De gran trascendencia para la celebración de la Misa tradicional en el orbe católico y los fieles que la promueven podemos considerar lo escrito por Su Eminecia el Cardenal don Antonio Cañizarez, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en el prólogo para el libro «Los principios de interpretación del motu proprio Summorum Pontificum«, tesis doctoral de fray Alberto Soria Jiménez, O.S.B., ahora publicado por Ediciones Cristiandad, y que pueden descargar pinchando aquí.
No obstante, a continuación transcribimos los principales párrafos del referido prólogo:
-“La concepción, claramente presente tanto en el motu proprio como en los documentos a él vinculados, de que la liturgia heredada constituye una riqueza a conservar, se comprende en el espíritu del movimiento litúrgico en la línea de Romano Guardini, al que Benedicto XVI tanto debía en surelación personal con la liturgia desde su juventud.”.
-“Es muy importante la demostración, presente en esta investigación, de que la actitud de Benedicto XVI no constituye tanto una novedad o cambio de rumbo de gobierno, cuanto una concreción de lo que ya Juan Pablo II había emprendido con iniciativas tales como la consulta a la comisión cardenalicia, el motu proprio Ecclesia Dei y la creación de la Pontificia Comisión del mismo nombre, la misa del cardenal Castrillón Hoyos en Santa María la Mayor en 2003 o las palabras del papa a la congregación del culto divino en ese mismo año.”.
-“La historia del proceso hace ver que, desde el inicio, el deseo de conservar la forma tradicional de la misa no era exclusivo de integristas, sino que gente del mundo de la cultura o escritores como Agatha Christie o Jorge Luis Borges firmaron una carta solicitando su preservación y S. Josemaría Escrivá hizo uso de un indulto personal otorgado espontáneamente por el mismo Mons. Bugnini. Se advierte también la preocupación de Benedicto XVI por poner de relieve que la Iglesia no desecha su pasado: al declarar que el misal de 1962 “no ha sido jamás jurídicamente abrogado”, ha puesto de manifiesto la coherencia que desea mantener la Iglesia. En efecto, ella no puede permitirse prescindir, olvidar ni renunciar a los tesoros y a la rica herencia de la tradición del rito romano, pues sería una traición y una negación de sí misma, porque no se puede abandonar la herencia histórica de la liturgia de la Iglesia, ni querer establecer todo ex novo sin amputar partes fundamentales de la misma Iglesia.”.
-“En efecto, la legislación en un principio fue muy limitada, tenía solo en cuenta al mundo clerical y prácticamente ignoraba a los laicos, dado que la principal preocupación era disciplinar: controlar la potencial desobediencia a la legislación que se acababa de promulgar. Con el tiempo, la situación ha ido tomando un mayor perfil pastoral, para ir al encuentro de las necesidades de estos fieles, lo que se termina reflejando en un fuerte cambio de tono en la terminología usada: es así que ya no se habla más del “problema” de los sacerdotes y fieles que seguían vinculados al llamado rito tridentino, sino de la “riqueza” que su conservación representa.
Se ha creado de este modo una situación análoga a la que había sido normal por tantos siglos, porque debemos recordar que san Pío V no impidió el uso de las tradiciones litúrgicas que tuvieran al menos doscientos años de antigüedad. Muchas órdenes religiosas y diócesis conservaron así su rito propio; como arzobispo de Toledo, he podido vivir esta realidad con el rito mozárabe. El motu proprio ha modificado la situación reciente, haciendo comprender que la celebración de la forma extraordinaria debería ser normal, eliminando todo condicionamiento por razón del número de fieles interesados y no poniendo otras condiciones, para participar en dicha celebración, que las normalmente requeridas para cualquier celebración pública de la misa, lo que ha permitido un amplio acceso a esta herencia que, si bien de derecho era un patrimonio espiritual de todos los fieles, es, de hecho, ignorada por una gran parte. En efecto, las restricciones actuales a la celebración en la forma extraordinaria no son distintas que las que hay para cualquier otra celebración, en el rito que sea.”.
– “[…]el verdadero espíritu del documento conciliar Sacrosanctum Concilium- no es el de encarar la reforma como una ruptura con la tradición sino, por el contrario, como una confirmación de la Tradición en su sentido profundo.”.
– “Una cierta crisis, que ha podido afectar de manera importante a la liturgia y a la misma Iglesia desde los años posteriores al concilio hasta hoy, se debe al hecho de que frecuentemente en el centro no está Dios y la adoración de Él, sino los hombres y su capacidad «hacedora». En la historia del posconcilio ciertamente la constitución sobre la liturgia no fue entendida a partir de esteprimado fundamental de Dios y de la adoración, sino como un
libro de recetas sobre lo que podemos hacer con la liturgia. Sin embargo, cuanto más la hacemos nosotros y para nosotros mismos, tanto menos atrayente es, ya que todos advierten claramente que lo esencial se ha perdido”. Cuando sucede lo que el cardenal Ratzinger describía, es decir, cuando se pretende que la liturgia la hagamos nosotros y esto se impone, entonces, los fieles y las comunidades se secan, se debilitan y languidecen.
Por eso es absolutamente infundado decir que las prescripciones de Summorum Pontificum serían un “atentado” contra el concilio; una afirmación tal manifiesta un gran desconocimiento del concilio mismo, pues el hecho de brindar a todos los fieles la ocasión de conocer y apreciar los múltiples tesoros de la liturgia de la Iglesia es precisamente lo que deseó ardientemente esta magna asamblea al decir: “El sacrosanto concilio, ateniéndose fielmente a la Tradición, declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios”(Sacrosanctum Concilium 4).”.
– “[…] el entonces cardenal Ratzinger ha llegado a decir, hablando de la liberalización de la celebración de la antigua liturgia, que “no se trata de un ataque contra el concilio, sino de una realización de este (me atrevería a decir) incluso más fiel que lo que actualmente se presenta como realización del concilio”.”.
– “Con frecuencia, en medio de la polémica, no se advierte que las críticas al rito recibido de la tradición romana alcanzan también a las demás tradiciones, en primer lugar a la ortodoxa: ¡casi todos aquellos aspectos litúrgicos que fuertemente atacan quienes se han opuesto a la conservación del misal antiguo son precisamente aspectos que teníamos en común con la tradición oriental! Un signo que confirma esto, por contraste, son las expresiones entusiastamente positivas que han llegado del mundo ortodoxo al publicarse el motu proprio.”.
-“Benedicto XVI manifestó con su legislación su amor paterno y comprensión hacia aquellos que están especialmente vinculados con la tradición litúrgica romana y que corrían el peligro de convertirse, de modo permanente, en marginados eclesiales; es así como, hablando de esto, recordó con claridad que “nadie está de más en la Iglesia”, dando muestras de una sensibilidad que anticipaba la preocupación del actual papa Francisco por las “periferias existenciales”.”.
-“Pero el motu proprio ha producido además un fenómeno que es para muchos sorprendente y que constituye un verdadero “signo de los tiempos”: el interés que la forma extraordinaria del rito romano suscita, especialmente entre jóvenes que nunca la vivieron como forma ordinaria y que manifiesta una sed de “lenguajes”, que no son ya los de “más de lo mismo” y que nos llaman desde fronteras nuevas y, para muchos pastores, imprevistas. El abrir la riqueza litúrgica de la Iglesia a todos los fieles ha hecho posible el descubrimiento de los tesoros de este patrimonio a quienes aún los ignoraban, con lo que esta forma litúrgica está suscitando más que nunca numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas a lo largo del mundo, dispuestas a entregar sus vidas al servicio de la evangelización.”.
Antonio Cañizares Llovera
Cardenal Prefecto de la Congregación para el
Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
Roma, 25 de julio de 2013
Santiago Apóstol, patrono de España