EL CARDENAL RATZINGER Y LA CELEBRACIÓN DE LA MISA ORIENTADA HACIA DIOS
En torno al debate suscitado por las recientes palabras del Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cual ha realizado un llamamiento a sacerdotes y obispos para recuperar la orientación ad orientem o hacia Dios en la celebración de la Santa Misa, en pos de volver a entronizar a Cristo en el centro de la celebración litúrgica, y la nota aclaratoria publicada posteriormente por la Sala de Prensa de la Santa Sede, traemos a colación unas palabras clarificadoras del Cardenal Ratzinger, actual Papa emérito Benedicto XVI, sobre el asunto:
«La orientación de la oración común a sacerdotes y fieles (cuya forma simbólica era generalmente en dirección al este, es decir, al sol que se eleva), era concebida como una mirada hacia el Señor, hacia el verdadero sol. Hay en la liturgia una anticipación de su regreso; sacerdotes y fieles van a su encuentro. Esta orientación de la oración expresa el carácter teocéntrico de la liturgia; obedece a la monición: «Volvamos hacia el Señor«. (Prefacio a la edición francesa de Joseph Ratzinger –actual papa emérito Benedicto XVI- al libro de Monseñor Klaus Gamber, ¡Vueltos hacia el Señor, Ed. «Renovación», Madrid, 1996).
«Para el cristiano que asiste regularmente a la celebración de la liturgia, los dos efectos más obvios de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio Vaticano II parecen ser la desaparición del latín y la colocación del altar cara al pueblo. El que lea los textos más relevantes de la Constitución conciliar no podrá menos de extrañarse de que ninguno de esos elementos se encuentre literalmente en los documentos del Concilio. No cabe duda de que el empleo de las lenguas vernáculas está permitido, sobre todo en la liturgia de la Palabra, pero la regla general que precede al texto conciliar dice literalmente: «Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular» (Sacrosanctum Concilium 36, 1). Sobre la orientación del altar de cara al pueblo, el texto no dice nada; ese detalle no aparece más que en las Instrucciones postconciliares. La directiva más importante se encuentra en el párrafo 262 de la Institutio Generalis Missalis Romani (Instrucción General sobre el nuevo Misal Romano), publicada en 1969, que dice así: «Es preferible que el altar mayor se encuentre exento, y no pegado a la pared, de modo que se pueda rodear fácilmente y celebrar el servicio divino cara al pueblo (versus populum)». Y la Instrucción General sobre el Misal, publicada en 2002, mantiene el texto inalterado, aunque añade una cláusula subordinada: «Lo cual es deseable siempre que sea posible». En muchos sectores, esta cláusula se interpretó como una manera de forzar el texto de 1969, para hacerle decir que, en adelante, era obligatorio colocar el altar de cara al pueblo, donde fuera posible. Sin embargo, esa interpretación fue rechazada el 25 de septiembre de 2000 por la Congregación para el Culto Divino, al declarar que el término expedit (= es deseable) no implicaba una obligación, sino que era sólo una sugerencia. La Congregación decía que la orientación material debe distinguirse de la espiritual. Aunque el sacerdote celebre versus populum, siempre tendrá que estar orientado hacia Dios por medio de Jesucristo (versus Deum per Iesum Christum). Los ritos, los signos, los símbolos y las palabras jamás podrán explicar de manera exhaustiva la realidad misma del misterio de la salvación. Por eso, la Congregación añade una advertencia contra cualquier postura unilateral y rígida en este debate.
Es una clarificación importante, porque da a entender lo que en las formas simbólicas externas de la liturgia es puramente relativo, y se opone al fanatismo que, por desgracia, ha sido tan frecuente en las controversias de los últimos cuarenta años. Al mismo tiempo, subraya el dinamismo interior de la acción litúrgica, que jamás podrá expresarse en su totalidad por medio de fórmulas puramente externas. Y esa orientación interior es válida tanto para el sacerdote como para el pueblo congregado; es una orientación hacia el Señor, es decir, hacia el Padre, por medio de Cristo, en el Espíritu Santo. De este modo, la respuesta de la Congregación aboga por un nuevo planteamiento más relajado en el que podamos encontrar la mejor manera de llevar a la práctica el misterio de la salvación. Y eso se conseguirá no con una condena recíproca, sino con una escucha atenta de los diversos pareceres y, lo que es más importante, con una apertura a la guía interna de la propia liturgia…» (Prólogo de Joseph Ratzinger –actual papa emérito Benedicto XVI- al libro de Uwe Michael Lang, Volverse hacia el Señor, Ed. Cristiandad, Madrid 2007, p 13-14).
Asimismo sobre el asunto, recomendamos la lectura del trabajo titulado: «¿La misa de espalda a lo fieles?», publicado en nuestra web y que puede descargar a continuación: LA MISA DE ESPALDA A LOS FIELES.J.M.Rodriguez
Y para terminar, publicamos algunas imágenes del Papa Francisco celebrando la Misa ad orientem o hacia Dios durante su pontificado, en concreto en la Capilla Sixtina y ante la tumba de San Juan Pablo II.
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