concilio corría el riesgo de poner en crisis todo un dato de la tradición, de la cual no se podía prescindir. En su libro, se muestra claramente la situación tal como la ha indicado Benedicto XVI diciendo que ya es necesario cerrar el tema de la contraposición entre las hermenéuticas y tomar el camino de la continuidad hermenéutica. Por otro lado, que en esta re-lectura del Concilio – o, mejor dicho, de todo lo que se ha provocado dentro y fuera del Concilio – realizada por Amerio algunas veces haya un poco de vehemencia es algo que resulta perfectamente comprensible.

 

¿Cuál es la principal contribución que esta jornada de estudios podrá ofrecer?

 

Yo participaré en esta conferencia como expositor, hablando de Benedicto XVI, y estoy feliz de acoger esta jornada de estudios en San Marino porque pienso que en la línea del magisterio de Benedicto XVI puede representar una contribución sobre algunos nudos muy importantes de la historia reciente de la teología que, una vez recuperados de modo crítico, podrían favorecer el diálogo y el desarrollo de la así llamada hermenéutica de la continuidad.

 

Sobre las motivaciones que llevaron a la organización de la jornada hemos hecho algunas preguntas a uno de los promotores, Lorenzo Bertocchi, estudioso de Historia del Cristianismo y perteneciente al Centro Cultural “Vera Lux” de Bolonia.

 

 

¿Por qué habéis decidido dedicar un Congreso a Romano Amerio?

 

Desde los orígenes, la Iglesia ha vivido siempre sufrimientos y hostilidades provenientes tanto de su interior como desde fuera de ella, pero ha podido contar con la presencia de “centinelas” que, por gracia de Dios, han sabido iluminarla sobre los peligros y los riesgos. Entre los peligros debe ser contado también el tema de la correcta interpretación del Concilio Ecuménico Vaticano II. De hecho, a partir del famoso discurso a la Curia Romana del 2005, varias veces Benedicto XVI ha vuelto sobre el tema de la así llamada hermenéutica de la continuidad. La confusa interpretación del Concilio, de hecho, no está privada de consecuencias para la vida de la Iglesia. En este contexto, Romano Amerio con su obra “Iota Unum” ha propuesto un articulado análisis sobre el atormentado período post-conciliar. No por casualidad el libro se cierra con estas palabras: “Custos quid de nocte?” (Isaías 21, 11). Es por eso que el Congreso pone una particular atención en Amerio, pero va más allá, subrayando la obra de otros “centinelas” como el Siervo de Dios P. Tomas Tyn O.P. y sobre todo el Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI.

 

¿Cuáles son los fines que os proponéis alcanzar con el Congreso?

 

Para responder, quisiera citar un pasaje de Benedcto XVI en la audiencia general del pasado 10 de marzo: “Gracias a Dios, los timoneles sabios de la barca de Pedro, el Papa Pablo VI y el Papa Juan Pablo II, por una parte defendieron la novedad del Concilio y, por otra, al mismo tiempo, defendieron la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que siempre es Iglesia de pecadores y siempre es lugar de gracia”. La jornada de estudios promovida por el Centro Cultural Vera Lux quiere, por lo tanto, animar el debate encaminado a desarrollar “la unicidad y la continuidad de la Iglesia” en el surco del Magisterio y en la conciencia de que la claridad doctrinal no es sólo un hecho elitista o intelectualista sino que tiene consecuencias importantes para todo el pueblo de Dios que fácilmente puede ser confundido por errores o interpretaciones heterodoxas.

 

Fuente: Zenit (edición en lengua italiana)

 

 

P. Claude Barthé: “La crítica de la reforma”

 

El Padre Claude Barthé ha concedido una entrevista al periodista Daniel Hamiche. La misma fue traducida al inglés por un sacerdote anglicano, Anthony Chadwick. Presentamos nuestra traducción de la versión inglesa.

*

El Padre Barthe acaba de publicar una pequeña “bomba” llamadaLa Messe à l’endroit”. En 1955, el autor Paul Claudel escribió un notable artículo “La Misa en reversa”, para estigmatizar lo que en la época eran solamente experimentos litúrgicos. Ahora el Padre Barthe quiere poner “la Misa en la dirección correcta”. Cree que lo apoya toda una corriente, descripta en la Iglesia como “la reforma de la reforma”.

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Su libro más reciente (Claude Barthe, “La Messe à l’endroit. Un Nouveau mouvement liturgique”) nos tomó por sorpresa, porque usted es conocido como defensor de la Misa tradicional y ahora se está ocupando de la llamada Misa de Pablo VI. ¿Por qué su interés?

 

Defender una nunca me ha impedido, sino al contrario, estar interesado en la transformación de la otra, es decir, la de Pablo VI. En 1997, diez años antes del Motu Proprio, publiqué un libro de entrevistas, “Reconstruyendo la Liturgia”. Entrevistas todas acerca de la situación de la Liturgia en las parroquias. El mismo tema que en este libro. Claro que el Motu Proprio del 2007 dio nueva vida a estas ideas. La idea fundamental es que las dos líneas de crítica a los cambios producidos bajo Pablo VI – es decir, la crítica frontal que quiere promover la amplia difusión de la anterior Liturgia, de San Pío V; y la crítica de reforma, que llama a una “reforma de la reforma” y busca producir un cambio dentro de la Liturgia de Pablo VI – están cada vez más conectadas. La “reforma de la reforma” propuesta no puede lograrse sin el soporte de una celebración tan difundida como sea posible de la Misa tradicional. La liturgia tradicional no puede esperar ser rehabilitada masivamente en las parroquias sin recrear un entorno vivo, que sería la obra de la “reforma de la reforma”.

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Los tradicionalistas de la Forma Extraordinaria piensan que el Misal de Pablo VI no puede ser salvado y que tendría que ser descartado. Ahora bien, usted piensa que puede ser reformado e incluso “enriquecido”. ¿Cómo?

 

En primer lugar, creo que no es para nada realista creer que podemos utilizar una varita mágica y hacer que todas las Misas sean celebradas según la Forma antigua en todas las parroquias del mundo. Sin embargo, noto – con muchos otros, algunos de ellos en muy altas posiciones – que el Misal de Pablo VI contiene una posibilidad casi infinita de opciones, adaptaciones e interpretaciones, y que una elección progresiva y sistemática (o sistemáticamente progresiva) de las posibilidades tradicionales que ofrece hace posible su “re-tradicionalización” en las parroquias, y esto lícitamente (según la letra de la ley y su espíritu). Es un hecho simple: de los muchos párrocos (he compilado una lista rápida en Francia, que obviamente no debo publicar, pero es impresionante) que están practicando, a menudo paso a paso, esta “reforma de la reforma”, la mayoría de ellos también celebra la Misa tradicional. Para responder a su pregunta, diría que creo que la liturgia romana puede ser salvada, y esto ya se está dando en la práctica, por medio de una acción doble: hacer cada vez más conocido el rito de San Pío V, y la “reforma de la reforma”. Esto hará posible, citando un famoso discurso de Pablo VI, el quitar de la reforma todo lo que es viejo y obsoleto, porque no es tradicional. Veremos lo que se salva luego de esta operación…

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Usted nos hace descubrir mucho de la relativamente desconocida historia litúrgica de los últimos cuarenta años. Mientras que los que apoyan la Misa antigua no se interesan por una reforma del nuevo Misal, sus seguidores “moderados”, una pequeña minoría, promueven continuamente su reforma. ¿Podría explicar brevemente esta posición?

 

Se trata de lo que podríamos llamar “la crítica de la reforma” del nuevo Misal. En breve, y por hablar sólo de Francia, podemos recordar a teólogos como Louis Bouyer, que participaron activamente en la reforma conciliar pero que rápidamente entraron en conflicto con algunos de sus aspectos (el significado de la celebración, por ejemplo). La Abadía de Solesmes, y en distintos grados algunas de las casas que dependen de ella, han aceptado la reforma, pero enteramente en latín y con canto gregoriano. La comunidad de San Martín, de Mons. Guerin, también optó por el Misal de Pablo VI, pero en una interpretación muy tradicional. Mons. Maxime Charles, rector de la Basílica de Montmartre, y luego el Padre Michel Gitton, quien fuera párroco de Saint Germain l’Auxerrois en París, han trabajado por preservar lo que podía salvarse de la ruina. Y, más importante aún, está el fenómeno Ratzinger.

Ya en 1966 Joseph Ratzinger había intervenido muy severamente en el Katholikentag en Bamberg acerca de la reforma que estaba en marcha. La pelea contra lo que cree es un “falso espíritu del Concilio” ha sido sustancial para quien fue nombrado Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1981, y luego se convirtió en Papa en el 2005. En temas relativos a la liturgia, Joseph Ratzinger fue mucho más lejos que los demás reformadores. Ahora sabemos que organizó una reunión de cardenales en Roma, el 16 de noviembre de 1982, “acerca de cuestiones litúrgicas”, e hizo que todos los prefectos de las Congregaciones que participaron en la reunión afirmaran que el “antiguo” Misal Romano debía ser “aceptado por la Santa Sede en toda la Iglesia para las Misas celebradas en latín”. Era 1982, exactamente un cuarto de siglo antes del Motu Proprio Summorum Pontificum.

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Su libro lleva el subtítulo “Un nuevo movimiento litúrgico”. ¿Se trata de un deseo o de un hecho – que en torno a Benedicto XVI, que parece ser quien encabeza esta “reforma de la reforma”, se está juntando un grupo de influyentes prelados y sacerdotes que intentan promoverla para bien?

Precisamente, basada en las obras de Joseph Ratzinger (“Informe Ratzinger”, “Mi vida”, “El espíritu de la Liturgia”, “Un canto nuevo para el Señor”, “La fiesta de la fe”), se ha construido una nueva generación de teólogos, historiadores del culto, oficiales de alto rango. Ahora forman un círculo de pensadores de la “reforma de la reforma” – un nuevo movimiento litúrgico como lo llama el Papa – y apoyan el Motu Proprio. Ninguno de ellos – y especialmente el primero de ellos, el Papa, tampoco – intentan promover la “reforma de la reforma” con textos, decretos, o con un nuevo Misal que uniera los dos ritos, un Misal de Benedicto XVI que se agregase a los misales de San Pío V y de Pablo VI.

No, ellos quieren proceder por el ejemplo, la exhortación, la educación, y más importantemente aún, evocando el tema de la Carta de San Pablo a los romanos: causando una “saludable tensión” entre la forma hoy conocida como “ordinaria” y la forma conocida como “extraordinaria”. Esto es una meta de la restauración ratzingeriana desde 1985: busca influir en el curso de los eventos conciliares, pero en una forma exhortativa, no coercitiva. La “reforma de la reforma” ya existe en muchas parroquias. Lo suficiente como para animar, expandirse y, especialmente, alcanzar el nivel diocesano. Sería más apropiado que, en lugar de ser realizada por los sacerdotes y el Papa, fuera trabajo de los obispos. Imagínese el maravilloso efecto de restauración, no sólo litúrgica sino de todo lo que viene con la Liturgia: las vocaciones, la doctrina, la catequesis, la práctica religiosa; todo esto producido por un obispo, luego dos, luego tres, etc., que llevasen el altar hacia la parte trasera de las catedrales, que restauraran los comulgatorios, reintrodujeran el latín y el canto gregoriano, y que celebrasen regularmente la Misa Tradicional. Vuelvo a enfatizar en lo mismo: esta “reforma de la reforma” no puede lograrse sin una más amplia celebración de la Misa según el Misal tradicional. E, inversamente, para que la liturgia tradicional exista en las parroquias ordinarias, se necesita un retorno a las fuentes tradicionales, representado por la “reforma de la reforma”.

Importantes oficiales que están a favor de este nuevo movimiento litúrgico también animan a la reducción del número de los concelebrantes y de las concelebraciones; la reducción del número de las plegarias eucarísticas; la reintroducción de elementos de la Misa tradicional en los muchos “agujeros” de la Forma de Pablo VI (genuflexiones, besos al altar, antiquísimas señales de la Cruz durante el Canon); el reemplazo de las Misas con enorme número de asistentes – en las que el culto se transforma en una demostración – por Horas Santas, la bendición con el Santísimo Sacramento; y la restauración del signo de paz como una acción sagrada y no como una signo de cortesía social; etc.

Este libro me trajo también muchas reacciones positivas de sacerdotes. Toda idea correctiva es útil si se pone en la práctica y no queda como un mero buen deseo. La mayoría provienen de párrocos que celebran tanto la antigua como la nueva Forma de la Misa. 40 años después de esta agitación sin precedentes en la historia del Rito Romano representada por la reforma de Pablo VI, y entre las ruinas de la secularización en el mundo católico que dicha reforma – al menos – no previno, es claro que hay un clima de “retorno”, en una minoría, pero que espera crecer. Por supuesto, la Liturgia es sólo uno de estos aspectos, pero dada la naturaleza de la Liturgia, se trata de un aspecto muy significativo.

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Fuente: English Catholic

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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Recordemos que el P. Barthe, abandonó la FSSPX a finales de los años ’80, obteniendo de Roma autorización para celeberar la Santa Misa tradicional,  20 años antes de la promulgación del Motu Proprio Summorum Pontificum.