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La Iglesia ha declarado que no se puede ser católico y masón al mismo tiempo porque ambas se contradicen en lo esencial.  Aquí presentamos las razones de esta afirmacion.  Al mismo tiempo aclaramos que, aunque rechazamos los errores de la masonería, no guardamos animosidad contra los masones. El amor de Cristo nos mueve a amar a todos. Ese mismo amor exige que hablemos la verdad que lleva a la salvación. 

Muchos masones desconocen la ideología de su propia organización. Hay dos razones para esto: Primero, la masonería tienen muchos grados y los secretos de los de arriba son desconocidos por los mas grados inferiores. Segundo, parece que algunas logias modernas han optado por mantenerse al margen de la ideología de su organización. 

No pretendemos una presentación exhaustiva sino solo algunos puntos básicos para aquellos que desean saber por que los católicos no deben ser masones y basados en el magisterio de la iglesia evidenciar una vez mas en estos tiempos como la masonería es una organización diabolica, intrínsicamente perversa.

LA MASONERIA: ¿Por qué la Iglesia se opone a ella?

 

 

Términos del derecho Canónico vigente. Constitución "In Eminenti", de Clemente XII. . Constitución "Providas", de Benedicto XIV. Letras Apostólicas "Ecclesiam a Jesu Christo", de Pío VII. Constitución "Que Graviora", de León XII. Encíclica "Traditi", de Pío VIII. Encíclica "Mirari Vos", de Gregorio XVI. Encíclica "Qui pluribus" y otras, de Pío IX. Encíclica "Humanum Genus", de León XIII: 1 ) Introducción; 2 ) Reinado de Satanás; 3 ) Disimulo de los planes; 4) Monstruosidad que condena la razón, 5) Sus frutos dañosos; 6) Remedio contra los males.— Disposiciones Eclesiásticas acerca de la conducta que debe observarse con los masones.

 

 Términos del Derecho Canónico vigente.

 

La condenación de la Iglesia está actualmente en los siguientes términos del canon 2335 del Código de Derecho Canónico: LOS QUE DAN SU NOMBRE A LA SECTA MASONICA O A OTRAS ASOCIACIONES DEL MISMO GENERO QUE CONSPIRAN CONTRA LA IGLESIA O LAS LEGITIMAS POTESTADES CIVILES, CONTRAEN POR EL MISMO HECHO EXCOMUNION SIMPLEMENTE RESERVADA A LA SEDE APOSTOLICA.

 

El canon siguiente condena con mayores penas a los clérigos que cometan ese delito.

 

Aunque esto sólo sería bastante para que los católicos tuvieran horror a la Masonería, sin embargo, creo conveniente presentar a los lectores algunos de los juicios que los Papas han ido emitiendo sobre ella, sintiendo tener que hacerlo en forma tan breve.

 

 Constitución "In Eminenti", de Clemente XII.

 

Clemente XII (1738), hablando de la Masonería en su Constitución In Eminenti. dice: "Tal es la naturaleza del crimen que se traiciona a sí mismo, y que los propios esfuerzos que se hacen para ocultar lo hacen notar mejor. Así las sociedades dichas han despertado tan fuertes sospechas en el espíritu de los fieles, que afiliarse a ella es, a los ojos de las personas sensatas y honradas, mancharse con el signo de una completa perversión. Y en efecto, si esos hombres no hiciesen el mal, ¿tendrían tan grande horror a la luz? Esta reprobación universal ha llegado a ser tan manifiesta, que en muchos países el mismo poder secular, ya desde algún tiempo, ha proscrito y prohibido dichas sociedades como contrarias a la seguridad de los reinos".

 

 Constitución "Providas", de Benedicto XIV.

 

El Papa Benedicto XIV, en 1751, en su Constitución "Próvidas", renueva la condenación: "Entre las causas muy graves que han inducido a nuestro predecesor Clemente XII, dice, a prohibir y a condenar las dichas sociedades, y que han sido expresadas en la Constitución más arriba mencionada, es la primera: que en estas clases de sociedades se reúnen hombres de toda religión y de toda secta, lo que puede evidentemente traer los más graves daños a la pureza de la religión católica. La segunda es el secreto riguroso e impenetrable con que se oculta todo lo que se hace en estas asambleas, de modo que se les puede aplicar bien la palabra de Cecilio Natar referida por Minucio Félix: Las cosas buenas aman siempre la publicidad, los crímenes se cubren con el secreto. La tercera es el juramento que hacen los miembros de estas sociedades de guardar inviolablemente ese secreto, como si pudiese serles permitido alegar una promesa o un Juramento cualquiera para rehusar declarar, cuando sean interrogados por la autoridad legítima, lo que se hace en esos conventículos contra el orden establecido, sea religioso o político. La cuarta es que estas sociedades no son menos contrarias a las leyes civiles que a las leyes canónicas... La quinta es que ya en muchos países han sido proscritas por las leyes de los príncipes seculares. La última, en fin, es que estas sociedades están en mala reputación ante las personas prudentes y probos, y que afiliarse en ellas es, a sus ojos, mancharse con la tacha de perversidad".

 

Movido por esas mismas razones, el Papa recomienda a los Obispos y superiores eclesiásticos, como a los príncipes seculares, cumplir el deber que tienen de procurar extinguir dichas sociedades.

 

Letras Apostólicas "Ecclesiam a Jesu Christo", de Pío VII.

 

Pío VII condenó a la Masonería en general y la secta de los Carbonarios de un modo especial, en sus Letras Apostólicas Ecclesiam a Jesu Christo, de 13 de septiembre de 1821. Señala el carácter hipócrita de los Carbonarios, que hacen afectación de respeto por Jesucristo, su religión y su Iglesia, y tratan de propagar el racionalismo o la indiferencia religiosa, parodiando la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, y haciendo irrisión de los demás misterios cristianos, y favorecen toda licencia y empresa sediciosa, permitiendo matar al que haga cualquiera revelación. Por lo cual, dice el Papa que no hay que extrañar que se hayan cometido ya tan grandes atentados en Italia.

 

Constitución "Que Graviora", de León XII.

 

León XII, condena aún con mayor solemnidad que sus predecesores la Masonería, en su Constitución Quo graviora, de 13 de marzo de 1825, señalando especialmente la secta de los Universitarios. Atribuye a las sectas la Revolución francesa, con todas las perturbaciones y sediciones que se renovaban sin cesar y las calamidades que sufría la Iglesia. "No hay que creer, dice, que si atribuimos a las sociedades secretas todos estos males y otros aún que pasamos en silencio, es falsamente y por calumnia. Las obras que los miembros de estas sectas se han atrevido a escribir sobre la religión y sobre la sociedad civil y en las cuales tratan con desprecio a la autoridad "blasfeman de la majestad", presentan a Jesucristo como un escándalo o locura y aun niegan la existencia de Dios y sostienen que el alma muere con el cuerpo; los códigos y los estatutos en los cuales se explican sus prácticas y sus proyectos, prueban evidentemente lo que hemos dicho, a saber, que estas sectas son las fuentes de donde parten tantos esfuerzos para trastornar los poderes legítimos y destruir enteramente la Iglesia. En fin, es cierto e incontestable que todas estas diferentes sociedades, ano llevando distintos nombres, están aliadas entre sí por el lazo criminal de sus proyectos infames".

 

 Encíclica "Traditi", de Pío VIII.

 

Pío VIII escribe a los Patriarcas, Primados y Obispos de todo el mundo señalándoles el deber de fijarse en "esas asociaciones secretas de hombres facciosos, enemigos declara. dos de Dios y de los príncipes, que emplean todo su esfuerzo en desolar la Iglesia, en trastornar los Estados, en perturbar todo el universo, y que, rompiendo el freno de la verdadera fe, abren el camino a todos los crímenes. Empeñándose en ocultar bajo la religión de un juramento tenebroso la iniquidad de sus reuniones y los designios que forman en ellas, han hecho sospechar desde cl principio esos espantosos atentados que hemos visto salir en estos tiempos desgraciados del fondo del abismo y que han estallado con gran daño de la religión y de los imperios".

 

Encíclica "Mirari vos", de Gregorio XVI.

 

Gregorio XVI, en la primera Encíclica que dirige al mundo entero, señala la Masonería como "la principal causa de todas las calamidades de la tierra y de los reinos" y como el "sumidero impuro de todas las sectas anteriores" (Enc. Mirari vos).

 

Encíclica "Qui pluribos" y otras Alocuciones, etc., de Pío IX.

 

Pío IX, el calumniado de masón por la Masonería, durante su pontificado, condenó y proscribió la secta más de veinte veces. "Entre las numerosas maquinaciones y los diversos medios de que los enemigos del nombre cristiano se han valido para atacar a la Iglesia y con los cuales han tratado, aunque en vano, de destruirla, es menester contar, sin duda alguna, Venerables Hermanos, esa secta perversa, llamada masónica vulgarmente, que, oculta al principio en antros tenebrosos, ha acabado por salir a luz, para ruina de la religión y de la sociedad civil"...

 

"Ciertamente, ni nuestros padres ni nosotros jamás habríamos tenido que deplorar tantos movimientos sediciosos y revolucionarios, tantas guerras incendiarias que pusieron fuego a la Europa entera ni tantos males que han afligido y afligen aún a la Iglesia", dice el Papa, si los príncipes hubieran hecho caso de las exhortaciones de los Papas anteriores, que les inculcaban el deber de reprimir la secta peligrosa.

 

¿Qué significan, agrega, esos conventículos tan secretos y ese juramento tan riguroso que se exige de los iniciados de no descubrir nada de todo lo que concierne a esas sociedades? ¿Por qué esas penas espantosas a las cuales se comprometen los miembros en el caso de que vinieran a faltar a sus promesas? Ciertamente, no puede dejar de ser impía y criminal una sociedad que huye de este modo de la luz del día; porque "el que hace el mal, según la palabra de los libros santos, aborrece la luz" (Aloc. 25 Sept. 1865). Confirma en seguida el Papa las condenaciones hechas por sus predecesores.

 

En 29 de abril de 1876 declara Pío X que esas condenaciones y prohibiciones de la Masonería se extienden a las logias del Brasil y a las de cualquier lugar de la tierra, para destruir el engaño de los masones del Brasil que pretendían que esas condenaciones eran sólo para las logias de Europa, y no para las de América, que se ocupaban, según ellos, sólo del progreso de la civilización y de la beneficencia.

 

Encíclica "Humanun Genus", de León XIII.

 

Finalmente, el 20 de abril de 1884 salió a la luz la Encíclica HUMANUM GENUS, el documento mas interesante y completo que la Iglesia haya publicado contra la Masonería, de manos del inmortal León Xlll.

 

Es un documento que debiera vulgarizarse en todas partes, pues nada ha perdido de su importancia y autoridad; antes al contrario, cada día resplandece con más brillo la sabiduría del que lo dictó.

 

1.—INTRODUCCIÓN A LA ENCÍCLICA. Comienza el Papa recordando que, después del pecado, el género humano quedó dividido en dos ciudades, la de Dios y la de Satanás; la una que trabaja por restablecer el reinado de Dios, mediante la obediencia a sus leyes y el reconocimiento de Jesucristo y de su Iglesia, y la otra que trabaja por el reinado de Satanás, con la desobediencia y la guerra a Dios, a Jesucristo y a su Iglesia.

 

2.—REINADO DE SATANÁS.—En esta guerra, dice el Papa, la Masonería es un auxiliar poderoso del reinado de Satanás. Entra después a probarlo, manifestando que está bien al cabo de la naturaleza e intento de la Masonería "POR INDICIOS MANIFIESTOS, POR PROCESOS INSTRUIDOS, POR LA PUBLICACION DE SUS LEYES, RITOS Y ANALES, ALLEGANDOSE A ESTO MUCHAS VECES LAS DECLARACIONES MISMAS DE LOS COMPLICES". Los Papas no han hablado, pues, a ciegas, de la Masonería ni la han calumniado.

 

3 DISIMULO DE LOS PLANES. Expone el modo de disimular sus planes: "Buscan hábilmente subterfugios, tomando la máscara de literatos y sabios que se reúnen para fines científicos, hablan continuamente de su empeño por la civilización, de su amor por la ínfima plebe, que su único deseo es mejorar la condición de los pueblos y comunicar a cuantos más puedan las ventajas de la vida civil".

 

4.—MONSTRUOSIDAD QUE CONDENA LA RAZÓN.—Hablando de los juramentos y castigos a que se obligan y de la muerte que han sufrido algunos como castigo de la Masonería, dice el Papa: "Esto de fingir y querer esconderse, de sujetar a los hombres como esclavos con fortísimo lazo y sin causa bastante conocida, de valerse para toda maldad de hombres sujetos al capricho de otros, de armar los asesinos procurándose la impunidad de sus crímenes, es una monstruosidad que la misma naturaleza rechaza y, por lo tanto, la razón y la misma verdad evidentemente, demuestran que la sociedad de que hablamos pugna con la justicia y probidad naturales".

 

5.—SUS FRUTOS DAÑOSOS. EN seguida manifiesta el Papa que los frutos de la Masonería son dañosos y acerbísimos:

 

Para sustituir el naturalismo al cristianismo en la civilización, se ha perseguido con odio implacable a la Iglesia, al clero, a la enseñanza cristiana y sobre todo al Papado. "Aunque faltaran otros testimonios, dice el Papa, consta suficientemente lo dicho por el de los sectarios mismos, muchos de los cuales, tanto en diversas ocasiones como últimamente, han declarado ser propio de los masones el intento de dejar cuanto puedan a los católicos, con enemistad implacable, sin descansar hasta ver deshechas todas las instituciones religiosas establecidas por los Papas".

 

Con el solo hecho de admitir hombres de toda religión, dice el Papa, se establece el indiferentismo práctico: "De hecho la secta concede a los suyos libertad absoluta para defender que Dios existe o que Dios no existe". Con lo cual se ve que niegan hasta las verdades más fundamentales conocidas por la razón natural como la existencia de Dios, espiritualidad e inmortalidad del alma.

 

Como consecuencia de esto viene el empeño por la educación laica, libre, independiente y por propagar los incentivos a la corrupción de costumbres. "Esto, dice León XIII, puede confirmar una cosa más increíble de decirse que de hacerse; porque apenas hay tan rendidos servidores de esos hombres sagaces y astutos, como los que tienen el ánimo enervado y quebrantado por la tiranía de las pasiones, hubo en la secta masónica quien dijo públicamente y propuso que ha de procurarse con persuasión y maña que la multitud se sacie en la innumerable licencia de vicios, en la seguridad de que así la tendrán sujeta a su arbitrio para atreverse a todo".

 

Hace ver el Papa la doctrina naturalista sobre la familia, el matrimonio civil, sin Dios; la licencia, igualdad y la soberanía absoluta del pueblo; el ateísmo del Estado, cosa que se deriva del naturalismo, y que es común a los masones con los comunistas y socialistas, "a cuyos designios; dice el Papa, no podrá decirse ajena la secta de los masones, como que favorece en gran manera sus intentos y conviene con ellos en los principales dogmas".

 

¡Ojalá, dice León XIII, todos juzgasen del árbol por sus frutos!

 

6.—REMEDIOS CONTRA LOS MALES. Indicando los remedios contra los males ya causados y los peligros de mayores males por parte de la Masonería, el Papa señala los siguientes: 1° Renueva las proposiciones y prohibiciones de sus antecesores. 2° Recomienda a los Obispos que procuren quitar la máscara a la Masonería, de modo que los masones sean conocidos como son, y que "nadie por ningún título dé su nombre a la secta masónica... Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida.

 

Puede, en efecto, parecer a algunos que nada piden los masones abiertamente contrario a la Religión y a las buenas costumbres; pero como toda la razón de ser y la causa de la secta estriba en el vicio y en la maldad, claro es que no es lícito unirse a ellos ni ayudarles en modo alguno".

 

3° La instrucción religiosa de todos, el fomento de la Ven. Orden Tercera de San Francisco y de la Sociedad de San Vicente de Paúl.

 

4º El desvelo por la educación cristiana de la juventud, y porque desde temprano se inspire a los niños y jóvenes el horrar que merecen las sociedades prohibidas por la Iglesia.

 

Finalmente, exhorta a la unión de los buenos en la oración y en la acción, para conseguir el auxilio divino, sin el cual serán infructuosos los demás medios.

 

Disposiciones Eclesiásticas acerca de la conducta que debe observarse con los masones.

 

Terminaré este capítulo haciendo mías las palabras del Ilmo. señor Obispo de Guayana, en Venezuela, en su Pastoral de 26 de agosto de 1907, en la cual resume las reglas de conducta que la Iglesia ha prescrito observar para con los masones: "habrá podido caber hasta ahora la buena fe en muchos de los que se asociaban a la secta masónica: no e nuestro objeto negar esto, y antes bien, estamos inclinados . creer que sí; pero esa buena fe, o mejor dicho, esa ignorancia no tiene lugar desde hoy, toda vez que la misma Masonería. se ha descubierto por sí y ante sí y ha declarado la guerra manifiesta contra la Religión y la Iglesia Católica. Hoy, pues no hay sino dos caminos: o pertenecer a la Masonería y quedar, como es lógico, separado del seno de la Iglesia, nuestra amorosa madre, o apartarse de la Masonería y correr a las filas de los verdaderos católicos, que son los hijos sumisos de la Iglesia, cuyas determinaciones y disposiciones deben ser obedecidas por todo cristiano que desee salvarse.

 

"Para mayor claridad y para que nada haya que desear, venimos a exponer las disposiciones que la Iglesia, desde tiempo atrás, ha tomado contra la Masonería y los que a ella pertenecen, después de haber lanzado contra ella y sus adeptos la excomunión mayor (latae sententiae) reservada al Papa.

 

"Según dichas disposiciones: 1º Ningún masón podrá ser absuelto en el santo tribunal de la Penitencia si antes no abjura de la Masonería y se separa de ella, cumpliendo por lo demás' lo dispuesto por la Congregación del Santo Oficio el 5 de agosto de 1898. 2° Ningún masón podrá ser admitido como padrino de bautismo ni confirmación. 3º Los matrimonios de los masones no se podrán celebrar en la iglesia, y el cura párroco sólo podrá presenciar tales matrimonios en la casa de los contrayentes, en su traje ordinario, sin ninguna vestidura eclesiástica, limitándose únicamente a oír su mutuo consentimiento (2); y el masón deberá prometer bajo jura mento que no impedirá que sus hijos sean educados en la Religión Católica. 4° El masón que muera en su secta masónica, no habiendo querido apartarse de ella, no podrá tener entierro eclesiástico. 5º Se prohibe hacer entierros a que asistan masones con alguna insignia masónica, sea ésta cual fuere. 6º Ningún masón puede ser miembro de ninguna cofradía religiosa".

 

(2) Según disposiciones del Derecho, dictadas después de la Pastoral, el sacerdote que asiste al matrimonio debe no sólo oír, sino también requerir el consentimiento de los novios, para la validez del matrimonio. (Can. 1095, 3º).

 

Según el mismo Derecho, los fieles deben ser disuadidos de contraer matrimonio con los que han renegado de la fe católica o pertenecen a sociedades condenadas por la Iglesia. (Can. 1065).

 

EXTRAÍDO DE Ma.Card.José María CARO*; El Misterio de la Masonería; Buenos Aires, Difusión, 2da.Ed., 1954; pág.305-322

 

*Arzobispo de Santiago y Primado de Chile (1954)

PLAN DE LA ALTA VENTA

Por Monseñor Delassus

 

¿Cómo hombres inteligentes – y ciertamente los Cuarenta lo eran; Nubius, su jefe, tenía más que inteligencia, era un hombre de genio infernal – cómo pudieron aceptar engancharse en una empresa tan loca? Ellos se metieron ahí, lo vemos por su correspondencia, se metieron ahí con entusiasmo. Un odio satánico los animaba y toda pasión crea la ilusión.

Las Instrucciones habían ido primeramente al encuentro de las objeciones.

“El Papa, sea quien fuere, no vendrá jamás a las sociedades secretas. No pretendemos ganar a los Papas para nuestra causa, hacerlos neófitos de nuestros principios, propagadores de nuestras ideas. Sería un sueño ridículo, y, cualquiera sea la manera como se den los acontecimientos, que cardenales o prelados, por ejemplo, sean introducidos de plena voluntad o por sorpresa en una parte de nuestros secretos, y aún eso no sería motivo para desear su elevación a la Sede de Pedro. Esta elevación nos perdería. La ambición los habría conducido a la apostasía, las necesidades del poder los forzarían a inmolarnos”.

Lo que la secta deseaba, no era pues un Papa franc-masón; lo que la Alta-Venta estaba encargada de procurarle no era asimismo un Papa consagrado a la Sectas; si ella encontraba un candidato tal al trono pontificio, no debería trabajar para hacerlo llegar a él. ¿Qué quería? Las Instrucciones lo dicen: “Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y esperar como los judíos esperan al Mesías, es un Papa según nuestras necesidades”.

¿Cómo entendían ellos ese Papa según sus necesidades? Lo vemos en las Instrucciones: “Alejandro VI no nos convendría pues jamás erró en materias religiosas (1). Un Clemente XIV al contrario, sería nuestra solución, de los pies a la cabeza (2). Borgia ha sido anatematizado por todos los vicios de la filosofía y de la incredulidad y debe ese anatema al vigor con el que defendió la Iglesia. Ganaganelli se entregó atado de pies y manos a los ministros de los Borbones que le daban miedo, a los incrédulos que celebraban la tolerancia, y Ganganelli se convirtió en un muy gran Papa (3) (a los ojos de los filósofos). Es casi en esas condiciones que necesitaríamos uno, si todavía es posible. Con eso marcharemos más seguramente al asalto de la Iglesia que con los panfletos de nuestros hermanos de Francia y el mismo oro de Inglaterra ¿Quieren saber la razón? Es que con eso, para romper la roca sobre la cual DIOS ha construido su Iglesia, no necesitamos más de vinagre anibalense, ni de pólvora de cañón, ni de nuestros mismos brazos. Tenemos el meñique del sucesor de Pedro comprometido en el complot y ese meñique vale para esta cruzada todos los Urbanos II y todos los San Bernardo de la cristiandad”.

Después de haber trazado así el retrato de ese Papa quimérico, y haber dicho lo que la secta podría esperar de aquel que lo realizaría, las Instrucciones agregan:

“No dudamos llegar a ese término supremo de nuestros esfuerzos. Nada debe desviarnos del plan trazado; al contrario, todo debe tender a él. La obra está apenas esbozada; pero desde hoy debemos trabajar en ella con el mismo ardor que si el éxito debiera coronarla mañana”.

Las Instrucciones indican entonces el gran medio a tomar para que esas esperanzas se hagan realidad, el género de trabajo al que la Alta-Venta se debe aplicar para que sus esfuerzos sean un día coronados por el éxito: “En consecuencia, para asegurarnos un Papa de las proporciones exigidas, se trata de fabricarle, a este Papa, una generación digna del reino que soñamos”. Siguen las instrucciones que les hemos indicado para la corrupción de las costumbres y las ideas en la juventud laica y sobre todo en la juventud clerical. “En algunos años, ese joven clero habrá, por la fuerza de las cosas, invadido todas las funciones, gobernará, administrará, juzgará, formará el consejo del soberano, será llamado a elegir al Pontífice que debe reinar, y ese Pontífice, como la mayoría de sus contemporáneos, estará necesariamente más o menos imbuido de los principios italianos y humanitarios que vamos a empezar a poner en circulación”.

“En el camino que trazamos a nuestros hermanos, concluyen las Instrucciones, se encuentran grandes obstáculos a vencer, dificultades de toda clase a superar. Se triunfará de ellos por la experiencia y por la perspicacia; pero el objetivo es tan excelente que importa poner todas las velas al viento para alcanzarlo. Busquen al Papa del cual acabamos de hacer el retrato. Tiendan sus redes en el fondo de las sacristías, los seminarios y los conventos. El pescador de peces se hace pescador de hombres; ustedes, llevarán amigos (nuestros) alrededor de la cátedra apostólica. Habrán predicado una revolución con tiara y capa pluvial, marchando con la cruz y la bandera, una revolución que no tendrá necesidad más que de ser un poco aguijoneada para poner fuego a los cuatro rincones del mundo. Que cada acto de vuestra vida tienda pues la descubrimiento de esta piedra filosofal”.

Mientras que los Mazzinistas trabajaban en el derrocamiento de los tronos, los Cuarenta no se ocupaban más que de la obra que les había sido encomendada. El 5 de enero de 1846, Pequeño-Tigre escribía a Nubius: “El viaje que acabo de terminar en Europa ha sido tan feliz y tan productivo como lo podíamos esperar. De ahora en adelante no nos resta más que poner manos a la obra para llegar al desenlace de la comedia. Su creo en las noticias que me comunican aquí, alcanzamos la época tan deseada. La caída de los tronos no ofrece ya dudas para mí, que vengo de observar en Francia, Suiza, Alemania y hasta en Rusia, el trabajo de nuestras sociedades. Pero esta victoria no es sino aquella que han provocado todos los sacrificios que hemos hecho. Este es uno más precioso, más duradero y que ansiamos desde hace mucho tiempo. Sus cartas y las de los amigos de los Estado Romanos, nos permiten esperarlo; es el fin al que tendemos, es el término a donde queremos llegar. Para matar seguramente al viejo mundo (la civilización cristiana), hemos creído que era necesario ahogar el germen católico, y ustedes, con la audacia del genio, ustedes se han ofrecido para golpear la cabeza con la honda de un nuevo David, al Goliat pontificio. Está muy bien, pero ¿cuándo golpearán? Tengo prisa de ver a las sociedades secretas luchando con los cardenales del Espíritu Santo”.

Piccolo-Tigre decía además: “No conspiramos sino contra Roma. Para esto, sirvámonos de todos los incidentes, saquemos provecho de todas las circunstancias. La Revolución en la Iglesia es la Revolución permanente, es el derribamiento obligado de los tronos y de las dinastías”.

La Revolución de 1830 estalló, no tuvo el éxito que la secta esperaba de ella. Los Cuarenta se pusieron de nuevo inmediatamente a la obra que el viento de los motines había forzado a suspender: es decir, a esparcir en el clero “las doctrinas de libertad”, con el deseo de ver al Papa ponerse a la cabeza de aquellos que lo reivindicarían (4).

Tomado de la obra de monseñor Delassus “El problema de la hora presente”.

Notas:

(1) DIOS da la infalibilidad doctrinal al Papa, no lo hace impecable. Esto es lo que tuvo cuidad en hacer notar Mons. Regnier en la Instrucción pastoral que escribió sobre el Concilio Ecuménico del Vaticano. Como todo otro hombre, el Papa debe velar para su propia salvación con temor y temblor. “El continúa, golpeándose el pecho antes de subir al altar, confesando que mucho has “pecado por pensamientos, por palabras y por acciones”. Pide humildemente a aquellos de sus hermanos que lo rodean que “rueguen por él a Señor nuestro Dios”. Y éstos le responden: “Que el Señor Todopoderoso tenga piedad de vos, y que, habiéndoos perdonado vuestros pecados, os conduzca a la vida eterna”.

(2) Clemente XVI no erró más que sus predecesores y sus sucesores en la Sede de Pedro; pero promulgó el célebre Breve Dominus ac Redemptor que acordaba a los príncipes aliados la abolición de la Compañía de JESÚS, rehusando sin embargo, condenarla. “Aquellos que acusan la debilidad de Clemente XIV, dice L. Veuillot, no se ponen en su lugar, no ven como era la situación”. “¡Pobre Papa!, se lamentó San Alfonso de Ligorio conociendo la dolorosa noticia: ¡Pobre Papa!, ¿qué podía hacer?” Y después de un momento: “¡Voluntad del Papa, voluntad de Dios!”. Y se impuso un inviolable silencio. Clemente XIV murió sin haber visto establecer la tranquilidad en la Iglesia, sin haber podido conquistarla por sí mismo.

(3) N. T.: se refiere al mismo Papa Clemente XIV (1769-74), cuyo nombre antes de ser electo era Juan Vicente Antonio Ganganelli, perteneciente a la familia Ganganelli, oriunda de Rimini, Italia.

(4) Palabras ya referidas con relación a Gioberti.

RESUMEN DE LAS CONDENACIONES DE LA IGLESIA