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Sagrado Corazón de Jesús,

    reina en Cuba, pese a tus enemigos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Oh, dulcísimo Corazón de Jesús! Una Voce Cuba te adora.

    "Ipsius sunt tempora et saecula"

 

Atiende, Señor, nuestras súplicas con las que ponemos en tus manos los destinos de Cuba. Preserva en ella la herencia de la santa fe católica y el respeto; público y privado a tu Santa Ley.

Que María; Reina y Madre de nuestra nación, sea nuestra intercesora ante Ti, juntamente con todos nuestros santos y mártires. Amén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse

para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo  de la mayoría sino ingratitud.”

 

 

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

 

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, tal como se practica hoy en día, tiene su origen en las revelaciones que hizo el mismo Jesús a Santa Margarita María de Alacoque. En una de ellas, mostrándole amorosamente su Corazón, le dijo: He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no ha recibido de la mayoría de los hombres sino ingratitud.” “Mira este Corazón mío, que a pesar de consumirse en abrasador amor por los hombres, no recibe de ellos otra cosa que sacrilegios, desprecios, indiferencia e ingratitud, aun en el mismo Sacramento de mi amor.

Pero lo que traspasa mi Corazón mas desgarradoramente es que estos insultos los recibos de las personas consagradas especialmente a mi servicio.” “Sabed que soy Maestro Santo y enseño la santidad, soy puro y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en mi presencia con simplicidad de corazón e intención recta y pura, pues no puedo sufrir el menor desvarío y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha movido a ser tu maestro para enseñarte y formarte a mi manera y según mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobarde, que si soy manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades.”

Prometió en estas y otras revelaciones, muy abundantes y espacialísimas gracias a los que fuesen sus verdaderos devotos.

Dos cosas nos dicen estas palabras: La primera, que Jesús nos ama con amor ardentísimo, no dudando, por esta causa, de sufrir cualquier pena por nosotros; y la segunda, que Jesús se queja de la frialdad y desprecio con que le pagan los hombres y de las ofensas que le infieren. Con lo primero exige correspondencia, es decir nuestro amor, con lo segundo pide reparación.

Para ser verdaderamente devotos de este dulcísimo Corazón es preciso corresponder a su amor, y además, reparar las injurias que los hombres ingratos cometen contra el, ya que el mismo Jesús nos lo presenta encendido de amor por nosotros y herido por las ofensas que de todos recibe. Jesús aspira a que con esta devoción a que sea adorado, amado y desagraviado e imitado el amor que por los hombres ha tenido y el Corazón que a este fin nos presenta no es una representación imaginaria, sino su mismo Corazón de carne, verdadero y viviente, que late dentro de su pecho, que forma parte de su Humanidad

Santísima y fue atravesado sobre la cruz. En fin, el es la señal sensible o símbolo real y natural del amor que siente por los hombres.

Los actos de reparación y desagravio y la consagración al Corazón de Jesús son imprescindibles en esta devoción. La consagración al sagrado Corazón de Jesús hecha con toda el alma y con verdadera devoción, obra maravillas en el alma cristiana. Dice Santa Margarita María de Alacoque que no le parece haber camino mas corto para llegar a la perfección, ni medio mas seguro para salvarse, que el consagrarse enteramente al Corazón de Jesús. Si los hombres supieran cuan grata es a Jesús esta devoción, no habría un solo cristiano, por poco que le amase, que no tratara de ponerle en practica.

El deseo que tiene el mismo Jesús de ver propagada la devoción a su Corazón amorosísimo, queda demostrado por las promesas que hace y por las gracias que concede a los que practican tan santa devoción. Para darlas a conocer cada día más y hacer que sean apreciadas en lo que valen, pondremos las  principales de estas promesas. Fuera de la última hecha al venerable P. Bernardo de Hoyos, de la Compañía de Jesús, la cual es particular de España, las demás están sacadas de los escritos de Santa Margarita, confidente y apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Promesas del Sagrado Corazón de Jesús a sus devotos.

-Reinaré, a pesar de mis enemigos y de los que a ello se opongan.

-Daré a mis devotos todas las gracias necesarias a su estado.

-Pondré paz en sus familias.

-Les aliviare en sus trabajos

-Bendeciré todas sus empresas.

-Les consolare en sus penas

-Seré su refugio seguro durante la vida y sobre todo en la muerte.

-Los pecadores hallaran en mi Corazón la fuente, el océano infinito de la misericordia.

-Las almas tibias se volverán fervorosas. Las almas fervorosas se elevaran  a gran perfección.

-Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada.

-No dejare morir eternamente a ningún devoto que se haya consagrado a mi Corazón

-Derramaré la unción de mi caridad sobre las comunidades religiosas que me honren y se pongan bajo mi especial protección, y seré su salvaguardia en sus caídas.

- Los que trabajen en la salvación de las almas lo harán con éxito y sabrán el arte de conmover los corazones mas empedernidos, si tienen una tierna devoción a mi Sagrado Corazón y trabajen por inspirarla y establecerla en todas partes.

-Las personas que propaguen esta devoción recibirán por ello grandes recompensas y tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de el.

-Prometo en el exceso de la misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso concederá, a todos los que comulguen los nueve primeros  viernes de cada mes seguidos, la gracia de la perseverancia final; no morirán en mi desgracia ni sin recibir los Sacramentos, y mi Corazón será su refugio seguro en aquella hora.

-Reinaré en España con más veneración que en otras partes.

 

 

Oración que decía asiduamente el santo Cura de Ars y que enseñaba a los fieles de su parroquia.

 

“Te amo, oh Dios, mío.”

 

Te amo, Oh Dios, mío.

Mi único deseo es amarte

Hasta el ultimo suspiro de mi vida:

Te amo. Oh  infinitamente amoroso Dios

Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.

 

Te amo, oh Dios, y mi único temor es ir al infierno.

Porque ahí nuca tendría la dulce consolación de tu amor.

 

Oh mi Dios, si mi lengua,

no pudiera decir a cada instante que te amo,

por lo menos quiero que mi corazón

lo repita cada vez que respiro.

 

Dame la gracia de sufrir mientras te amo, y

De amarte mientras sufro,

y el día que me muera sentir que te amo.

Te suplico que mientras mas cerca este de mi hora final

aumentes y perfecciones mi amor por Ti.

Acto de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.

Compuesta por S.S. León XIII.

 

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar; vuestros somos y vuestros queremos ser y a fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. Oh Jesús benignísimo, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Sacratísimo.

Oh Señor, sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria. Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve, se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino.

Mirad, finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue vuestro predilecto: descienda también sobre ellos como bautismo de redención y de vida, la sangre que un día contra sí reclamaron. Conceded, oh Señor, incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no suene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón Divino, causa de nuestra salud, a Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos! Amén.

Acto de reparación y desagravio al Sagrado Corazón de Jesús de SS Pío XI.

 

¡Oh Jesús Dulcísimo! Cuyo inmenso amor hacia los hombres no ha encontrado mas que olvidos, negligencia y desprecios, vednos postrados ante vuestro altar, para reparar con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes hieren vuestro Corazón.

Mas recordando también nosotros, que alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no solo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como pastor y guía , o conculcando las promesas del bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra Vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al orden sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por Vos fundada.

¡Ojala que nos fuese dado lavar, tantos crímenes con vuestra propia sangre! Más entre tanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en lo posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indeferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia de la ley evangelica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis  injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.

¡Oh benignísimo Jesús!, por intercesión del Inmaculado Corazón de vuestra Madre, la santísima Virgen Maria, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación, concediéndonos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte, y  con el don de la perseverancia lleguemos a la gloria del cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo, sois Dios y reináis por los siglos de los siglos .Amen.

Jesús, manso y humilde de corazón. Haced mi corazón semejante al tuyo.

http:// www.hispaniamartyr.org  

 

 

 

 

 

 

HISPANIA MARTYR

España Mártir por amor a Cristo Ntro. Sr.

+ Ad Maiorem Dei Gloriam +

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Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres (Pío XII, Enc."Haurietis aquas": DS 3924; cf. DS 3812).

Catecismo de la Iglesia Católica, 478.

La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su Santísimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados.

Catecismo de la Iglesia Católica, 2669.