IN MEMORIAM: CARDENAL CASTRILLÓN HOYOS (1929-2018). UN GRAN DEFENSOR DE LOS DERECHOS DE LA MISA TRADICIONAL

En la madrugada del pasado 18 de mayo, ha fallecido en Roma el Cardenal Darío Castrillón Hoyos (1929-2018), quien asumiera, entre otras importantes responsabilidades pastorales y de la curia romana, la presidencia de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei entre los años 2000 y 2009.

Cardenal Darío Castrillón Hoyos

(Reporteros Asociados)

 

El Cardenal Castrillón Hoyos nació el 4 de julio de 1929 en Medellín, Colombia, hijo de don Manuel Castrillón Castrillón y doña María Hoyos Salas. Estudió en los seminarios de Antioquía y de Santa Rosa de Osos, para luego continuar sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde obtuvo su doctorado en Derecho Canónico, y cursó estudios de sociología en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Fue ordenado sacerdote por Monseñor Alfonso Carinci el día 26 de octubre de 1952 en la Basílica de los Santos Apóstoles de Roma, incardinándose para la diócesis de Santa Rosa de Osos. Se desempeñó inicialmente en diversas labores como vicario parroquial y colaboró con diversas iniciativas diocesanas, como director de los Cursillos de Cristiandad, la juventud obrera católica y la Legión de María.

En 1966, fue nombrado secretario general de la Conferencia Episcopal colombiana, asumiendo además el cargo de catedrático de Derecho Canónico en la Universidad Libre con sede en Bogotá. Asimismo, participó como delegado en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín, el año 1968.

 

 

Su Eminencia celebrando Misa Pontifical

(Misa Tradicional en La Plata)

 

El 2 de junio de 1971 el papa Pablo VI lo nombra obispo titular de Villa del Re y obispo coadjutor, con derecho a sucesión, de la Diócesis de Pereira. Fue consagrado obispo el 18 de julio de ese mismo año por Angelo Palmas, entonces nuncio de Su Santidad en Colombia. Asumió como obispo de Pereira el 1 de julio de 1976. En 1979 participó en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Puebla. Fue secretario general del CELAM desde 1983 hasta 1987 y presidente del mismo organismo desde ese año hasta 1991 y colaborando en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Santo Domingo (1992). Destacó en todos sus encargos un estricto apego a las enseñanzas tradicionales de la Iglesia, aún en medio de los aires de cambio y progresismo dominantes en la época.

El 16 de diciembre de 1992 fue promovido a la sede metropolitana de Bucaramanga como su arzobispo. En tales años, asumió una lucha frontal contra el narcotráfico y el terrorismo imperantes en dicho país, denunciando las atrocidades cometidas por todos los grupos guerrilleros de entonces. Popularmente conocida es la acción que desarrolló en la escena política colombiana, ya que emprendía largas caminatas por la montaña para visitar a líderes guerrilleros con el fin de explicarles las bondades de deponer su acción violentista. Se dice que incluso visitó disfrazado a Pablo Escobar, para convencerlo de entregarse a la justicia.

 

Su Eminencia recibiendo la birreta cardenalicia de manos de San Juan Pablo II

(Héctor Gómez)

El 15 de junio de 1996, el papa San Juan Pablo II lo nombra Pro-prefecto de la Congregación para el Clero, por lo que renuncia al gobierno de su arquidiócesis el 15 de junio de 1996. Dos años más tarde, el 21 de febrero de 1998, fue creado cardenal en el séptimo Consistorio de San Juan Pablo II, recibiendo la diaconía del Santísimo Nombre de María en el Foro Trajano, y nombrado Prefecto de la Congregación para el Clero. Como prefecto impulsó la modernización tecnológica de su dicasterio, promoviendo iniciativas como la página clerus.org y “bibliaclerus”. En otras responsabilidades encomendadas por el Papa San Juan Pablo II, se le encomendó servir como enviado especial de Su Santidad para la firma del Acuerdo Definitivo entre Perú y Ecuador para resolver su disputa fronteriza en Brasilia el 26 de octubre de 1998.

El 14 de abril de 2000 fue nombrado por el papa San Juan Pablo II como presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei. Bajo su administración se promulgó el Motu Proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI, el cual permitió la libertad del uso del Misal y los demás libros litúrgicos editados el año 1962, reconociendo que el rito romano nunca había sido abrogado. Durante esos años, realizó una infatigable labor por lograr un acuerdo práctico para regularizar la situación canónica de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, así como servir de pastor y vínculo con la curia vaticana de numerosas agrupaciones religiosas surgidas al alero de la Pontificia Comisión que él presidía.

 

Su Eminencia celebrando Misa Tradicional

(Veritas Vincit)

Su actividad no estuvo restringida solamente a la vida de la curia vaticana, sino que continuó sirviendo como representante de Su Santidad en diversos eventos de la vida de la Iglesia hispanoamericana. En nuestro medio, valga recordar su misión como enviado especial del Papa San Juan Pablo II para la clausura del Congreso Eucarístico Nacional en Chile y la dedicación de la nueva Catedral en la diócesis de San Bernardo, el mes de noviembre del año 2000.

El 8 de julio de 2009, el Santo Padre Benedicto XVI, acepta su renuncia como presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei por motivos de edad, tras haber cumplido 80 años de edad el 4 de julio, sucediéndole el Cardenal William Joseph Levada. Tras su retiro de la actividad pública, permaneció residiendo en la ciudad del Vaticano, donde falleció en la madrugada del pasado 17 de mayo, a sus 88 años, producto de problemas hepáticos y dolencias propias de su avanzada edad.

 

Como Asociación nos sumamos a las muestras de pesar suscitadas con ocasión de su fallecimiento y nos adherimos con nuestras oraciones en sufragio del alma de un pastor que dedicó tantos esfuerzos por el reconocimiento del debido lugar de la Santa Misa tradicional en la vida de la Iglesia. Que el Señor reconforte a sus seres más queridos, y que a él lo recompense abundantemente y le conceda la Gloria de la visión beatífica. Requiescat in Pace. Amen

 

Fuente: Asociación litúrgica Magnificat (Una Voce Chile)

 

A continuación, les ofrecemos una interesante alocución del Cardenal Castrillón Hoyos a la «Latin Mass Society» de Inglaterra y Gales , a la que fue invitado en 2008 a oficiar la Santa Misa tradicional, sobre los motivos de la publicación del motu proprio Summorum Pontificum por S.S. Benedicto XVI, y que publicamos en su momento en nuestra antigua web. Para acceder pinchar aquí

 

 

Acompañado del entonces presidente de la Federación Internacional Una Voce (Leo Darroch) y del presidente en funciones de Una Voce Sevilla (Juan Manuel Rodriguez), en la Basílica de San Pedro (Roma), durante la Asamblea General de la FIUV. Año 2011.

(Fotografía Una Voce Sevilla)

 

 

 

 

EL GRUPO JOVEN SURSUM CORDA REPRESENTARÁ A UNA VOCE SEVILLA EN LA PEREGRINACIÓN TRADICIONAL INTERNACIONAL PARIS-CHARTRES DE PENTECOSTÉS

Por primera vez en sus más de diez años de historia, la Asociación Una Voce Sevilla participará en la Peregrinación anual internacional Paris-Chartres, organizada por Notre-Dame de Chrétienté, que se celebrará, D.m.- el próximo fin de semana en Francia (del 19 al 21 de mayo), con ocasión de la festividad de Pentecostés, pues el Grupo Joven Sursum Corda, perteneciente a nuestra asociación, formará parte del capítulo español Nuestra Señora del Pilar, que organiza el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote en España y que peregrinará con tal fin junto a miles de jóvenes tradicionales de todo el  mundo.

Cabe destacar, que el Cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, celebrará la Santa Misa Pontifical, con la forma extraordinaria del Rito Romano, de clausura de la Peregrinación tradicional París-Chartres.

¡Pedimos al Señor y a su Santísima Madre lo mayores frutos espirituales para todos los participantes, y especialmente a los integrantes de nuestro Grupo Joven!

 

 

 

A continuación, les informamos con más detalles en qué consiste la referida Peregrinación, que este año cumple su 36º edición:

 

¿En qué consiste la Peregrinación París-Chartres?

Es una peregrinación que parte de Notre-Dame de París y llega a Notre-Dame de Chartres. La misma que han hecho reyes de Francia como San Luis o santos como San Bernardo, San Vicente de Paúl o San Luis María Griñón de Montfort. En la catedral de Chartres se encuentra desde finales del siglo IX el velo de la Santísima Virgen. Y allí fueron miles de peregrinos a venerar tan importante reliquia. Hasta que la revolución francesa saqueó la catedral, dañó el velo y puso fin a la peregrinaciones….. por un tiempo. Porque a finales del siglo XIX se retoman lentamente las peregrinaciones. Y a principios de los años 80 un grupo de jóvenes católicos tradicionales franceses decide hacer la peregrinación acabando con la Misa Tridentina.  Al principio hubo cierta resistencia por parte de las autoridades a la Liturgia, pero en las ediciones sucesivas fueron aumentando el número de peregrinos, y finalmente se superan las resistencias y se los deja entrar en la Catedral. Y de esos humildes orígenes hasta hoy en día han pasado casi cuatro décadas. Y la peregrinación de Pentecostés se ha convertido simple y llanamente en todo un acontecimiento, de los más importantes de los fieles ligados a la Misa Tradicional.

Velo de la Santísima Virgen en la Catedral de Chartres

Cada año participan en la peregrinación de París a Chartres cerca de 12000 personas. En su grandísima mayoría son jóvenes. Esto muestra que existe futuro. Acompañados por cientos de sacerdotes, monjes, y religiosas. Es impresionante ver a miles y miles de peregrinos caminando por la campiña francesa, llevando estandartes con imágenes de los Santos o de advocaciones de la Virgen María, patronos de sus capítulos y llevando banderas enormes de sus países con el Sagrado Corazón en ellas.

 

¿Capítulos.. qué es eso?

Sí, los peregrinos nos juntamos en grupos. Y cada grupo lleva un estandarte y una bandera. ¿Y eso es todo? ¿Caminar de París a Chartres y ya? Eso se puede hacer sin tanta alharaca….

 

Bueno, es que mientras se marcha, hacemos meditaciones, rezamos el Rosario, tenemos charlas formativas y por su puesto tenemos la Santa Misa Tradicional todos los días. ¡Uff, qué serio todo eso, qué pereza! No tan rápido, tres días dan para mucho; además cantamos mientras caminamos, hay tiempo para charlar y para disfrutar en grupo, especialmente en la cena, después de un largo día de camino. En serio, quién no lo haya visto, ha de venir para verlo. Es sencillamente espectacular ver a miles y miles de peregrinos que rezan, que se confiesan mientras se marcha. Cientos de sacerdotes confesando sin parar…. ¡extraordinario! Y los que ya lo han vivido…. Pues no tengo mucho que decir ¿no? Supongo que ya estáis todos preparando las mochilas y contando los días que quedan para estar a las 6 de la mañana el sábado 19 de mayo a las puertas de Notre-Dame de París.

 

El año pasado, un grupo de españoles, el capítulo Nuestra Señora del Pilar hizo la peregrinación por primera vez. Fue muy bonito poder caminar con nuestra cruz de Santiago, nuestro estandarte de la Virgen del Pilar y nuestra bandera de España con el Sagrado Corazón. Fuimos unos veinte  peregrinos que compartimos la dureza del camino, el recogimiento de las meditaciones, el fervor de las Misas, la alegría de los cantos, el alivio de las pausas, la satisfacción de la llegada, el gusto de compartir y rezar juntos y el entusiasmo de los Rosarios meditados. Y sobretodo el cambio interior que produce una peregrinación. Hay muchos frutos espirituales. Este año queremos ser más. Quisiéramos ser el capítulo de unión para todos los peregrinos de habla española, tanto de España como de Hispanoamérica.

Para consultar cualquier duda, pedir más información o inscribiros, no dudéis en poneros en contacto por email (nsdelpilar.chartres@gmail.com) o por teléfono con Daniel (609753891) o Carlos (650118172).

Fuente: ICRSS

 

 

SEVILLA: JUEVES 10 MAYO MISA TRADICIONAL-GREGORIANA FESTIVIDAD ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Les informamos que, fieles a la tradición secular de la Iglesia, el próximo JUEVES 10 DE MAYO, festividad de la ASCENSIÓN DEL SEÑOR, se oficiará –D.m.- Santa Misa según el Rito romano tradicional o gregoriano, a las 20:00 horas, en el Oratorio Escuela de Cristo de Sevilla, sito en el Barrio de Santa Cruz.

El uso legítimo de los libros litúrgicos vigentes en 1962 decretada por S.S. Benedicto XVI en Summorum Pontificum incluye el derecho a la utilización del calendario intrínseco a estos libros litúrgicos, y, por tanto, a los fieles que lo deseen, a celebrar la festividad de la Ascensión del Señor en Jueves asistiendo a Misa tradicional.

 

«Hay tres domingos en el año que relucen más que el sol«.

UNA VOCE SEVILLA

 

HEMEROTECA: «LA MISA TRADICIONAL». Leopoldo E. Palacios. (ABC 16/04/1976)

LA MISA TRADICIONAL

Por Leopoldo E. Palacios.

 

 

Uno de los espectáculos que ofrece el mundo religioso contemporáneo es el empeño que tienen algunos laicos en hacer entrar por las puertas de la iglesia las cosas que los clérigos han arrojado por la ventana. Ved lo que pasa con la misa tridentina latina de San Pío V, alma y centro del catolicismo, hoy tirada al desamparo para dar lugar a un nuevo rito en lenguas vernáculas.

La defenestración de la misa tradicional ha suscitado un plantel de personas fervientes, en su mayor parte laicos, que piden con vehemencia su restauración.

Quizá esto sea una compensación divina al desvío con que han tratado la misa tradicional los hombres que debían custodiarla.

¿Es así como se trata un modo de orar consagrado por una tradición de siglos? Primero han babelizado su lengua, después han deformado su rito. La caída del latín les ha dejado indiferentes. Era la pérdida de la unidad católica en beneficio de las divergencias nacionales, y además arrastraba consigo las maravillas del canto gregoriano y de la polifonía sagrada. ¡Qué importa!

Antes de que fuera asestado este golpe, preparado desde hace tiempo en la sombra, un presentimiento de infortunio cruzó la frente de la intelectualidad europea, y algunos hombres de letras y algunos artistas, no todos adictos a la Iglesia católica, unieron su voz para pedir a Roma la conservación del latín y del canto gregoriano, que encerraban inestimables valores de nuestra cultura. Ingmar Bergman, Pablo Casáls, Giorgio de Chirico, Carl Theodor Dreyer, Julien Green, Gertrud von Lefort, Salvador de Madariaga, Gabriel Marcel, Jacques Maritaín, Francois Mauriac, Luigi dalla Piccola, Salvatore Ouasimodo y otros no menos ilustres abogaban por la conservación de «uno de los mayores legados culturales de Occidente».

Desconocer lo que pedían estas voces fue un crimen de lesa cultura. Pero los reformadores de la liturgia cayeron en un error todavía más grave, perpetraron un desafuero contra la religión. Pues además de su valor cultural y humano las palabras litúrgicas tienen para el católico otra valía superior: la eficacia de impetrar el bien que pedimos de los poderes sobrenaturales del cielo. Aquí ya no se mira la lengua litúrgica a la manera de un lenguaje literario o como la letra de una música excepcional, sino como un conjunto de fórmulas públicas que tienen la virtud de hacer que los cielos nos sean propicios y nos colmen de dádivas sobrenaturales.

Por eso hay que proteger esta lengua contra toda posible variación, hay que inmunizarla contra la locura de los tiempos, hay que tenerla por vehículo fijo e inmutable, incluso sacrificando a esta seguridad la facilidad de ser entendida de las muchedumbres. Y también por eso ni para la misa ni para las fórmulas sacramentales (salvo en el matrimonio y en casos excepcionales del bautismo), sirven las lenguas vulgares, que son mudables, están en evolución y son inalcanzables por la autoridad, siquiera sea por la razón meramente cuantitativa de su número. En nuestros días, a fuerza de traducir el latín litúrgico a los idiomas de todas las gentes ya se ha empezado a perder el sentido de la lengua original, y hay sobrado peligro de que las fórmulas religiosas vayan perdiendo insensiblemente su misteriosa eficacia sobrenatural.

Este escollo era uno de los que más frenaban a la Iglesia para no dar el paso fatal que hoy han dado sus reformadores. En el Concilio de Trento (sesión 22, capítulo 8) se prohíbe que la misa sea celebrada de ordinario en lengua vulgar, es decir, se prohíbe la misma cosa que ahora se hace.

Mucho después de Trento el Magisterio condenó varías veces por boca de Clemente XI y de Pío VI, la proposición de introducir lenguas vulgares en las preces litúrgicas: proposición que «es falsa, temeraria, perturbadora del orden prescrito para la celebración de los misterios y fácilmente causante de mayores males».

Nunca como en nuestros días las circunstancias daban tanto la razón a la praxis secular de la Iglesia. Nunca como hoy ha sido tan necesaria una lengua nacionalmente neutra para el comercio espiritual de los hombres. Además, habiendo hoy muchos menos analfabetos que en la edad postridentina, un libro con el texto latino y la traducción era accesible a casi todos los fieles. Hoy se viaja también muchísimo más. Un libro con el texto latino y la traducción en una sola lengua podía servir para recorrer los templos católicos del mundo entero. Ahora nada de esto es posible, ni siquiera en España, donde las misas se dicen en cuatro idiomas: castellano, vascuence, catalán y gallego. Antes de la reforma los católicos peregrinantes se sentían extranjeros en todas partes, menos en el templo; y ahora, sin salir de su patria, se sienten extranjeros hasta en tos templos de su propia nación.

La caída del latín litúrgico, que arrastró consigo el canto gregoriano y la polifonía,  sagrada, tenía un móvil clandestino: facilitar con la excusa del cambio la imposición del nuevo rito de Pablo VI. A primera vista nada puede decirse contra el nuevo rito considerado en absoluto.

Pero comparado con la misa tradicional se ve que es cosa distinta. El canon de la misa original es único; en la nueva ceremonia es cuádruple. Y aun escogiendo de los cuatro cánones el más favorable a la equiparación se notan las diferencias.

El resto es labor de tijera sobre la misa originaria, y a la poda se ha unido a veces la intromisión. Fueron cortadas a cercén las más bellas preces del ofertorio y otras que vienen detrás del «Pater noster» y de la comunión. Y ya al principio se han suprimido también las oraciones introductorias al pie del altar, «al Dios que alegra mi juventud», sin duda porque el altar ha cambiado de signo y ha sido sustituido por otra mesa, a la manera de los oficios protestantes.

Ante esta mesa nos muestra sin cesar su rostro, no siempre placentero, el «presidente de la asamblea», que ya no da la cara a Dios, sino al pueblo. John Epstein, en su bello libro titulado «¿Se ha vuelto loca la Iglesia católica?», pone de relieve la extrema vaguedad de las nuevas rúbricas comparadas con las exactísimas reglas de la misa tridentina, las cuales, de acuerdo con el sagrado carácter y función del celebrante, dirigían todos sus gestos y ademanes, adaptándolos a la expresión simbólica de la oración, la alabanza, el recogimiento o la adoración». Y recuerda la espléndida elevación de los brazos del sacerdote cuando, a la cabeza de su pueblo, entonaba el «Gloria in excelsis». Son innumerables las personas que advierten la superioridad de la misa tradicional sobre el nuevo rito, pero que no se atreven á decirlo por acatamiento al orden vigente. Luego vienen los otros y les motejan de pusilánimes. Quizá el caballo de batalla del actual catolicismo galopa por un círculo vicioso: unos dan a entender que hay que aceptar el nuevo rito porque lo ha promulgado este Papa, y otros contestan que no hay que aceptar este Papa, puesto que ha promulgado el nuevo rito. Es claro que los descontentos anteponen su propio juicio al juicio de la autoridad. Pero responden que, a pesar de la infalibilidad pontificia, los Papas sólo tienen derecho a la obediencia cuando transmiten inalterado el depósito de la fe.

Además citan la palabra de Cristo relativa a los falsos profetas. «Por su frutos los conoceréis» (Mt. 7, 16), señalando los males en que paran las reformas posconciliares: liturgia deformada, clima de confusión, catecismos ambiguos, seminarios que se cierran, congregaciones religiosas que languidecen.

Los descontentos aguantan con tesón estos males que consideran castigo de la Providencia. Su postura no es fácil. Desamparados de la mayor parte del alto clero, pero obedientes al mandato de Dios manifiesto en la tradición sagrada, procuran estar firmes en medio del espiritual cataclismo, apoyados en las escasas columnas de la Iglesia que todavía resisten a los embates del infierno.

Es una noche horrible. La cólera del cielo se desata y el huracán arrecia, y ya se han derrumbado preciosos techos y columnas vivas. Se dice que hay fuertes muros que aún pueden resistir hasta que asome la aurora, y estos católicos esperan con paciencia el amanecer, aunque tengan que pernoctar entre ruinas.

Publicado en diario ABC (Madrid) 16/04/1976, Página 3