ARTÍCULO: “LA SANTA MISA TRADICIONAL LO ES TODO”

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Misa Tradicional en el mundo with tags on 27/02/2015 by unavocesevilla

WP_20141130_008(1)En esta ocasión traemos a colación un interesantísimo artículo del Rvdo. P. Juan Manuel Rodríguez de la Rosa, amigo de nuestra Asociación, en el que mediante unas breves reflexiones nos sumerje en lo más profundo del significado teológico y espiritual de la  Santa Misa según el Rito Romano tradicional:

LA SANTA MISA TRADICIONAL LO ES TODO, porque TODO en ella es del TODOPODEROSO. TODO, desde el más simple y elocuente AMEN, hasta la ceremonia más sublime, es para Dios.

La Santa Misa Tradicional es Obra perfecta del Santo Espíritu de Dios, es Obra de Dios. No es obra del pobre ingenio humano, ni de la ignorante sabiduría humana, es Obra de la Sabiduría de Dios. Es la Obra Santa del Cordero Divino, del Agnus Dei. Es Su Sacrificio. Y tal Sacrificio no podía, por menos, que estar acompañado de palabras, frases y oraciones santas, de ceremonias impregnadas del santo temor de Dios. Pues sólo el temor de Dios nos sitúa en nuestro lugar, dejando al Señor el suyo. Es el temor de Dios el que nos hace ser conscientes de nuestra verdadera realidad, de nuestra “nada”, ante la realidad de DIOS TODOPODEROSO.

Esta realidad nuestra, nuestra “nada”, ante la presencia del Cordero Divino, el Padre Eterno y del Santo Espíritu, junto con la Santísima Virgen y la Corte Celestial, hace que TODO en la Santa Misa Tradicional sea para la Gloria de Dios. Sacerdote y fieles “miran” al Cordero de Dios que se inmola en el altar, “miran” al Padre Eterno y al Divino Espíritu, y a toda la Corte Celestial. Pues TODO el Cielo está pendiente de la Santa Misa Tradicional.

Somos la “nada” ante el TODO.

La Santidad de la Santa Misa Tradicional hace vivir a los fieles y ser conscientes del pecado, la mentira, la falsedad y la traición que hay en el mundo; ahuyentando al maligno, quien no soporta tanta reverencia, respeto y adoración en las ceremonias; situándoles ante la pureza, virginidad y castidad perfectísima del Altísimo, avivando en todos el deseo de vivir esa perfección.

La Santa Misa Tradicional al ser toda de Dios, es TODO de la Iglesia. Es un verdadero compendio de la Fe católica, de las verdades profesadas por la Iglesia. El primado de Pedro, la Comunión de los Santos, el dogma del Purgatorio, el Sacrificio expiatorio de Nuestro Señor, el aumento de la Gracia, la oración de intercesión…, son verdades vividas y enseñadas en la Santa Misa Tradicional. Verdades que no varían, como no varía la Santa Misa Tradicional. Característica, ésta, esencial de la Santa Misa Tradicional, que al no poderse manipular ni alterar nos da la garantía de que las verdades que contiene permanecen ante TODO.

La Santa Misa Tradicional al ser toda de Dios, es, consecuentemente, de todo lugar y de toda época. Es universal, como universal es la VERDAD que contiene: el Sacrificio de Cordero Divino.

Al situarnos ante la Santa Misa Tradicional, ante el Sacrifico del Agnus Dei, sentimos el compromiso que adquirimos, ante tal divino Sacrificio, de la fidelidad a nuestra Fe católica recibido a través de la Tradición.; la responsabilidad, al ser testigos de la Sangre del Cordero derramada y Su Santísimo Cuerpo entregado por nuestros pecados, de defender la fe de todos los ataques contra ella; y la fortaleza de que somos revestidos, que es la fortaleza del Sagrado Corazón de Jesús, cuya obra perfectísima es el Sacrificio del Agnus Dei, perpetuado en el altar hasta el fin de los tiempos.

Porque el TODO, es el TODOPODEROSO”.

Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

Fuente: Adelante la Fe

F.I.U.V.: EL USO DEL VELO EN LA MISA TRADICIONAL

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Misa Tradicional en el mundo, Summorum Pontificum with tags on 19/02/2015 by unavocesevilla

LOGO FIUVLa Federación Internacional Una Voce ha dedicado su informe número 22 a la costumbre tradicional del uso del velo por la mujer en la Misa en su Forma Extraordinaria, el cual, a continuación, transcribimos parcialmente:

” Introducción.- La costumbre de que la mujer se cubra la cabeza y el hombre la tenga descubierta, según se indica en el Código de Derecho Canónico de 1917 (Canon 1262 §2), es una tradición de origen apostólico recalcada por San Pablo. Esta tradición se conserva en las iglesias orientales, y es observada por muchos en el Rito Romano Extraordinario; en el contexto cultural occidental, la mujer puede cubrirse con sombrero, gorro, bufanda, capucha o mantilla. Aunque el Código de 1983 no alude al tema, el cardenal Raymond Burke, a la sazón prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica, describió la mencionada tradición como algo que se esperaba en la celebración del Rito Extraordinario. En el motu proprio Summorum Pontificum S. S. Benedicto XVI cita la Instrucción general sobre el Misal Romano:

“Desde tiempo inmemorial, y también para el futuro, es necesario mantener el principio según el cual «cada iglesia particular debe concordar con la Iglesia Universal, no sólo en cuanto a la doctrina de la fe y los signos sacramentales, sino también en cuanto a los usos universales aceptados por la tradición apostólica y continua. Éstos han de observarse no sólo para evitar errores, sino también para transmitir la integridad de la fe y para que la ley de la oración de la Iglesia se corresponda a la ley de su fe.»

En vista de ello, se podría decir que mantener la tradición es en gran medida congruente con la antigua liturgia, y a la vez una loable expresión de fidelidad a la tradición apostólica. El presente informe tiene por finalidad proporcionar argumentos en favor de dicha costumbre, que es prácticamente desconocida en el Rito Ordinario.

Lo que dice San Pablo sobre la complementariedad de los sexos

La explicación paulina de la costumbre en cuestión gira en torno a la complementariedad de los sexos.

Pues bien: quiero que sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo, y la cabeza de la mujer, el varón, y la cabeza de Cristo, Dios. Todo varón que ora o profetiza velada la cabeza, deshonra su cabeza. (…) El varón no debe cubrir la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios; mas la mujer es gloria del varón. v.7

Este pasaje se debe leer teniendo en cuenta la manera en que describe el Apóstol de las gentes la relación conyugal en su carta a los efesios:

Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo. Y como la Iglesia esta sujeta a Cristo, así las mujeres a sus maridos en todo.

La autoridad de Cristo sobre la Iglesia, con la que guarda analogía la del marido sobre la esposa, da a entender a su vez una analogía de la relación de la cabeza con el cuerpo. Que la mujer sea el “cuerpo” de la familia, y analógicamente el cuerpo de la Iglesia, tiene que ver con la idea de Nuestra Señora como imagen o tipo de la Iglesia, en frase de San Ambrosio citada en Lumen Gentium y reiterada por S. Juan Pablo II en Mulieris Dignitatem. Una vez más, siendo la mujer esposa del marido, es símbolo también de la Iglesia en cuanto esposa. S. Juan Pablo II enseñó:

En esta dimensión esponsal, propia de toda la vida consagrada, es sobre todo la mujer la que se ve singularmente reflejada, como descubriendo la índole especial de su relación con el Señor.

Compendiando esta larga tradición, Manfred Hauke señala lo siguiente después de referirse a la bienaventurada Virgen María como arquetipo de la Madre Iglesia:

En un sentido analógico, la mujer también es representiva de la Iglesia y además personificación de ella. Al contrario del hombre y el sacerdocio masculino, simboliza una realidad a la que ella misma es idéntica.

En resumidas cuentas, la costumbre de que la mujer se cubra en la iglesia es una afirmación simbólica de la complementariedad de los sexos en el matrimonio y de la subordinación de la Iglesia a Cristo. La Iglesia, representada por las mujeres de la congregación, oculta su propia gloria –la belleza natural de la cabeza– a fin de glorificar a Dios. Las cabezas descubiertas de los varones manifiestan la autoridad de Cristo, a la que, como miembros de la Iglesia, ellos mismos están sujetos.

El velo como representación de lo sagrado.- San Pablo da a entender su concepto del sentido que tiene cubrirse en un pasaje posterior de la 1ª Espístola a los Corintios donde presenta una vez más analogía de la Iglesia como cuerpo.

Y a los [miembros] más viles los rodeamos de mayor honor, y a los que tenemos por indecentes los tratamos con mayor decencia.

Aunque cubrirse la cabeza es símbolo de estar sujeto a una autoridad –San Pablo escribe que la mujer “debe llevar sobre la cabeza una señal de sujeción” (I Cor 11,10)–, cubrirse es no obstante una forma de honrar aquello que se cubre. La Iglesia, representada por la mujer, se cubre en señal de sujeción y de santidad: como esposa sin mancha de Cristo.

El velo de santidad es muy familiar para los que tienen apego a la liturgia latina tradicional. Al mismo tiempo que oculta, el velo también atrae en cierto modo la atención hacia aquello que oculta, poniendo de relieve su importancia. Así, de un modo obvio en extremo, el Santísimo Sacramento está oculto en el copón dentro del Tabernáculo; otro ejemplo sería la palia que cubre el Cáliz.[ Como Esposa, la Iglesia se cubre para recalcar, además de su sujeción a Cristo, su pureza y santidad.

En la cultura occidental moderna, así como en otras, este simbolismo sigue vigente, destacando en particular en la ceremonia nupcial. El velo de la novia es señal de recato, y a la vez de pureza y belleza. Alice von Hildebrand subraya la importancia del velo como símbolo de lo sagrado,concepto que existe también en el mundo islámico. En contraste con ello, la vergüenza y la humillación se simbolizan descubriendo o desnudando: exponer a la vista es afrenta y deshonor.

¿Deben cubrirse los hombres?.- Desde un punto de vista intercultural, es mucho más sorprendente que los hombres se cubran la cabeza en la iglesia en vez de las mujeres. Como en Occidente ya no es tan frecuente que hombres y mujeres lleven sombrero u otros cubrecabezas, no es tan evidente como antes que quienes tenían que descubrirse al entrar en un templo eran los hombres, y eso a lo largo de casi toda la historia de la Iglesia, mientras que las mujeres no tenían que cubrirse porque ya llevaban la cabeza cubierta.

Con relación a esto, vale la pena mencionar que mientras que todavía en el siglo XX los protestantes cumplían en general las instrucciones de San Pablo en este sentido (y hay una minoría que todavía lo hace), se observaba un notable contraste en la práctica: dado que los protestantes no aceptaban que un edificio pudiera estar consagrado, los hombres sólo se descubrían la cabeza para orar.

Importancia moderna del velo.- Mantener esta tradición apostólica en Occidente, aunque sólo sea en el contexto del Rito Extraordinario, establece un valioso vínculo con la Iglesia primitiva y es señal de solidaridad con las iglesias orientales. La Instruction Il Padre lo expresa con estas palabras:

Por motivos históricos y culturales, han mantenido una continuidad más directa con el ambiente espiritual de los orígenes, prerrogativa que incluso en Occidente se considera con cada vez más frecuencia, no una señal de estancamiento y atraso, sino una preciosa fidelidad a las fuentes de la salvación.

La fidelidad de las iglesias orientales y de las adeptas al Rito Extraordinario en la Latina puede ser un signo y una motivación para toda la Iglesia, del mismo modo que la fidelidad de los recabitas a su tradicción constituyó un signo para Israel en tiempos de Jeremías.

En Occidente, la naturaleza contracultural de la tradición aumenta su eficacia como testimonio de la tradición y de la sacralidad del contexto en que se practica.

Con relación a las sociedades no cristianas que han mantenido o redescubierto la utilidad de cubrirse, la costumbre tradicional católica supone una apertura al verdadero diálogo. Precisamente en el contexto de una campaña en pro de la modestia y respeto en los templos de todas las religiones realizada en 2011, se volvieron a exigir una vez más que la mujer se cubriera la cabeza en la catedral de Santa Lucía de Colombo, la capital de Sri Lanka.

A lo largo y ancho de Europa, así como en los países de tradición islámica, se ha vuelto habitual ver a mujeres musulmanas con la cabeza cubierta en público, y las críticas de islamistas en el sentido de que la mujer occidental carece de recato, y por tanto de dignidad, han llegado a ser moneda corriente. Que las católicas se cubran con un velo en la iglesia no deja de ser indicación –por pequeña que sea– de que las muestras de preocupación por parte de las críticas islámicas hacia Occidente no son del todo incomprensibles para los católicos, así como de que no aprobamos la pérdida de la dignidad femenina, que es ciertamente la pérdida del sentido de la sacralidad femenina surgido a raíz de la revolución sexual.
Por estar razones, al recuperar las jóvenes la tradición de cubrirse, responden a las palabras de Benedicto XVI:

La palabra griega que se traduce por conversión significa repensar, replantearse la propia y común manera de vivir. Dar cabida a Dios en los criterios de la propia vida. No juzgar por las meras opiniones en boga. Por consiguiente, convertirse significa no vivir como los demás, no hacer lo que hacen todos, no sentirse justificados en realizar acciones dudosas, ambiguas, malas, solo por lo que los demás hacen lo mismo. Empezar a ver la propia vida desde la perspectiva de Dios, y por lo tanto aspirar al bien, por incómodo que resulte. No aspirar al criterio de la mayoría, de los hombres, sino a la justicia de Dios. Dicho de otro modo: buscar una nueva forma de vida, una vida nueva”.

Para leer el informe completo pinche aquí.

[Traducido al español por J.E.F. para Adelante la Fe]

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CARD. BURKE: LA MISA TRADICIONAL Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Liturgia, Misa Tradicional en el mundo, Summorum Pontificum with tags on 10/02/2015 by unavocesevilla

Cardenal BurkeLa web recomendada Secretum meum mihi ha traducido al español un interesante extracto de una entrevista realizada por The Wanderer al Cardenal Raymond Leo Burke, Patrono de la Soberana Orden de Malta, en la que afirma que la Sagrada Liturgia, y en concreto la Misa tradicional o Forma Extraordinaria, pueden desempeñar un papel significante en la Nueva Evangelización:

Por favor, comente sobre la conexión entre la Sagrada Liturgia y la Nueva Evangelización. ¿Es la Sagrada Liturgia una cuestión periférica a la predicación del Evangelio? ¿O la Sagrada Liturgia juega un papel esencial en el imperativo evangélico de proclamar a Jesucristo? Si las dos actividades de la Iglesia están en efecto esencialmente conectadas, ¿cómo pueden estas conexiones ser mostradas más claramente y vividas más convincentemente dentro del ambiente parroquial ordinario? ¿La celebración más amplia de la Forma Extraordinaria de la Misa tiene algún papel que desempeñar en los esfuerzos de la Nueva Evangelización?

La Sagrada Liturgia es absolutamente el primer acto de la Nueva Evangelización. A menos que adoremos a Dios en espíritu y en verdad, a menos que celebremos la Sagrada Liturgia con la mayor fe posible en Dios y fe en la acción divina, la cual tiene lugar en la Santa Misa, no vamos a tener la inspiración y la gracia para llevar a cabo la Nueva Evangelización.

La Sagrada Liturgia nos muestra la forma de la Nueva Evangelización porque es un encuentro directo con el misterio de la fe: La Encarnación redentora de Cristo en aras de vencer el pecado en nuestras vidas y ganar para nosotros la gracia de la vida divina, la participación en la vida de la Santísima Trinidad a través de la efusión del Espíritu Santo en nuestros corazones. 

Los tres primeros mandamientos tienen que ver con la adoración a Dios. Es la Sagrada Liturgia lo que establece una relación correcta con Dios y con los demás, a lo cual estamos llamados a vivir en nuestra vida cotidiana.

La forma en que esta conexión puede ser convincentemente vivida en la vida parroquial es celebrar la sagrada Liturgia de tal manera que todos los fieles entiendan que el sacerdote actúa en la persona de Cristo. Tienen que entender que es Cristo mismo quien desciende a nuestros altares para hacer realmente presente Su sacrificio; que Ellos tienen que unir sus corazones a Su propio Corazón traspasado glorioso para limpiarse del pecado y de esta manera los fortalezca para el amor de Dios y el amor del prójimo. 

Si la Sagrada Liturgia se celebra de una manera antropocéntrica, de una manera horizontal en la cual ya no es evidente que se trata de una acción divina, se convierte simplemente en una actividad social que puede ser relativizada junto con cualquier otra cosa, eso no tiene ningún impacto duradero en la vida de uno.

Creo que la celebración de la Forma Extraordinaria puede tener una parte muy significante que desempeñar en la Nueva Evangelización debido a su énfasis en la trascendencia de la Sagrada Liturgia. En otras palabras, hace énfasis en la realidad de la unión del Cielo y la tierra a través de la Sagrada Liturgia. La acción de Cristo a través de los signos del sacramento, a través de sus sacerdotes, es muy evidente en la Forma Extraordinaria. Nos ayuda, pues, a ser más reverentes también en la celebración de la Forma Ordinaria.”.

FIUV: EL RITO ROMANO TRADICIONAL Y LOS RITOS ORIENTALES

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Liturgia, Misa Tradicional en el mundo with tags on 03/02/2015 by unavocesevilla

LOGO FIUVLa Federación Internacional Una Voce ha publicado un interesante informe sobre la actitud de la Santa Sede hacia las Iglesias Orientales y sus tradiciones liturgicas y su importante relación con la Misa tradicional o Rito Romano Extraordinario, que a continuación transcribimos para nuestros lectores:

La conservación y promoción en Occidente de la antigua tradición litúrgica reviste considerable importancia para los cristianos de otras tradiciones litúrgicas ancestrales, tanto para los que están en plena comunión con Roma como para los que no lo están. El respeto y la práctica continua del Rito Extraordinario son una consecuencia práctica necesaria de la tradicional política de respeto a las tradiciones orientales por parte de la Santa Sede.

Promoción de la unidad y la reverencia hacia los ritos orientales

Su Santidad León XIII aclaró y subrayó cuál debe ser la debida actitud de respeto hacia los ritos orientales, en particular en su encíclica de 1894 Orientalium dignitas. Refiriéndose a la relación de la Santa Sede con los católicos orientales, afirma:

Tampoco fue la última expresión de su actitud vigilante guardar y conservar para siempre las costumbres y las diversas formas de administrar los sacramentos que en su sabia autoridad había declarado legítimos.

Y una vez más:

A decir verdad, es más importante de lo que parece conservar los ritos orientales. Su augusta antigüedad aporta nobleza a los diversos ritos, constituye una preciado tesoro para la Iglesia y confirma la unidad que ha dado Dios a la fe católica.

Las disposiciones prácticas de la encíclica apuntan a revertir el proceso de latinización de los católicos orientales, ya fuera sustituyendo totalmente o en parte su rito por el latino, o asimilando el rito oriental al latino por parte de personas individuales o de grupos, procesos que ocasionalmente habían sido aprobados por la Santa Sede.

Las palabras de León XIII se reflejan con bastante fidelidad en el decreto Orientalium Ecclesiarum del Concilio Vaticano II, que expresa seguidamente la necesidad de purificar los ritos orientales de los elementos latinos que puedan haberse desafortunadamente introducido en ellos:

Sepan y tengan por cierto todos los orientales que pueden y deben conservar siempre sus legítimos ritos litúrgicos y su organización y que no deben introducir cambios sino por razón de su propio y orgánico progreso. Todo esto deben cumplirlo con la máxima fidelidad los mismos orientales, quienes deben adquirir un conocimiento cada día mayor y una práctica cada vez más perfecta de estas cosas; y si se hubiesen apartado indebidamente por diversas circunstancias de tiempo o de personas, procuren con empeño volver a sus antiguas tradiciones.

El Concilio reconoce además que las diversas tradiciones orientales han conservado aspectos teológicos particulares valiosos para toda la Iglesia.

En su ferviente carta apostólica Orientale Lumen, publicada con motivo del centenario de Orientalium dignitas, S. Juan Pablo II exigió el pleno respeto de la dignidad de los demás sin afirmar que el conjunto de los usos y costumbres latino fuese más completo o más adecuado para mostrar la plenitud de la recta doctrina.

El Concilio Vaticano II destacó la importancia de esta norma para las relaciones con las iglesias ortodoxas. Orientalium Ecclesiarum abogaba por la promoción de la unidad entre los católicos de rito oriental y otros cristianos orientales , entre otras cosas mediante ‘con la religiosa fidelidad a las antiguas tradiciones orientales’.[La instrucción Il Padre, incomprensibile (21), de la Congregación para las Iglesias Orientales reiteró la importancia de ello:

Por consiguiente, en todo intento de renovación litúrgica debe tenerse en cuenta la costumbre de los hermanos ortodoxos, conociéndola, respetándola y apartándose lo menos posible de ella a fin de no incrementar más la separación.

Este pasaje nos recuerda una conocida frase de San Pío X: la liturgia de los católicos de rito no latino debe ser ‘nec plus, nec minus, nec aliter’ (‘ni más, ni menos, ni diferente’) a consecuencia de reintegrarse a la plena comunión con la Sede petrina.

La reforma litúrgica latina

La reforma litúrgica que tuvo lugar después del Concilio Vaticano II creó una nueva situación con respecto a los ritos orientales. a partir de entonces, las tendencias latinizantes se basarían en los ritos reformados, que en ciertos aspectos se apartan más de los auténticos principios litúrgicos de Oriente que la antigua tradición litúrgica latina. Es más, explicaciones teológicas generalizadas de la reforma y el ímpetu tras numerosos abusos litúrgicos en Occidente se expresaban con frecuencia de tal manera que daban a entender que las costumbres orientales adolecían de graves defectos.

Por ejemplo, la reforma latina sufrió el abandono prácticamente universal de la orientación tradicional, en la al celebrar la Misa el sacerdote miraba hacia oriente. Salvo en el caso de unas pocas iglesias muy excepcionales, esto quería decir que miraba en la misma dirección que los fieles La promoción de este cambio de orientación, que no se discutió en las sesiones del concilio Vaticano II ni ha sido jamás obligatoria en la Iglesia Latina, ha venido acompañada de polémica en torno a la práctica tradicional. Se dice despreciativamente que “el sacerdote le da la espalda al pueblo”. Esta polémica no está respaldada por documentos oficiales de la Iglesia y ha sido objeto de críticas frecuentes, en particular por parte de S. S. Benedicto XVI. A pesar de ello, está muy generalizada, y se aplica indudablemente de la tradición de celebrar ad orientem en los ritos orientales. La Congregación para las Iglesias Orientales consideró necesario abordar el tema en Il Padre (107):

No se trata, como tantas veces se ha afirmado, de presidir la celebración dando la espalda a los fieles, sino de guiar a estos en su peregrinación hacia el Reino, que es invocado en oración hasta que vuelva el Señor.

Dicha práctica, amenazada en numerosas iglesias católicas orientales por renovada y reciente influencia latina reviste un profundo valor y debe por tanto ser salvaguardada por ser ciertamente coherente con el espíritu de la liturgia oriental.

De modo parecido, la misma instrucción considera necesario defender tradiciones orientales como que la comunión sea administrada exclusivamente por sacerdotes, un ayuno eucarístico más prolongado que el actualmente vigente en la Iglesia latina, una ‘orientación penitencial’ de la liturgia, y el empleo del arte sacro y las formas arquitectónicas tradicionales en los templos. Todas estas características de la tradición latina han sido objeto de críticas, denigración y hasta ridículo en los debates en torno a la reforma litúrgica.

Un documento anterior de la Congregación para las Iglesias Orientales, la instrucción Observaciones sobre el ordinario de la Santa Misa en en la Iglesia Siromalabar, fechada en 1984, contiene más ejemplos todavía del mismo fenómeno. Se hace alusión a las frecuentes críticas a las oraciones que se rezan en silencio durante el Canon de la Misa.

Se dice a veces que todas las oraciones litúrgicas deben rezarse en voz alta para que todo el mundo las oiga. Tanto histórica como litúrgicamente, este principio es falso. Hay oraciones que han sido formuladas expresamente para rezarse durante el canto, en una profesión o mientras el pueblo realiza otras actividades, o bien son apologías pro clero. Del mismo modo que los sacerdotes no tienen por qué cantar todo lo que canta el pueblo, tampoco es necesario que los fieles oigan todas las oraciones. De hecho, rezar todas las oraciones en voz alta interrumpiría la debida marcha de la estructura litúrgica .

Benedicto XVI también se opuso firmemente a los ataques contra las oraciones en silencio durante la misa.  En modo alguno forma parte de la teología oficial de la reforma, y desde luego el Misal de 1970 contiene varias oraciones en silencio para que las rece el oficiante. A pesar de ello, es cierto que la reforma y su aplicación han conducido a un considerable alejamiento de las oraciones en silencio por parte de la Iglesia latina, lo cual ha suscitado una polémica teológica, hasta el punto de llegarse a afirmar que dichas oraciones excluyen indebidamente a los fieles de la participación litúrgica.

Una instrucción de 1981 exhorta asimismo a los obispos del rito siro-malabar a oponerse a las tendencias latinizantes que incorporarían a su liturgia oraciones que no figuran en las rúbricas, la lectura de las Escrituras desde un atril en lugar del altar, complejas procesiones durante el ofertorio y oraciones espontáneas. Con respecto a esta última cuestión, refiriéndose a los experimentos litúrgicos de la Iglesia latina, señala: ‘No hay necesidad de imitar los errores ajenos.’

Establecer un paralelo general entre las tradiciones litúrgicas orientales y la Forma Extraordinaria del Rito Romano sería una forma de entender la participación en la liturgia que no depende de ver y oír todo lo que hace y dice el celebrante. Como señaló S. Juan Pablo II:

La larga duración de las celebraciones, las continuas invocaciones, todo expresa un progresivo ensimismarse en el misterio celebrado con toda la persona.

Función del Rito Extraordinario en el Rito romano

Las polémicas teológicas generalizadas en torno a numerosos aspectos de la tradición compartida de la Iglesia, y aun la noción misma de tradición, socavan el programa de conservación y restablecimiento de los Ritos Orientales urgida por el Concilio Vaticano II, así como las manifestaciones de respeto a las tradiciones de los cristianos de Oriente que no están en comunión con Roma.

Una manera importante de situar estas cuestiones en su debido contexto y de concretar a nivel local la verdadera enseñanza de la Iglesia sería dar la tradición litúrgica de Occidente el lugar adecuado que exigía para ella el papa Benedicto. Cuando el Rito Extraordinario logra hacerse sitio en la vida litúrgica normal de las parroquias y diócesis, gozando de respaldo visible por parte de la jerarquía, socava la idea de que los erróneos principios teológicos arriba mencionados forman parte del magisterio oficial de la Iglesia. Es más, cuando los católicos conocen por experiencia esta forma del Rito romano están en mucha mejor situación para apreciar el valor de los ritos orientales, la naturaleza de la participación de los seglares en ellos y el valor litúrgico de la propia tradición.

La creación de congregaciones católicas de rito oriental en países donde predomina la tradición latina añade valor a estas consideraciones. S. Juan Pablo II recomendó que, en dicho contexto, los católicos latinos se familiaricen con la liturgia de sus hermanos orientales; en muchos aspectos, el Rito Extraordinario puede tender un puente que conduzca al entendimiento mutuo que deseaba.

En este contexto, no es de sorprender que el motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI tuviera tan buena acogida por parte del patriarca Alexis II de Moscú. Ciertamente los practicantes de los ritos católicos latinos no pueden esperar que se los tome en serio al afirmar el valor de las tradiciones orientales si ellos mismos no tratan con respeto a su propia tradición”.

Joseph Shaw

Fuente: F.I.U.V. y traducido para Adelante la Fe por J.E.F.

MONS. SCHNEIDER: “LOS FIELES TIENEN EL DERECHO DE RECIBIR LA SANTA COMUNIÓN EN LA BOCA Y DE RODILLAS”

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Liturgia with tags , , on 22/01/2015 by unavocesevilla

Mons. SchneiderA continuación transcribimos algunos extractos de la entrevista realizada recientemente a Mons. Athanasius Schneider en el blog tradinews, y traducida al español por Adelante la Fe, en la que el obispo de la República de Kazajistán se pronuncia, entre otros asuntos, sobre la actual falta de respeto a la Eucaristía, el problema de la comunión en la mano -“arqueologismo litúrgico”- y la propuesta de volver a realizarla en la boca y de rodillas, el lugar donde debe encontrarse el Sagrario en las Iglesias, y el papel a jugar por los obispos en relación a estos asuntos.

“Señor Obispo, a menudo, para justificar la comunión en la mano, se arguye con el “retorno a los orígenes”. ¿Este argumento tiene fundamento?

-Este argumento es un mito, o quizá un engaño intencional, porque la realidad es bastante diferente. En realidad, el rito de la comunión en la mano, practicado actualmente, nos ha llegado de las comunidades calvinistas, y no tiene nada que ver con el uso de los primeros siglos. Los documentos literarios e iconográficos nos revelan que, durante los primeros siglos, en algunos lugares, la santa comunión se depositaba en la palma de la mano derecha, y no en la mano izquierda, como se hace hoy. A continuación, los fieles inclinaban profundamente la cabeza hasta la palma de su mano, y cogían la santa Hostia directamente con sus labios; después, posiblemente, con la lengua, recogían las partículas que hubiesen podido quedar en la palma. Los hombres se lavaban las manos antes de la comunión.

La palma de las mujeres debía ser recubierta con un lienzo blanco y este lienzo era purificado después de la comunión. Hay, además, otra diferencia de peso, y es que a partir del siglo IV, tanto en Oriente como en Occidente, los fieles comulgaban generalmente una o dos veces al año. Una especie de ley psicológica hacía que se viviese una acción poco común y sagrada con mucho más cuidado y atención que las acciones frecuentes o cotidianas. Si se realiza, por tanto, a menudo una acción sagrada, los gestos deben ser tanto más cuidadosos y reverenciales, para evitar la rutina.

Por último, queda este importante aspecto teológico, que señala: la liturgia sabe por naturaleza que una creencia orgánica tiende a hacerse más profunda y a una mayor perfección, paralelamente al crecimiento de la Fe. El retorno, sin más, a las expresiones de la liturgia o de la Fe en su estado embrionario, es un error teológico; por otro lado, es una pretensión típica de los herejes. En su clásica Encíclica sobre la liturgia, la Mediator Dei, el Papa Pio XII ha condenado tal postura, denominándola “arqueologismo litúrgico”.

Usted enseña que en los tiempos de persecución es cuando la conciencia del respeto debido al Santo Sacramento se extrema. ¿La ausencia de persecución en nuestro mundo occidental explica, por sí sola, una cierta falta de respeto?

-La ausencia de persecución no explica por sí misma la falta de respeto. Antes del concilio Vaticano II, hubo en Europa un largo periodo sin persecución alguna; sin embargo, el respeto a Tan Santo Sacramento era muy profundo y era muy común. En mi opinión, la causa mediata está en la reforma litúrgica en general, que ha reducido los gestos y las palabras tan claras respecto a la sacralidad a un mínimum, y en particular en el modo de la liturgia de la Misa, que se ha vuelto impreciso, dejando paso a la creatividad o a la subjetividad del celebrante y de los demás participantes. La causa inmediata de la falta de respeto es, sin ninguna duda, el mismo rito moderno de la comunión en la mano; un rito que desde el punto de vista objetivo y fenomenológico es bastante banal y de carácter profano, inventado por los calvinistas para los que la Eucaristía es un puro símbolo.

Como causa general de la falta de respeto se puede señalar también una catequesis y una predicación doctrinalmente muy defectuosa, e incluso a veces puramente protestante. Es preciso efectuar los gestos litúrgicos acordes con lo que se cree; si no, tarde o temprano, se acaba por creer según los gestos que se han realizado

¿En qué lugar piensa Usted que se debe poner el Santo Sacramento en la iglesia que lo abriga?

-El Sagrario contiene la Presencia Real del Cuerpo y de la Sangre de nuestro Dios Encarnado, con su alma humana y con la plenitud de su divinidad. En ninguna otra parte, por todo el universo visible, nuestro Dios está tan real y tan cercano a nosotros, con su infinito fuego de Amor redentor, como en el Sagrario. El Sagrario es más que la Zarza ardiendo, es más que el templo de Salomón. El Tabernáculo es ya una Presencia misteriosa de la Jerusalén celestial, con el Cordero inmolado puesto en el centro de la misma ciudad celeste. Por tanto, lo lógico e incluso imperativamente necesario desde el punto de vista d la Fe católica, es colocar a Cristo Eucarístico, es decir, a nuestro Cordero inmolado y vivo presente en el Sagrario, en el centro de nuestras iglesias.

Usted asegura que volver a la comunión de rodillas y en la boca traerá un muy numero de gracias a la Iglesia militante. Pero ¿qué propone usted para generalizar este retorno: la supresión del indulto, ya antiguo (1969), que autorizaba la Comunión en la mano? ¿Qué entiende usted por “norma litúrgica a instaurar para la abolición de la Comunión en la mano?

-Es necesario, seguramente, proceder por etapas. Entre los fieles que reciben la santa Comunión en la mano, la mayor parte lo hacen de total buena fe. Unos obran por docilidad, por obediencia, porque el párroco o incluso el obispo lo han aconsejado o impuesto. Sin embargo, probablemente hay también gentes que comulgan así porque no creen en la Presencia Real. Por último, somos conscientes de que algunas personas comulgan en la mano con una Fe y una devoción profundas y están movidos por preferencias subjetivas, olvidando desgraciadamente las malas consecuencias objetivas de esta praxis litúrgica.

Sería necesario en primerísimo lugar, dar frecuentemente a los niños y a los adultos una catequesis y una predicación integras y precisas sobre la Eucaristía, especialmente sobre la grandeza y la sublimidad de la santa comunión. Luego, habría que explicar concretamente los peligros reales y frecuentes respecto a la pérdida y el robo de las partículas eucarísticas, poniendo en evidencia sobre todo el hecho horrible de que Nuestro Señor, presente en la santa Eucaristía, en numerosas iglesias, es pisoteado por los fieles. Después es preciso informar a los fieles de que la Comunión en la mano es una excepción a la ley litúrgica, un indulto, insistiendo al mismo tiempo sobre el hecho de que la Comunión en la boca y de rodillas es la norma. Esto exige lógicamente poner un reclinatorio, un banco para la comunión o, mejor aún, una balaustrada a disposición de los fieles, para no discriminar a los que tienen el derecho de recibir la santa Comunión en la boca y de rodillas

Otra medida útil sería que el obispo diocesano publicase una carta pastoral específica sobre la Eucaristía y la santa Comunión, invitando a los fieles, vivamente y de manera argumentada, a recibir al Señor Eucarístico en la boca y de rodillas. La Santa Sede debería hacer lo mismo de cara a todos los obispos y de todas las diócesis del mundo. El último paso en este proceso sería la prohibición formal de la práctica de la Comunión en la mano”.

Para acceder a la entrevista completa pulse aquí.

REFLEXIÓN: EL CALVARIO PERPETUADO EN LA MISA

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Misa Tradicional en el mundo with tags on 10/01/2015 by unavocesevilla

MT 19A continuación, transcribmos unas profundas reflexiones acerca de la Santa Misa del Beato J. H. Newman:

“Te adoro, Señor y Dios mío, con el más profundo temor reverencial por tu pasión y crucifixión, en sacrificio por nuestros pecados. Tú sufriste ciertamente dolores incomunicables en tu alma sin pecado. Fuiste expuesto en tu cuerpo inocente a tormentos ignominiosos, mezclados de dolor y vergüenza. Fuiste desnudado y fieramente flagelado, vibrando tu sagrado cuerpo bajo el azote como los árboles bajo las ráfagas de la tempestad. Así destrozado, fuiste, suspendido de la Cruz, desvestido, un espectáculo para todos los que te veían temblar y morir. ¡Cuánto implica todo esto, Dios Poderoso! ¡Qué profundidad vemos aquí que no podemos penetrar! Mi Dios, sé bien que pudiste habernos salvado con tu Palabra, sin sufrir tú mismo, pero elegiste adquirirnos al precio de tu sangre. Contemplo en ti la víctima elevada sobre el Calvario, y sé y declaro solemnemente que esa muerte tuya fue una expiación por los pecados del mundo entero. Creo y sé que tú sólo pudiste haber ofrecido una expiación meritoria, porque era tu divina naturaleza que otorgaba dignidad a tus sufrimientos. Antes que yo pereciera de acuerdo a lo que merecía, tú fuiste clavado al Árbol y moriste”.

“Semejante sacrificio no podía ser olvidado. No iba a ser, no podía ser, un mero acontecimiento en la historia del mundo, que fuera hecho y terminado, muerto excepto en sus oscuros efectos no reconocidos. Si esa gran muerte fue lo que creemos que fue, lo que sabemos que es, debe permanecer presente aunque ya pasó, debe ser un hecho establecido para todos los tiempos. Nuestra propia reflexión cuidadosa sobre el mismo nos dice esto, y entonces, cuando se nos cuenta que tú, Señor, aunque has ascendido a la gloria, has renovado y perpetuado tu sacrificio hasta el fin de todas las cosas, no sólo es la noticia más conmovedora y gozosa porque da testimonio de un Señor y Salvador tan compasivo, sino que lleva consigo el pleno asentimiento y simpatía de nuestra razón. Aunque no hubiéramos podido ni siquiera atreveros a anticipar una doctrina tan maravillosa, ahora que se nos comunica, adoramos su misma conveniencia a tus perfecciones, así como su infinita compasión para nosotros. Sí, mi Señor, aunque has dejado el mundo, eres ofrecido en la Misa diariamente, y, aunque no puedes sufrir dolor y muerte, te haces sujeto de indignidad y limitación para llevar hasta la plenitud tu misericordia hacia nosotros. Te humillas diariamente, pues, siendo infinito, no puedes finalizar tu humillación mientras existan aquellos por quienes te sometiste e ella. Por eso permaneces sacerdote para siempre”.

Meditaciones y Devociones, Ed. Agape Libros, Buenos Aires 2007, p 303-305.

Fuente: El Búho escrutador

FELICES PASCUAS Y HORARIOS MISA TRADICIONAL EN NAVIDAD

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Misa Tradicional en Sevilla on 22/12/2014 by unavocesevilla

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La Asociación UNA VOCE SEVILLA les desea unas santas y felices Pascuas en la alegría por el nacimiento de Nuestro Señor.

Igualmente les informamos del horario de Misa tradicional en la ciudad de Sevilla durante el tiempo de Navidad:

  • Jueves 25 de diciembre a las cinco y media de la tarde, Misa de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

 

  • Domingo 28 de diciembre a las diez y media de la mañana, Misa en la infraoctava de Navidad.

 

  • Jueves 01 de enero a las seis de la tarde, Misa de la Octava de Navidad.

 

  • Domingo 04 de enero a las diez y media de la mañana, Misa del Santísimo Nombre de Jesús.

 

  • Martes 06 de enero a las diez y media de la mañana, Misa de la Epifanía del Señor.

 

Todas las misas se celebrarán en el Oratorio de la Escuela de la Natividad de Cristo de Sevilla (callejón Alonso Chaparro – Barrio Santa Cruz).

Esperamos contar con vuestra asistencia y la difusión de esta convocatoria entre sus amigos y familiares.

UNA VOCE SEVILLA

LA MISA TRADICIONAL: OH BELLEZA, SIEMPRE ANTIGUA Y SIEMPRE NUEVA

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Liturgia, Misa Tradicional en el mundo with tags , , , on 16/12/2014 by unavocesevilla

EmberSaturday2FLATOfrecemos a nuestros lectores un magnífico artículo sobre la Misa tradicional que ha sido publicado en inglés por el prestigiso blog tradicionalista internacional RORATE CÆLI, y en español por el recomendado blog español ADELANTE LA FE, del cual lo transcribimos.

El articulista nos hace reflexionar sobre la antigüedad del Rito Romano tradicional y el valor de celebrar al día de hoy la Santa Misa como lo hicieron nuestros antepasados.

“Leyendo el Comentario de Santo Tomás sobre las Sentencias de Pedro Lombardo, me di cuenta de que hace un argumento basado en la Colecta para el Domingo de Pascua. Fui a mirar mi Baronio Misal y encontré que, en efecto, la oración que utilizamos hoy en el usus antiquior es idéntica a la que citó alrededor del 1250.

A veces, durante la Misa o cuando leo a los Padres y Doctores de la Iglesia, quedo a menudo poderosamente impresionado por cuán vasto es el legado de la historia, la cultura y la oración que está imbuido y preservado en la liturgia Romana tradicional. Nuestras oraciones y ceremonias se remontan en muchos casos al primer milenio de la Iglesia. El Rito tradicional Romano habla en el mismo idioma, respira la misma atmósfera que los Padres y Doctores de la Iglesia y todo el ejército de los santos, y nos lleva a su presencia.

La mayoría de nosotros estamos bajo la influencia del nombre equivocado de: “Misa Tridentina”, – una frase que, aunque defendible como lo es, lleva a algunas personas a la implicación de que esta forma litúrgica se inventó alguna manera o masivamente se cambió en la era del Concilio de Trento. Como los estudiantes de la historia litúrgica saben, sin embargo, la realidad es muy diferente: la sustancia del Misal de Pío V ya había estado presente durante muchos siglos, y, de hecho, si nos remontamos al tiempo de San Gregorio el Grande (m. 604), encontraremos el “núcleo” del Rito Romano ya ahí (por eso la preferencia que algunos tienen para llamar el usus antiquior el “Rito Gregoriano”). Como el Padre Hunwicke ha señalado, el Canon Romano es tan antiguo que su teología de la consagración precede a la controversia sobre la divinidad del Espíritu Santo, y por lo tanto carece de una epíclesis de la clase que la liturgia Bizantina, para combatir esta herejía e insertada en una fecha posterior. El Canon Romano opera en la creencia mas antigua de que todo lo que el Padre aprueba y ratifica se llevará a cabo – incluso la renovación del sacrificio de su Hijo bajo el pan y el vino consagrados. El Padre lo quiere, y se hace.

(Creo que, por cierto, el P. Hunwicke merece el apodo de “Canonista romano” por sus muchos finos artículos en defensa de la antigüedad, la primacía, la pureza y la rectitud del Canon Romano para los ritos litúrgicos Occidentales que deben su origen a Roma, y sus críticas apuntadas a la calamitosa innovación de la introducción de múltiples oraciones Eucarísticas).

Volviendo al punto de partida: ¿Cuál es el valor de simplemente hacer lo que hicieron nuestros ancestros? ¿Cuál es el valor de participar en una Misa que es, en gran parte de su formulación y ceremonias, la misma que la que oraba Santo Tomás de Aquino o San Francisco de Asís, San Carlos Borromeo o Santa Teresa de Lisieux? ¿Cuál es el valor de ir llevando en la mente y en el corazón de uno, susurrando en nuestros labios, o cantando con nuestra propia voz, las oraciones que se remontan, sin cambios, siglo tras siglo tras siglo?

Aunque puede ser difícil expresar este valor sutil en palabras, no es difícil ver por qué tal oración, a través de los siglos, a través de los continentes, a través de las culturas, de la profundidad llamando a la profundidad, de época a época y de santo a santo, tenga tan grande atractivo para los jóvenes que están descubriendo o redescubriendo su fe. Hay fuerza en saber que te sujetas de una gigante e indestructible cuerda que te conecta a un sinnúmero de santos hombres y mujeres antes de nosotros, todos los cuales están ahora en la gloria celestial, para los cuales esta misma liturgia los preparó en la tierra. Hay consuelo en sentir que, en medio de un mundo de constante cambio, en efecto un mundo moderno de casi neurótica movilidad, desplazamiento, y desperdicio, las cosas más importantes no cambian, de hecho nunca cambiarán. Hay una inmensa paz en volver, semana tras semana, a las lecturas, las oraciones, las antífonas, las ceremonias, que han sobrevivido a cada guerra, hambre, peste, y persecución, y llevar con ellos el aura de atemporalidad, el ardor de la adoración, el sabor de la santidad, la dulzura de la salmodia. Uno viene a Misa, y se encuentra que es verdaderamente, simplemente, puramente la Misa – como era, como debería ser, como será hasta el fin de los tiempos.

, ha habido cambios, pero estos cambios son como ondas en la superficie de un vasto mar, tranquilo en sus profundidades. La identidad y la integridad de la liturgia se reducen incluso a nosotros, cada generación manteniendo lo que se le entregó mientras lo embellece con ofrendas de su propia devoción.

Aun cuando no podemos ponerlo en palabras, esta realidad, esta sensación de inmensa profundidad y amplitud, del colapso del tiempo y la distancia a medida que entramos en comunión con una innumerable multitud de fieles, es parte de la experiencia indefinible de asistir a la Misa Tradicional en latín. Bendito sea Jesucristo, “el mismo ayer, hoy y siempre”, que ha plasmado su amor eterno en una liturgia que es su despejado espejo.

Si pienso en Dios tengo que gemir; si cavilo, mi espíritu desfallece.
Tu mantienes insomnes mis ojos; estoy perturbado, incapaz de hablar.
Pienso en los días antiguos y considero los años eternos.
Por la noche medito en mi corazón, reflexiono y mi espíritu inquiere:
¿Es que nos desechará el Señor por todos los siglos? ¿No volverá a sernos favorable?
¿Se habrá agotado para siempre su bondad? ¿Será vana su promesa hecha para todas las generaciones?
¿Se habrá olvidado Dios de su clemencia? o ¿en su ira habrá contenido su misericordia?
Y dije: “Este es mi dolor: que la diestra del Altísimo haya cambiado”.
Recordaré, pues, los hechos de Yahvé; sí, me acuerdo de tus antiguas maravillas;
Medito todas tus obras y peso tus hazañas.
Santo es tu camino, oh Dios, ¿Qué Dios hay tan grande como el Dios nuestro?

(Salmos, 76: 4-14 Biblia Mons. Straubinger)”

[Traducido por Eduardo Alfaro Robles. Posteado por ]

ESPAÑA: MISA TRADICIONAL EN PUEBLA DE D. FADRIQUE – GUADIX (GRANADA)

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Misa Tradicional en España, Summorum Pontificum with tags on 09/12/2014 by unavocesevilla

Escudo Puebla Don FadriqueNos alegra informarles que el pasado 27 de noviembre, con ocasión de la festividad de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en la Iglesia de la localidad granadina de Puebla de Don Fadrique, diócesis de Guadix, su párroco, el Rvdo P. D. Juan Luis García ofició la Santa Misa según el Rito Romano tradicional e impuso la medalla de la Virgen de la Milagrosa a 150 asistentes.

Nuestra más sincera enhorabuena al Párroco y a los amigos de la liturgia tradicional de Granada, con el deseo y ánimo de que pronto pueda celebrarse en ésta capital andaluza la Santa Misa tradicional.
Fotos: Dña. Aurora Valcárcel y Matilde Román.
Fuente: Blog Catholicus.
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SEVILLA: LUNES 08 DICIEMBRE MISA TRADICIONAL INMACULADA

Posted in Asociación Una Voce Sevilla, Escuela de Cristo, Misa Tradicional en Sevilla with tags on 05/12/2014 by unavocesevilla

Inmaculada Concepcion Nos complace informar a nuestros lectores y amigos que el próximo lunes 08 de diciembre, Festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Patrona principal de las Españas –D.m.-, a las 10:30 horas en el Oratorio de la Escuela de Cristo de Sevilla, será oficiada en su honor la Santa Misa según el Rito Romano tradicional.