El 19 de mayo pasado, domingo de Pentecostés, con ocasión de la Peregrinación tradicional al Santuario de Nuestra Señora del Poggetto (Ferrara), en agradecimiento a la Santísima Virgen por su protección en el terremoto que sacudió la región, el obispo de Ferrara, Monseñor Luigi Negri, pronunció una ejemplar homilía en la que elogió el tesoro de la liturgia tradicional y el Motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI.
A continuación transcribimos los párrafos más destacados de dicha homilía, que pueden consultar íntegramente en el artículo publicado por la web: Paix Liturgique, y que contiene además unas interesantes reflexiones:
«Hoy se celebra aquí la Santa Misa en el rito tradicional, en la gran solemnidad de Pentecostés que recuerda a la Iglesia, en todo tiempo y lugar, y por lo tanto, a todo cristiano, que la revelación de la Fe y su desarrollo en una vida de comunidad y comunión, en la práctica de la caridad, en el ejercicio activo de la misión, nacen justamente del milagro de la efusión del Espíritu Santo en el corazón de los fieles, puro don del Señor».
«Nosotros hemos recibido esta otra gran herencia, definitiva: participar verdaderamente en el misterio de la Iglesia, una, sana, católica y apostólica. Esta herencia, la vivimos de modo real en nuestra vida de todos los días, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, en la alegría como en el dolor, como lo proclaman los actores del gran sacramento eclesial que es el matrimonio. Creo que esto sitúa la muy loable iniciativa de esta peregrinación y de esta Misa en su contexto verdadero«.
«Esta gracia de la Iglesia, vosotros la vivís en la fuente de la Fe que es la Eucaristía, la celebración litúrgica. Gracias a la gran y prudente misericordia de Benedicto XVI, la recibís de uno de los dos grandes tesoros de la liturgia de la Iglesia, la liturgia tradicional. Esta última no constituye una alternativa a la liturgia reformada por el Concilio Vaticano II, sino que expresa todo su carácter junto a la liturgia reformada, con toda dignidad, toda libertad y con plena responsabilidad.
Benedicto XVI lo ha enunciado con admirable claridad en el motu proprio. Ha querido aumentar la posibilidad de vivir de las riquezas de la liturgia de la Iglesia y por ello ha pedido a toda la Iglesia, empezando por los obispos, que se mostraran respetuosos de su intención de acrecentar los tesoros de la Iglesia, favoreciendo el acceso a este bien antiguo a quienes experimentan legítimamente ese deseo y anhelan vivirlo en plenitud por la verdad de la Fe y de la misión en nuestros días.
De forma incontestable, el Papa ha superado así la falsa e inaceptable oposición entre lo antiguo y lo nuevo, rompiendo con esa hermenéutica de ladiscontinuidad entre lo que existía antes del Concilio y lo que el Concilio ha anunciado, y lo que ha tenido de doloroso la aplicación del Concilio para nuestra época. Hay una sola Iglesia del Señor, a la que el Espíritu ha permitido atravesar épocas diferentes: el Concilio Vaticano II ha sido un momento de extraordinaria importancia, aun cuando ha representado un gran desafío para el desarrollo de la Iglesia.
Así pues, vosotros empleáis esta liturgia, y me alegra que lo hagáis en esta arquidiócesis donde soy arzobispo desde hace poco. No lo hacéis contra alguien o para afirmar opiniones, sino para vivir el misterio de la Iglesia con la profundidad y la verdad que consideráis que es vuestro deber y vuestro derecho.
Y la Iglesia permite también esto. Benedicto XVI, y no tengo por costumbre hablar sin fundamento, ha manifestado una verdadera misericordia pastoral al poner esta posibilidad al servicio de la Fe de cada cristiano y de pequeños grupos que ni siquiera deben ser cuantificados numéricamente: los grupos estables están compuestos por todos los fieles que tienen el derecho y el deber de gozar de esta liturgia. La tenéis al alcance de la mano y la Iglesia os permite su práctica con total libertad
Nadie, ninguna diócesis de Italia o del mundo podrá deciros que no. Ante un hipotético «no», debéis dirigiros al obispo. Previamente, el diálogo entre los fieles que quieren la liturgia tradicional y la Iglesia es un diálogo entre vosotros y el sacerdote que está dispuesto a ayudaros en esta práctica antigua y muy bella. Por supuesto, todo esto exige una preparación adecuada, pero estoy seguro de que vosotros la tenéis. Creo que para que se convierta en una experiencia accesible a todos los que no la conocen, será necesario un tiempo de formación y de preparación».
«Como los fieles de la liturgia reformada, practicad la antigua liturgia por vosotros. Por la verdad de vuestra Fe. Por la verdad de vuestra Caridad. Para dar impulso a vuestra misión. Son dos tesoros para un mismo pueblo. Y este pueblo único y maduro se alimenta de la Fe, precisamente si sabe vivir la libertad que la Iglesia le concede. Libertad litúrgica que la Iglesia concede y también garantiza.
No defendáis opiniones ni las opongáis a los demás. El arzobispo de Ferrara y Comacchio no es ni el guardián ni el propagador de ninguna opinión. Sólo tiene una opinión: la verdad del Señor, el Evangelio, la Tradición de la Iglesia, el magisterio del Santo Padre y, en unión con él, su propio magisterio.
Este es el marco en el cual Benedicto XVI ha promulgado el motu proprio. Hago parte de los obispos, a decir verdad, poco numerosos, que gracias a él hemos profundizado nuestra propia identidad respecto a la experiencia de Dios. Constituye un tesoro no sólo para quienes lo practican sino también para toda la Iglesia«.
«Nuestro primer recurso es nuestra experiencia de la Fe. Somos todos miembros de una misma Iglesia, y por ello, también a través de esta experiencia bella y particular [de la liturgia tradicional], debéis tratar de vivir cada día más como miembros vivos de la Iglesia, participando del único Cuerpo y Sangre de Cristo, para que aumenten en vosotros la Fe, la Esperanza y la Caridad«.