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ARTÍCULO RECOMENDADO: «SOBRE LA SUPRESIÓN DE LA PONTIFICIA COMISIÓN ECCLESIA DEI»

El papa Francisco, a través de un motu proprio de 17 de enero de 2019, decidió suprimir la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, confiando su cometido a una sección creada al efecto al interior de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Existen aún muchas incógnitas en lo que se refiere a la configuración e integración de la nueva sección del señalado dicasterio que sucederá a Ecclesia Dei, las que esperamos se vayan despejando en los meses venideros. De momento, queremos ofrecer a nuestros lectores el análisis del Dr. Peter Kwasniewski, colaborador habitual del blog de la Asociación Litúrgica chilena Magnificat, sobre el sentido y posibles consecuencias de dicha supresión. El artículo fue publicado originalmente en New Liturgical Movement, ha sido traducido y publicado por la Redacción de dicho blog.

(Foto: New Liturgical Movement)

¿Qué significa la supresión de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei?

Peter Kwasniewski

Estoy de acuerdo con muchos de los que han escrito que, materialmente, este motu proprio (la traducción completa está disponible aquí) no tiene un impacto gigantesco. No elimina las funciones de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, sino que las transfiere internamente a la Congregación para la Doctrina de la Fe. No sugiere ninguna limitación en Summorum Pontificum o en cualquiera de las órdenes religiosas y comunidades que hacen uso del usus antiquior. No insinúa ningún otro paso de la limitación o la formación de guetos respecto de los tradicionalistas. Por sobre todo, no transfiere ninguna de las competencias anteriores de dicha Comisión a otros dicasterios romanos que seguramente habrían hecho picadillo con ellas. En ese sentido, la bala que algunos temían ha sido esquivada en esta ocasión. Sin embargo, uno podría tener algunas preocupaciones sobre las implicancias de la decisión tomada por el Papa. Cuando el papa Francisco resume su concepción de la función del Pontificia Comisión Ecclesia Dei, utiliza términos más limitados que el alcance que el papa Benedicto XVI asignó a ella a raíz de la situación creada tras el motu proprio Summorum Pontificum y la instrucción Universae Ecclesiae. El Papa habla como si existiera tal Comisión para reconciliara a la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X y regular la vida de otras comunidades y órdenes que han elegido el usus antiquior. Pero como todos sabemos, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei ha dedicado gran parte de su tiempo a trabajar pacientemente con obispos y clérigos de todo el mundo que obstruyen o niegan las disposiciones de Summorum Pontificum. En este sentido, no es del todo cierto decir que las cuestiones tratadas por la Comisión «fueron principalmente de naturaleza doctrinal». Si el repliegue de la Comisión al interior de la Congregación para la Doctrina de la Fe hace que goce de menos independencia y maniobrabilidad para tratar con el refractario, esto sería un estrechamiento del programa pastoral del papa Benedicto XVI. Podemos esperar que esto no ocurra, aunque sólo el tiempo lo dirá. El motu proprio afirma que «hoy han cambiado las condiciones que llevaron al Santo Padre Juan Pablo II a instituir la Pontificia Comisión Ecclesia Dei». En muchos sentidos, esto es cierto; pero en otros aspectos, la situación sigue siendo similar: hay muchas parroquias deseosas del usus antiquor a las que éste les ha sido negado contra legem; hay grupos de hombres y mujeres religiosos que desean incorporarlo a su vida y se han enfrentado a la obstrucción; y hay comunidades que han sido suprimidas porque adoptaron con entusiasmo las disposiciones de Summorum Pontificum. Es cierto que es una ventaja para el diálogo con la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X que tratará únicamente con la Congregación para la Doctrina de la Fe, ya que es un órgano superior y más autorizado. Sin embargo, uno se pregunta si esta reestructuración administrativa podría significar una desventaja para el clero, los religiosos y los laicos católicos que, ya en plena comunión con la Iglesia, enfrentan dificultades que fueron manejadas por la Comisión bajo su propia dirección, en manos del Arzobispo Pozzo, quien ahora ha sido despedido. La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene, por supuesto, autoridad de una posición mucho más alta, pero debe optar por hacer valer esa autoridad sobre aquellos que se oponen obstinadamente a los derechos del clero y los fieles adheridos al usus antiquior.

Mons. Marcel Lefebvre distribuye la Santa Comunión (Holanda, 1981) (Foto: Wikimedia Commons)

Entonces, uno se puede preguntar por el mensaje implícito que este cambio puede transmitir. Hasta ahora, el tema de la puesta en práctica del Summorum Pontificum se ha considerado lo suficientemente importante como para requerir una comisión pontificia en manos de un arzobispo. ¿Podría el nuevo motu proprio insinuar que la urgencia de este problema ha pasado? A veces, la reorganización, especialmente en este pontificado, parece significar degradación. ¿Insinúa esto que el diálogo con la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X es una prioridad, mientras que el tratamiento de otros temas no lo es, o lo es en una medida menor? Un comentarista anónimo del Vaticano, citado por Chris Altieri en Catholic Herald (EE.UU.), dice: «Tiene sentido ‘replegar’ la Pontificia Comisión Ecclesia Dei -sus deberes y competencias- en la Congregación para la Doctrina de la Fe». Seguramente tiene sentido que las conversaciones doctrinales de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X sean conducidas por dicha Congregación; pero, ¿por qué el manejo de las órdenes y comunidades religiosas tradicionales, o los asuntos de rúbricas y calendarios, o los casos de incumplimiento pastoral por parte de los ordinarios y superiores, se confían a una congregación que supervisa la ortodoxia de la fe y la moral? Sin embargo, como contrapunto, podríamos recordar que todos los aspectos de los ordinariatos anglicanos ya están a cargo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, incluidas las cuestiones de disciplina clerical y liturgia. También se puede señalar la sobria verdad de que la preponderancia del trabajo ahora confiado a esa congregación se refiere a abusos cometidos por parte de clérigos. La Congregación para la Doctrina de la Fe, en otras palabras, es un cuerpo multidisciplinario, que ejerce una gran autoridad y está ampliamente asesorada por diversos consultores. Algunos han leído de manera optimista en la decisión un reconocimiento de que los problemas reales en el corazón de la división tradicionalista/convencional son de naturaleza doctrinal, más que litúrgica o canónica. Ahora bien, es bastante cierto que los problemas reales son doctrinales. Pero este motu proprio limita las dificultades doctrinales a la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X y los grupos afines. Estoy feliz de que se me demuestre que estoy equivocado y de ver el nuevo esquema como un mejoramiento para todos los partidarios de la tradición litúrgica y doctrinal. Es posible que el Congregación para la Doctrina de la Fe se muestre totalmente amistosa con la nueva sección especial y se asegure de que el trabajo ya admirablemente realizado por la Comisión en los últimos 30 años continuará energéticamente, aunque en un contexto diferente. Quizá el cambio no sea más que tener un membrete diferente para la correspondencia. En el mejor de los casos, la Congregación para la Doctrina de la Fe puede hacer valer su fuerza respecto de los problemas con los que la Pontificia Comisión Ecclesia Dei se ha enfrentado en el pasado y asegurar un mejor progreso. Debemos rezar porque esto ocurra. Al final, una cosa es absolutamente clara. No son las estructuras administrativas o incluso sus documentos de gobierno los que toman decisiones o protegen los derechos; es la gente la que lo hace. Los efectos finales de este cambio dependen completamente de los funcionarios que están a cargo de la sección y de la propia Congregación para la Doctrina de la Fe. Como lo explica el papa León XIII en su encíclica Au Milieu des Sollicitudes (1892): La legislación difiere tanto de los poderes políticos y su forma, que bajo el régimen de la forma más excelente, la legislación puede ser detestable; mientras que, por otro lado, bajo el régimen cuya forma es más imperfecta, se puede cumplir una legislación excelente. […] [L]a legislación es obra de hombres que están en el poder y que, de hecho, gobiernan la nación. Por lo tanto, se deduce que, en la práctica, la calidad de las leyes depende más de la calidad de estos hombres que de la forma del poder. Estas leyes, entonces, serán buenas o malas, según si los legisladores tendrán una mente imbuida de principios buenos o malos, y se dejarán guiar por la prudencia política o la pasión. Si tenemos una comisión o una sección; si la sustancia en cuestión se presenta como doctrinal o disciplinaria y pastoral; si la separación es mejor que la incorporación, o viceversa, todo depende ahora del liderazgo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, las decisiones sobre la dotación de personal y las órdenes que el Santo Padre imparta oficial o extraoficialmente a dicha congregación.

El autor (Foto: PeterKwaniewski)

IN MEMORIAM: CARDENAL CASTRILLÓN HOYOS (1929-2018). UN GRAN DEFENSOR DE LOS DERECHOS DE LA MISA TRADICIONAL

En la madrugada del pasado 18 de mayo, ha fallecido en Roma el Cardenal Darío Castrillón Hoyos (1929-2018), quien asumiera, entre otras importantes responsabilidades pastorales y de la curia romana, la presidencia de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei entre los años 2000 y 2009.

Cardenal Darío Castrillón Hoyos

(Reporteros Asociados)

 

El Cardenal Castrillón Hoyos nació el 4 de julio de 1929 en Medellín, Colombia, hijo de don Manuel Castrillón Castrillón y doña María Hoyos Salas. Estudió en los seminarios de Antioquía y de Santa Rosa de Osos, para luego continuar sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde obtuvo su doctorado en Derecho Canónico, y cursó estudios de sociología en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Fue ordenado sacerdote por Monseñor Alfonso Carinci el día 26 de octubre de 1952 en la Basílica de los Santos Apóstoles de Roma, incardinándose para la diócesis de Santa Rosa de Osos. Se desempeñó inicialmente en diversas labores como vicario parroquial y colaboró con diversas iniciativas diocesanas, como director de los Cursillos de Cristiandad, la juventud obrera católica y la Legión de María.

En 1966, fue nombrado secretario general de la Conferencia Episcopal colombiana, asumiendo además el cargo de catedrático de Derecho Canónico en la Universidad Libre con sede en Bogotá. Asimismo, participó como delegado en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín, el año 1968.

 

 

Su Eminencia celebrando Misa Pontifical

(Misa Tradicional en La Plata)

 

El 2 de junio de 1971 el papa Pablo VI lo nombra obispo titular de Villa del Re y obispo coadjutor, con derecho a sucesión, de la Diócesis de Pereira. Fue consagrado obispo el 18 de julio de ese mismo año por Angelo Palmas, entonces nuncio de Su Santidad en Colombia. Asumió como obispo de Pereira el 1 de julio de 1976. En 1979 participó en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Puebla. Fue secretario general del CELAM desde 1983 hasta 1987 y presidente del mismo organismo desde ese año hasta 1991 y colaborando en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Santo Domingo (1992). Destacó en todos sus encargos un estricto apego a las enseñanzas tradicionales de la Iglesia, aún en medio de los aires de cambio y progresismo dominantes en la época.

El 16 de diciembre de 1992 fue promovido a la sede metropolitana de Bucaramanga como su arzobispo. En tales años, asumió una lucha frontal contra el narcotráfico y el terrorismo imperantes en dicho país, denunciando las atrocidades cometidas por todos los grupos guerrilleros de entonces. Popularmente conocida es la acción que desarrolló en la escena política colombiana, ya que emprendía largas caminatas por la montaña para visitar a líderes guerrilleros con el fin de explicarles las bondades de deponer su acción violentista. Se dice que incluso visitó disfrazado a Pablo Escobar, para convencerlo de entregarse a la justicia.

 

Su Eminencia recibiendo la birreta cardenalicia de manos de San Juan Pablo II

(Héctor Gómez)

El 15 de junio de 1996, el papa San Juan Pablo II lo nombra Pro-prefecto de la Congregación para el Clero, por lo que renuncia al gobierno de su arquidiócesis el 15 de junio de 1996. Dos años más tarde, el 21 de febrero de 1998, fue creado cardenal en el séptimo Consistorio de San Juan Pablo II, recibiendo la diaconía del Santísimo Nombre de María en el Foro Trajano, y nombrado Prefecto de la Congregación para el Clero. Como prefecto impulsó la modernización tecnológica de su dicasterio, promoviendo iniciativas como la página clerus.org y “bibliaclerus”. En otras responsabilidades encomendadas por el Papa San Juan Pablo II, se le encomendó servir como enviado especial de Su Santidad para la firma del Acuerdo Definitivo entre Perú y Ecuador para resolver su disputa fronteriza en Brasilia el 26 de octubre de 1998.

El 14 de abril de 2000 fue nombrado por el papa San Juan Pablo II como presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei. Bajo su administración se promulgó el Motu Proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI, el cual permitió la libertad del uso del Misal y los demás libros litúrgicos editados el año 1962, reconociendo que el rito romano nunca había sido abrogado. Durante esos años, realizó una infatigable labor por lograr un acuerdo práctico para regularizar la situación canónica de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, así como servir de pastor y vínculo con la curia vaticana de numerosas agrupaciones religiosas surgidas al alero de la Pontificia Comisión que él presidía.

 

Su Eminencia celebrando Misa Tradicional

(Veritas Vincit)

Su actividad no estuvo restringida solamente a la vida de la curia vaticana, sino que continuó sirviendo como representante de Su Santidad en diversos eventos de la vida de la Iglesia hispanoamericana. En nuestro medio, valga recordar su misión como enviado especial del Papa San Juan Pablo II para la clausura del Congreso Eucarístico Nacional en Chile y la dedicación de la nueva Catedral en la diócesis de San Bernardo, el mes de noviembre del año 2000.

El 8 de julio de 2009, el Santo Padre Benedicto XVI, acepta su renuncia como presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei por motivos de edad, tras haber cumplido 80 años de edad el 4 de julio, sucediéndole el Cardenal William Joseph Levada. Tras su retiro de la actividad pública, permaneció residiendo en la ciudad del Vaticano, donde falleció en la madrugada del pasado 17 de mayo, a sus 88 años, producto de problemas hepáticos y dolencias propias de su avanzada edad.

 

Como Asociación nos sumamos a las muestras de pesar suscitadas con ocasión de su fallecimiento y nos adherimos con nuestras oraciones en sufragio del alma de un pastor que dedicó tantos esfuerzos por el reconocimiento del debido lugar de la Santa Misa tradicional en la vida de la Iglesia. Que el Señor reconforte a sus seres más queridos, y que a él lo recompense abundantemente y le conceda la Gloria de la visión beatífica. Requiescat in Pace. Amen

 

Fuente: Asociación litúrgica Magnificat (Una Voce Chile)

 

A continuación, les ofrecemos una interesante alocución del Cardenal Castrillón Hoyos a la «Latin Mass Society» de Inglaterra y Gales , a la que fue invitado en 2008 a oficiar la Santa Misa tradicional, sobre los motivos de la publicación del motu proprio Summorum Pontificum por S.S. Benedicto XVI, y que publicamos en su momento en nuestra antigua web. Para acceder pinchar aquí

 

 

Acompañado del entonces presidente de la Federación Internacional Una Voce (Leo Darroch) y del presidente en funciones de Una Voce Sevilla (Juan Manuel Rodriguez), en la Basílica de San Pedro (Roma), durante la Asamblea General de la FIUV. Año 2011.

(Fotografía Una Voce Sevilla)

 

 

 

 

BARCELONA: DOMINGO 17 ABRIL MISA PRELATICIA TRADICIONAL BODAS ORO OASIS JESÚS SACERDOTE

historia del OasisCon motivo de las Bodas de Oro de la fundación en Barcelona por el Padre Muñoz del Oasis madre, el Instituto de Jesús Sacerdote; tendrá lugar una magna celebración en su sede, Argentona (Barcelona), el próximo Domingo 17 de abril, a las 11 de la mañana, con una Misa prelaticia en Rito Romano tradicional de Acción de Gracias oficiada por Monseñor Guido Pozzo, presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei.

«El Oasis de Jesús Sacerdote es un instituto religioso femenino de derecho pontificio (erigido en 2007 por S.S. Benedicto XVI) fundado por el Padre Pedro de la Inmaculada Muñoz en 1965 (Barcelona). Está adscrito a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei como instituto contemplativo de clausura papal, que celebra según la forma extraordinaria del rito romano. El monasterio está en la localidad de Argentona (Archidiócesis de Barcelona).

El espíritu del Oasis está basado en el de San Francisco de Sales, otorgando mayor importancia a la práctica de las virtudes interiores, tales como la obediencia, el silencio, la humildad, pero sin descuidar el valor de la mortificación externa. Su espiritualidad se expresa en su propio nombre: Oasis, el que proviene de las iniciales de oración, amor, sumisión, inmolación y silencio.


Además de los tres votos clásicos (pobreza, castidad y obediencia), las monjas del Oasis profesan un cuarto voto «vocacionista». Éste consiste en que ofrecen sus vidas por los sacerdotes y almas consagradas, inmolándose a diario por su santificación.


 

Singular institución la del Oasis, digo, porque tiene al sacerdote como destinatario de sus desvelos. Y falta que le hace: tanto cuando la institución del sacerdocio goza de buena salud, que era lo perceptible en el momento en que empieza a gestarse el Oasis en 1960, como cuando está en una crisis evidente, que es la situación actual. No perdamos de vista que el Oasis de Jesús Sacerdote es concebido desde el primer momento como un apostolado en favor de los sacerdotes. La idea es absolutamente genial, porque la gran arma de ese apostolado no es otra que la oración. Pero en su forma más intensa: la que se produce en una comunidad que dentro de la más genuina tradición monástica de la Iglesia, afianza la dedicación exclusiva a la oración mediante la clausura.
Pero no acaba aquí la genialidad de esta gran obra, porque se trata de una comunidad de mujeres, monjas de clausura, cuyo gran quehacer es el ars orandi et celebrandi, con una liturgia conventual genuina, que ya es muy difícil encontrar en todo el orbe católico. Las celebraciones conventuales son efectivamente en latín, y el canto es gregoriano. El afán de “modernidad” ha llevado en efecto a la inmensa mayoría de comunidades religiosas conventuales a arrinconar el latín y, por consiguiente el canto gregoriano, para apuntarse a las lenguas vernáculas con sus distintas fórmulas musicales.


 
Visita de S.E.R. el Cardenal Martínez Sistach (2007)

Es el caso que las monjas del Oasis no sólo rezan por los sacerdotes, sino que además les ofrecen a éstos un refugio de oración, un auténtico oasis, al que pueden acudir cada vez que, para descansar de la dura carga de la acción pastoral y para recargar las pilas, sienten la necesidad de inmersión profunda en la oración. Un auténtico oasis para los sacerdotes que frecuentan el monasterio para unirse al rezo que las monjas hacen por ellos. Es un culto despojado de particularismos y originalidades (tan frecuentes hoy), en que el sacerdote recibe un baño de catolicidad, es decir, de esa universalidad que es nota característica de la Iglesia. La única forma de culto en que les es más fácil a todos los católicos del mundo, sean cuales sean su lengua y su cultura, reconocer a la Iglesia como “una”.
Mosén Muñoz, fundador del Oasis, fue uno de los 820 sacerdotes ordenados en el Congreso Eucarístico de Barcelona en 1952, en el estadio de Montjuich. Y le cupo en suerte ser ordenado por su obispo, monseñor Gregorio Modrego Casáus, de feliz recordación. Él fue quien en 1965 aprobó el Oasis de Jesús Sacerdote como Pía Unión diocesana. Es el año siguiente, 1966, cuando se crea la primera Comunidad del Oasis con 4 monjas, en una modesta casa del barrio de Horta. Ésa fue la casa cuna que, en 1971 se trasladó a otra casa algo mayor, al barrio contiguo del Guinardó.
Siguió el largo peregrinar del Oasis, que en 1974 es acogido por el Carmelo de Tiana en el que estuvo hasta 1981, año en que se instalan en su actual ubicación en el término municipal de Dosrius, a tan sólo 30 kms de Barcelona. Allí crean el Monasterio de la Inmaculada, con espacio suficiente, apto para el desarrollo completo de las instalaciones monásticas.


Para el Oasis fue una fecha clave el 29 de junio de 2007, fecha en que Benedicto XVI aprobó las Constituciones del Oasis de Jesús Sacerdote, de vida contemplativa, con lo que la institución pasó a pertenecer a la Comisión Pontificia Ecclesia Dei. De esta manera, el Instituto Oasis de Jesús Sacerdote quedó constituido como monasterio sui iuris y adscrito a la forma ordinaria del rito romano.
El Monasterio de la Inmaculada de Dosrius es una obra fecunda. En la actualidad cuenta con 25 religiosas, la gran mayoría muy jóvenes. Y no les faltan las vocaciones. Tanto que en 2013 fundaron una segunda casa, el Monasterio de San José, en Espiel (Córdoba), cuyo obispo, D. Demetrio Fernández, recibió al P. Muñoz y a las monjas con los brazos abiertos, y celebró con ellas, por adelantado, las Bodas de Oro del Oasis, oficiando una Misa tradicional de acción de gracias en éste Monasterio. Asimismo, la Asociación Una Voce Sevilla ha tenido el honor de asistir junto a la Comunidad de religiosas que lo integran a la Santa Misa en dos ocasiones.

Es de destacar que Mn. Muñoz fue vicario de la parroquia de San Félix Africano, en la que coincidió con Mn. Mariné. Realmente Dios los crió, el Dr. Modrego los consagró y ellos se juntaron. Dos grandes amantes del sacerdocio, con una intensa acción pastoral en pro de los sacerdotes. Mossén Mariné trabajó incansable para fomentar las vocaciones al sacerdocio y la santidad del clero [nota de la Redacción: puede verse aquí un elogio fúnebre de este notable sacerdote catalán, fallecido en 2010]. Mossén Muñoz remó y sigue remando en la misma dirección, pero con un método distinto: dando preferencia a la oración contemplativa. Por eso funda el Oasis de Jesús Sacerdote, cuya finalidad es “alcanzar de Dios la santificación de los sacerdotes y almas consagradas”.

Fuente y Fotografías: Germinans Germinabit y Magnificat Una Voce Chile